texto argumentativo eutanasia

June 23, 2018 | Author: Lily Paredes | Category: Dignity, Death, Medicine, Wellness, Science
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PRESENTACIÓN DEL TEXTO ARGUMENTATIVOCURSO: Lengua 2 Alumno(a): Sara Lily Yupanqui Paredes Clase: 2520 Tema: La Eutanasia como derecho a una muerte digna PROPÓSITO: Convencer que la Eutanasia es un derecho de cada cual a disponer de su propia vida, en uso de su libertad y autonomía individual. CUESTIÓN: ¿Debería una persona con una enfermedad terminal, ser forzada a seguir viviendo? POSTURA: No debe ser forzado a seguir viviendo si el paciente determina la terminación de su vida por padecer una enfermedad terminal. Indicaciones: 1. Sé cuidadoso con tu ortografía, pues formará parte de tu calificación. 2. Sé breve y preciso en tus respuestas. Recuerda que más importante es la calidad de las mismas. 3. Escribe con cuidado. No se toleran borrones ni enmendaduras. Esquema numérico del texto: La Eutanasia como derecho a una muerte digna I.- Introducción: La eutanasia: Solución de la inevitable muerte 1.1.- La inevitable muerte 1.1.1. Búsqueda de la mejor muerte 1.2.- El derecho del ser humano a la decisión de su muerte 1.2.1. La elección de nuestra muerte 1.2.2. El apoyo del estado a la eutanasia 1.3.- La eutanasia como una solución para el sufrimiento 1.3.1. Posición de la religión frente a la eutanasia 1.4.- Tipos de eutanasia 1.4.1. Eutanasia Activa y Pasiva 1.4.2. Eutanasia Voluntaria y No Voluntaria II.- Cuerpo: Argumentos a favor de la eutanasia 2.1.- Argumentos a favor de la Eutanasia Voluntaria 2.1.1. Principio de Autonomía 2.2.- Argumentos a favor de la Eutanasia No Voluntaria 2.2.1. Principio Paternalista 2.2.2. Aplicación de la eutanasia en casos de inconciencia III.-Conclusión: Reflexión sobre la eutanasia como la mejor solución 3.1.- Función de la Voluntad en la Eutanasia Voluntaria y No voluntaria. Importancia de la Eutanasia II Cuerpo: Argumentos a favor de la eutanasia voluntaria y no voluntaria La Eutanasia como derecho a una muerte digna Sara Lily Yupanqui Paredes ¿Por qué es necesario hablar de eutanasia? ¿Por qué ocuparnos de un tema cuyo punto central es la buena muerte? Por la sencilla razón de que la muerte, en última instancia, no la podemos evitar, pero sí podemos hacer cosas para que ésta llegue de la mejor manera. Postergar la muerte está plenamente justificado mientras se consiga alargar una vida que vale la pena vivir a quien la vive, pero cuando la elección no está entre morir o no morir, la elección es morir lo mejor posible. El ser humano debe tener derecho a que se le respete la libertad de acortar su vida o, lo que es lo mismo, acelerar su muerte para terminar con sufrimientos personales y familiares ocasionados por el padecimiento de una enfermedad incurable en fase terminal. La eutanasia se presenta como un conflicto de intereses entre la vida como bien jurídico supremo y el derecho a una muerte tranquila y digna sin imposiciones. Sin embargo, según Morillas Cuevas, “La alternativa no es matar o no matar, privar de la vida o no privar, sin más; sino en aceptar una muerte larga y dolorosa o una muerte rápida y tranquila”. También considera que, “El acortamiento de la vida de quien sufre una enfermedad incurable para terminar con sus sufrimientos, es un derecho que el propio Estado de garantizar sobre la base del respeto a la dignidad del ser humano…” La eutanasia debe ser una opción que no amerite la clandestinidad ya que toda persona es libre de terminar con su vida si así lo desea, sin sentirse un criminal. La moral de la eutanasia es más válida que la de alargar artificialmente la vida de una persona con el sufrimiento que conlleva. Como decía una mujer entrevistada antes de su suicidio asistido “Quiero dejar de no vivir”. Cuando la vida no es vivida, valga la redundancia, acompañada de un dolor tanto psíquico como físico, es sólo entendible para ellos la decisión tan drástica de quitarse la vida. Nada ni nadie puede detener una decisión tan firmemente formada bajo ningún argumento, sin embargo, la cristiandad cegada por la “fe” y su posición, se encierra en el hecho de que la vida es un