Proletarización y politización minera en Curanilahue, la importancia de la Huelga“Grande” del 20 en la construcción histórica del ser curanilahuinx1: (1864-1920)2 Gabriela González Guzmán y Sebastián Paredes Estimadas y estimados curanilahuinas y curanilahuinos: Buenas tardes, me llamo Sebastían Paredes Gajardo, Curanilahuino de tierra, sangre y corazón, nieto de campesino y minero, actualmente curso mi último semestre de licenciatura en Historia Universidad de Chile. Hoy me encuentro aquí con el fin de contribuir a la reconstrucción de la memoria histórica de Curanilahue y su gente, y ser un aporte - como persona - al desarrollo político, social y cultural comunal de este lugar, en pos de construir una comunidad que trabaje colectivamente desde sí y para sí. En esta oportunidad, junto con mi amiga Gabriela Gonzalez Guzmán, quien lamentablemente no pudo estar presente, Curanilahuina, y estudiante de Licenciatura en Historia de la Pontificia Universidad Católica de Concepción, hemos preparado una pequeña reseña histórica de los orígenes de Curanilahue y la minería del carbón: En primer lugar, cabe señalar que nosotros entendemos construimos historia social popular con énfasis en lo local/territorial: pensamos y escribimos historia desde la mirada de trabajadores, trabajadoras, pobladoras y pobladores -ya sea rural o urbano- de Curanilahue, en función de crear herramientas sociales de cambio, en pos del beneficio de la comunidad. En este sentido, la pregunta central que buscamos responder al momento de hacer historia es: Cómo se han reconocido históricamente, las y los habitantes, con el territorio que ha llegado a ser Curanilahue, a partir de las expresiones locales de las relaciones productivas asociadas a las principales actividades económicas de la zona, sostenidas y avaladas por un sistema político determinado, en palabras del historiador Omar Mella: “Es necesario tener presente que la población se constituye a partir de patrones globales de acumulación que inciden en cómo cada sujeto y las comunidades se van transformando. No es la decisión propia del campesino como ente social quien opta por ser minero, como no es decisión del minero formar asentamientos semicomunitarios o 1 Usamos la letra “x” (curanilahuinx), en tanto comprendemos la existencia de diversas identidades de género en lxs pobladorxs de Curanilahue. 2 Discurso en el marco de la actividad Museos de Media Noche, viernes 13 de octubre, Curanilahue. reconvertirse a obrero forestal. En una sociedad el sistema económico es quien mueve a la transformación de las comunidades (aunque sea involuntaria e inconsciente) con más o menos sentido de autodeterminación según sea su condición histórica”3 En mi desarrollo intelectual enfocado hacia la historia local de Curanilahue, no he podido dejar de hacerme estas preguntas, las cuales pienso que se puéden responder parcialmente, dependiendo la metodología y enfoque a utilizar: ¿Qué condiciones a nivel local, generaron las transformaciones económicas globales y nacionales a lo largo de la historia de Curanilahue? ¿En qué medida, dichas condiciones económicas, influyeron cultural, social, y políticamente en las y los curanilahuinos? ¿Cómo respondieron las y los habitantes curanilahuinos a estas transformaciones? En esta oportunidad pretendemos responder parcialmente estas interrogarrente, enfocadas al proceso ya señalado... En primer lugar cabe señalar que el territorio Curanilahuino ha sido campo, bosque, mina, y plantación forestal de monocultivo, cuatro espacios económicos principales que se han transformado e interrelacionado a través de la historia, dando el sustento material para que se constituya la sociedad curanilahuina. Del campo apareció la fuerza de trabajo para las minas, también la producción alimentaria necesaria para la subsistencia de los mineros y sus familias, el bosque, fue espacio de recolección de frutos, y/o productos forestales que permitieron subsistencia y acumulación para el campo, y en el caso de la madera - ya sea nativa o monocultivo - era funcional al trabajo de la minería, puesto que esta actividad demandaba un consumo constante de madera. En sus orígenes el suelo tenía un uso silvoagropecuario, orientado hacia la explotación maderera del bosque nativo, la recolección de productos forestales no maderables (principalmente para el consumo), la agricultura -destacando la producción triguera-, la “cáscara de lingue”, y la crianza de ganado. El territorio se encontraba distribuido en grandes fundos como: “El Descabezado”, “Caramavida”, “Pilpilco”, “Los Ríos”, entre otros, cabe señalar, que el fundo “Los Ríos” fue comprado por Luis Cousiño a Juan Mackay en 1864, pudiendo entenderse como el primer indicio de la actividad minera en la zona, puesto que aparece el apellido pionero de la minería del carbón en Chile. Sin embargo las primeras certezas de la existencia de carbón en la zona aparecen en 1883, cuando expertos ingleses descubren el mineral bajo la superficie del sector llamado “El Dos”, propiedad en ese 3 Mella, Omar. Breve Historia de Curanilahue. Cuadernos del Bio-Bio, Cuaderno N° 28. Concepción, 1999. Pág. 10. entonces de José Manuel Avello. Ya en 1890 Ramón Rabal adquiere el fundo “Los Ríos de Curanilahue” y comienza trabajos de explotación minera con una gran cantidad de trabajadores. Sin embargo estas no fueron las primeras minas en funcionar, 5 años antes la Sociedad Arauco Ltda. - en su mayoría conformada por capitales ingleses y cuyo presidente era John Thomas North, el denominado Rey del Salitre - comenzó con faenas extractivas en las formaciones carboníferas de Peumo, Cólico, Descabezado y Plegarias. Esta empresa obtuvo la concesión de un elemento crucial, que impulsó el establecimiento definitivo de Curanilahue, la línea férrea, concesión que fue cedida por Gustavo Lenz a la empresa en 1886, llevando a cabo la construcción de los rieles desde Concepción hasta Plegarias, obra que finalizará en 1890. El ferrocarril se constituirá como un eje de desarrollo económico, dinamizando el transporte comercial del carbón y la madera nativa, mejorando la calidad de transporte humano, modernizando comunicaciones, y contribuyendo al progreso integral urbano del territorio Curanilahuino, en los pueblos y aldeas por donde cursaba, es pertinente recordar algunas estaciones en nuestra comuna: Estación de la Cruza, Estación del Dos y Plegarias, Estación Colico Norte, Estación Buena Esperanza. Las faenas de la compañía de Arauco, de acuerdo a la Memoria del Ministro del Interior presentada al Congreso Nacional en 1893, tenían una producción anual de 21.286 toneladas de carbón, ocupando un promedio de 250 trabajadores al día.4 Por otra parte en 1905, don Ramon Rabal formaliza la “Compañía Carbonífera los Ríos de Curanilahue”, con una extensión territorial de 1631 ha., dando continuidad, integración y mayor cobertura a las explotaciones que Don Ramon había iniciado.5 La mano de obra necesaria para el funcionamiento de estas grandes empresas llegó desde el campo, los crecientes yacimientos mineros, y su forma capitalista y preindustrial de producción, donde apareció el salario y el turno como formas laborales, atrajeron a peones agrícolas, acostumbrados a la movilidad y el trabajo estacionario, a ingresar a las filas del proletariado minero. El peón, al proletarizar su vida como minero, abandonó una garantía fundamental y característica del trabajo agrícola, la vivienda. Viéndose obligado tempranamente a asumir su 4 Ibíd. pág 39. 5 Idem. rol como constructores de su propio destino, y a erigir las primeras chozas rústicas y artesanales, dando paso a las primeras tomas y campamentos que alojarán a los habitantes del pueblo de Curanilahue. Este proceso ha atravesado, y continuará haciéndolo así en la historia de Curanilahue, adquiriendo diversas expresiones a partir de múltiples factores, lo cual nos perfila una importante dimensión de análisis histórico local, la vivienda como problemática histórica de las y los pobladores/as curanilahuinas/os. Dimensión que debemos de tener en cuenta a la hora de plantear y desarrollar políticas y acciones para enfrentar el problema actual de la vivienda en la comuna, donde las tomas de terreno, adquieren un rol fundamental a la hora de constituir identidad, organización y realidad en la construcción sociourbana de las personas de la comuna, donde problemáticas como la pobreza, la precariedad y la violencia, son fenómenos que no podemos ni debemos asumir con normalidad, sino, problemas que debemos enfrentar de manera social y colectiva. Estos problemas sociales, tuvieron una aguda expresión en el desarrollo laboral de la minería en Curanilahue, entendiendo que las explotaciones se inician bajo el contexto de la Cuestión social en Chile, caracterizado por álgidas condiciones de pobreza y marginalidad en las clases populares de todo el país, ya sea en el campo, o en la ciudad, en lo artesanal o lo industrial, donde la razón principal la encontramos en la falta de un equilibrio en las relaciones capital-trabajo, es decir, una sobreconcentración del poder por parte del patrón y en desmedro de los trabajadores, donde el rol tardío del estado, como legislador social y laboral, derivó en que el proletariado se tuviera que enfrentar a pésimas condiciones materiales tanto laborales, como de vida en general, como las ya mencionadas condiciones de vivienda. Esto, sumado a las particularidades de la minería subterránea del carbón, generó que en sus inicios, el trabajo minero en la comuna, y en toda la zona del carbón, fuera una de las actividades económicas más esforzadas, explotadoras, y peligrosas: jornadas de trabajo de hasta 