regalo. El regalo de amar, disfrutar, lo que comparto plenamente, pero sin las herramientas ¿Cómo?, no puedo moverme ¿Cómo te doy un abrazo?, no puedo mover el rostro, ¿cómo expreso lo que siento?, no puedo verte, ¿Cómo disfruto?, ¿Quién mas puede sentir lo que yo siento? Quiero paz ¿Cómo no me la vas a querer dar?. En términos generales se distinguen dos formas de eutanasia: la activa y la pasiva. La diferencia entre las dos formas estriba en que en la eutanasia activa el paciente terminal fallece como consecuencia directa de una acción intencionada del médico, mientras que en la eutanasia pasiva la muerte del enfermo se debe a la omisión o suspensión por el médico del uso de medidas que podrían prolongarle la vida, además la eutanasia puede ser requerida (voluntaria) o no por el paciente (involuntaria). La eutanasia voluntaria es justificada por el principio de autonomía. Derecho del individuo sobre su propio cuerpo, y admite que el destino de una persona racional es un acto que le corresponde sólo a ella misma, este principio implica proteger al individuo frente a decisiones que uno pueda tomar que lo afectará a el mismo, si matar a una persona que no ha elegido morir no respeta su autonomía, tampoco lo hace el que no cumple con el pedido de asistir a alguien en su muerte. Creo en el valor y en la dignidad del individuo. Ello exige que sea tratado con respeto y, en consecuencia, que sea libre para decidir sobre su propia muerte, ninguna moral racional puede prohibir categóricamente la terminación de la vida si ha sido ensombrecida por una enfermedad horrible para la que son inútiles todos los remedios y medidas disponibles, es cruel y bárbaro exigir que una persona sea mantenida en vida en contra de su voluntad, rehusándole la liberación que desea, cuando su vida ha perdido toda dignidad, belleza, sentido y perspectiva de porvenir. El sufrimiento inútil es un mal que debería evitarse, desde el punto de vista ético, la muerte debería ser considerada como parte integrante de la vida. Puesto que todo individuo tiene derecho a vivir con dignidad, también tiene el derecho de morir con dignidad. Por otro lado, en la eutanasia no voluntaria se apela al paternalismo, no pudiendo ser el propio paciente quien realiza la elección, otro decide por él basándose en lo que motiva la eutanasia: su propio interés o beneficio. Pero este argumento resulta difícil ¿Cómo sabemos cuál es su “propio interés” cuando lo que está en juego es la propia vida del sujeto? ¿Cómo hacerlo sin interponer nuestros propios intereses cuando se trata de un familiar o un amigo? ¿Cómo saber cuáles son los deseos del otro o que lo beneficia? El principio paternalista puede limitarse al bienestar del paciente o a la posibilidad de realización en su vida futura. Y si lo relacionamos con el argumento de calidad der vida ¿cómo estar seguros que esa vida no merece ser vivida? ¿Cuáles son los límites de una vida digna y quien los establece? Ésta es una situación muy difícil que se presenta para decidir la aplicación de la eutanasia, y ocurre cuando el enfermo cae en un estado de inconsciencia y éste se prolonga por varios meses o años. En estos casos, son varios los problemas a los que se enfrentan los familiares y los médicos. El primero es el saber si el enfermo está realmente inconsciente y, por consiguiente, no percibe los estímulos ambientales, está completamente aislado del mundo que lo rodea, no siente frío, calor ni dolor, no sufre y ha perdido la autoconciencia, o bien, si su padecimiento solamente le impide expresar sus sensaciones y pensamientos a pesar de que sí tiene conciencia. El segundo problema consiste en conocer con la mayor certeza posible si el estado de inconsciencia es irreversible o existe aún una esperanza fundada de que se recupere y, si éste es el caso, cuáles serían las secuelas de haber estado inconsciente, es decir, saber hasta qué punto volverá a ser una persona normal, a ser “el mismo que era antes”. El tercer problema se refiere a los cuidados de un enfermo en esta condición para mantenerlo vivo, lo cual incluye dos aspectos: 1) la atención técnico-médica que puede requerirse, por ejemplo, una máquina