14 horas diarias, desmedida sobrecarga laboral, bajos salarios, pago en fichas -lo que implica un monopolio comercial por parte de la empresa, dado que ella fija los precios- enfermedades broncopulmonares por montones, precarias condiciones laborales, y en consecuencia, trágicos accidentes a la orden del día, y constantes abusos físicos y sicológicos por parte de los patrones, contribuyeron a naturalizar la violencia en la sociedad curanilahuina finisecular: violencia como opción frente a las rigurosas condiciones de vida, o bien como manifestación de rebeldía frente a una realidad injusta6, lo que detonó en una multiplicidad de resistencias viscerales, según palabras del historiador Sergio Grez, a la proletarización y sus inherentes abusos, materializados en violentos motines: El año 1891 los mineros de Colico se amotinaron durante las Fiestas Patrias, aprovechando la coyuntura, para ejercer presión sobre los patrones y satisfacer sus demandas laborales: El 6 de septiembre se informaba desde Arauco al Intendente de Concepción de “dos incendios en población y dos casas saqueadas”, de rumores que aseguraban que esa noche se dejarían caer los mineros, de nuevos incendios y “saqueos a dos establecimientos industriales” cometidos por “400 hombres ebrios”, estos motines fueron sangrientamente reprimidos por los soldados.7 Hechos que reflejan el alto grado de violencia, la espontaneidad, la falta de organización, métodos y objetivos claros en la acción reivindicativa de los mineros curanilahuinos en la transición de siglo, consecuente con las dinámicas de resistencia del proletariado chileno en general en aquella época. El desarrollo histórico del proletariado chileno ha manifestado procesos sociohistóricos similares, con desfases y diferencias en función de sus condiciones regionales y locales particulares, pero en general, la clase trabajadora se politizó, comenzando un proceso de transición en las formas de lucha, en palabras de sergio Grez: “Durante este período las aspiraciones y reivindicaciones de los trabajadores tendieron crecientemente a expresarse a través de los petitorios y las huelgas, métodos característicos del movimiento obrero. La violencia popular se convertía progresivamente en un elemento secundario de las movilizaciones proletarias, jugando un circunstancial rol de apoyo para vencer ciertas resistencias patronales o de grupos de trabajadores más timoratos y reticentes a la acción reivindicativa.”8 En este contexto los mineros van a desarrollar un mayor grado de conciencia política, comprendiendo los orígenes de sus problemáticas, y constituyendo organizaciones sociopolíticas de corte reivindicativo, basadas en la solidaridad de clase, y el cooperativismo intrínseco a las faenas en la mina, donde el trabajo necesariamente debe ser colectivo y coordinado, generando relaciones laborales estrechas, hasta el punto de la amistad. 6 Ibíd, pag. 40. 7 Grez, Sergio. Transición en las Formas de Lucha: Motines Peonales y Huelgas Obreras en Chile (1891-1907). Proyecto FONDECYT Nº1980725, pag. 3-4 8 Ibid. pág. 64. Ya en marzo de 1902 ocurre la primera huelga obrera de importancia, apareciendo los primeros pliego reivindicativo, de la mano de la primera organización sociopolítica, la mancomunal, llegando a vincularse con el Movimiento Obrero Nacional, al participar en la Primera Convención Nacional de Mancomunales en 1904. Esto da cuenta del grado de madurez política alcanzado por los mineros, lo cual se acentúa con la movilización de 1903 donde el objetivo principal no será mejorar directamente sus condiciones salariales y laborales, sino que, solicitan al gobierno imponer un gravamen sobre las importaciones del carbón extranjero, solicitud que no se aprueba, pero el hecho de solicitarla es una demostración de inteligencia política, ya que apela a transformaciones de la política económica nacional que serán beneficiosas para la comercialización de la producción de carbón nacional.9 Durante la década del centenario existieron diversos focos y proyecciones de acción política de los mineros del carbón, donde encontramos una estrecha relación entre el movimiento y el periodismo, siendo este vínculo una característica del movimiento obrero nacional: “A modo de ejemplo, en marzo de 1918 una comisión obrera procediente de Curanilahue fue a solicitar al director del periódico La Razón, Juan Vargas, que fuera intermediario de sus peticiones obreras ante la administración de la empresa, situación que fue aceptada tanto por él, como por la propia empresa, siendo parte de la comisión negociadora”10 Para 1916 encontramos la primera huelga larga, los motivos eran los mismos, dignificación laboral y salarial, y la respuesta también, el resultado: cinco muertos y decenas de heridos. Ese mismo año se produce una movilización de 80 militares desde el