para mantener artificialmente la respiración y el funcionamiento del corazón, o tubos para alimentar e hidratar al enfermo vía sanguínea o intragástrica; y 2) la atención que deben brindarle los miembros de la familia todos los días, y la repercusión que tiene sobre ellos, en términos del consumo del tiempo habitualmente dedicado al trabajo o al descanso, de los problemas económicos resultantes y del deterioro emocional progresivo que todo esto conlleva. El cuarto problema se refiere a la posibilidad de ensayar tratamientos médicos o seudomédicos poco estudiados, pero que, dada la situación, puedan parecer atractivos, como fuente última de esperanza, para los familiares y para algunos médicos. El quinto problema, por supuesto, es la decisión final de suspender todo procedimiento –respiración, alimentación, hidratación, estimulantes cardíacos– para dejar morir al enfermo de manera “natural”, lentamente, mediante lo que sería eutanasia pasiva, o bien, administrar sustancias que causen la muerte rápidamente, mediante la eutanasia activa. ¿Es en beneficio del paciente el mantenerlo con vida de manera fútil? ¿Es ético que en estas condiciones se persevere en administrar la alimentación y mantener la hidratación mediante un tubo que se inserta en el estómago a través de la pared del abdomen y, si se considera necesario, administrar antibióticos para contrarrestar infecciones? Si la respuesta es sí, ¿este mantenimiento sería sin límite de tiempo (años) o se establecería un período máximo?, y una vez alcanzado, ¿se suspendería el tratamiento? ¿Es ésta una manera digna de vivir? ¿Hasta qué punto la situación física, emocional y económica de los familiares es una limitante justificada? y, si se toma la decisión de suspender la nutrición e hidratación, en cuyo caso el paciente morirá lentamente, en el curso de dos o tres semanas, aunque sin ningún dolor o sufrimiento, ¿no es más ético administrar una droga letal para producir una muerte rápida que por supuesto también sería indolora? ¿No es en el mejor interés del paciente dejarlo morir, o dicho de otro modo, no es un maleficio el prolongar su vida inútilmente? En resumen, la eutanasia se efectúa con el único fin de ayudar a los enfermos que sufren de alguna enfermedad degenerativa, irreversible y mortal. La eutanasia libera a las personas de la cárcel que se tornan sus vidas al adquirir una condición fatal. La función más importante que la voluntad cumple en el caso de la eutanasia voluntaria es la de afirmar el derecho que tiene la persona en esta situación extrema para permitir o ayudar a terminar con una vida que para ella ya no tiene sentido seguir viviendo, no debe pensarse que ese derecho se extingue tan sólo porque la persona no es capaz de ejercerlo directamente por carencia de la facultad respectiva. Es un caso bastante común en la sociedad que haya instancias para salvaguardar los derechos de quienes no lo pueden hacer por sí mismos. Puede afirmarse que una persona enferma de gravedad, sin mayores perspectivas de mejoría, y sin capacidad, de darle sentido a su vida, tiene todavía el derecho a que se le ayude a poner fin a esa situación. Bibliografía: 1. Singer, Peter. “Ética Práctica”, Ed. Cambridge University Press, Gran Bretaña, 1995. 2. Kuhse, Helga “La Eutanasia”, en compendio de Ética, Peter Singer (ed.) Ed. Alianza, Madrid, 2000. 3. Carolina Pallas, “Eutanasia: Argumentos a favor y en contra” 2005. 4. Colegio de Bioética y Foro Consultivo Científico y Tecnológico, Eutanasia: hacia una muerte digna, Julio 2008. 5. Javier Vega Gutiérrez, La «Pendiente resbaladiza» en la eutanasia. una valoración moral, Roma 2005. 6. Carlos R. Gherardi, “Eutanasia”, Buenos Aires 2003 7. Guillermo Soberón y Dafna Feinholz, “Muerte Digna, una oportunidad real”, México 2008. 8. César Nombela Cano - Francisco López Timoneda - José Miguel Serrano Ruiz- Calderón - Elena Postigo Solana - José Carlos Abellán Salort - Lucía Prensa Sepúlveda, “La Eutanasia: Perspectiva ética, jurídica y médica”, Madrid, Setiembre 2008. 9. Carmen Alicia García Otero, “La legitimidad moral de la eutanasia”, 26 de diciembre del 2005.


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