destacamento de Chacabuco al sector de plegarias, con el fin de resguardar la mina y el poblado ante una amenaza de movilización. Cabe destacar la vinculación y acción del Partido Demócrata y el respaldo de la Federación Obrera de Chile - fundada en 1905 - lo que daba cierto peso institucional a las demandas obreras, sin embargo, los avances nunca fueron tan consistentes, principalmente debido a la constante negativa patronal por aceptar las 9 Op. Cit. Mella. pág. 52-53 10 Ibíd. Pág 54 demandas, e incluso sus intentos por precarizar las condiciones laborales, específicamente en sus diversos intentos de bajar los sueldos.11 Todas estas experiencias políticas y organizativas constituyeron un proceso de constitución y consolidación de una base social comunal organizada, y dispuesta a luchar por mejorar sus precarias condiciones laborales. Este potencial de acción política se expresó en un hecho político organizativo de gran envergadura: la gran huelga de 1920, la cual, al igual que el proceso de movilización frente a la crisis terminal del carbón, comenzó en Curanilahue, donde, según Omar Mella, las condiciones de trabajo eran incluso más rigurosas que en otras zonas carboníferas.12 Las asambleas de los trabajadores de la compañía “Los Ríos de Curanilahue” elevan un pliego de peticiones, del cual no se recibe respuesta empresarial, el 8 de marzo se paralizan las faenas, y el día siguiente se adhieren al conflicto los obreros de Plegarias, Colico, Lota y Coronel, coordinados en torno de la FOCH, la represión militar no se hace esperar, sin embargo la huelga persiste, y empiezan a aparecer acciones solidarias - ayuda para mantener la huelga - por parte de diversos núcleos obreros a lo largo de todo el país. La paralización minera de Curanilahue, Lota y Coronel, duró 87 días, y finalmente, tras mediación estatal y árduas negociaciones se concedieron las siguientes “leyes laborales”: “(...) la pronta implementación de la jornada de 8 horas, el aumento de los salarios a no más del 20 por ciento, asegurar a los obreros el cumplimiento de la ley de accidentes del trabajo, pedir al gobierno que la zona carbonífera fuera una zona seca. (..) que las dificultades colectivas que ocurrían en el trabajo debían ser resueltas y estudiadas por una Junta de conciliación de patrones y obreros. La reorganización de policías particulares a cargo del ministerio de interior, la indemnización, por parte del Estado, de los muebles e inmuebles destruidos, por parte de las empresas, a los obreros despedidos durante la huelga.”13 El desarrollo histórico de la politización minera en nuestra comuna, y su canalización en la Gran Huelga de 1920, es un claro ejemplo del potencial histórico que reside en las personas comunes y corrientes, puesto que fue un hito tanto en su proyección geográfica, debido a que la extensión e influencia espacial que tuvo la paralización, llegó a involucrar indirectamente a sectores de todo el largo territorio nacional, como en su proyección política, 11 Ibíd. Pág. 55-56 12 Ibíd.Pág. 78 13 Valenzuela, Marcelo. La Huelga “Grande” del Carbón en Lota, Coronel y Curanilahue. Universidad de Concepción. Concepción 15 de octubre de 2013. pag. 83-84. en tanto apareció una nueva forma de intervención estatal en los conflictos entre el capital y el trabajo, el estado ya no era un aval, cómplice y ejecutor de las sangrientas matanzas represivas para con las movilizaciones de Valparaiso(1903) Santiago(1905) e Iquique(1907), “En 1920,(el estado) se convirtió en un interventor y árbitro de los conflictos laborales; cumplió con su función de mantener el orden público en las zonas carboníferas y con lograr una solución pactada entre los trabajadores y el empresariado.”14 La historia de las y los habitantes de nuestra comuna tiene cientos de ejemplos la capacidad que tenemos como comunidad para hacernos cargos de nuestro propio destino, para transformar la realidad en la que vivimos y sobreponernos a condiciones adversas de explotación, donde los intereses que los grandes empresarios foráneos tienen sobre la infinidad de riquezas existentes en nuestros territorios, pareciera ser de mayor envergadura que el derecho de vivir en paz. Es nuestra responsabilidad luchar por esa paz y construirla acorde a nuestras propias necesidades, organizándonos e identificando nuestras problemáticas, deliberando soluciones, planificando y llevando a cabo acciones colectivas, que desemboquen en mejoras concretas para que la vida que compartimos en este territorio sea más sana, más libre, más digna. Bibliografía: - Valenzuela, Marcelo. La Huelga “Grande” del Carbón en Lota, Coronel y Curanilahue. Universidad de Concepción. Concepción, 2013 - Mella, Omar. Breve Historia de Curanilahue. Cuadernos del Bio-Bio, Cuaderno N° 28. Concepción, 1999 - Grez, Sergio. Transición en las Formas de Lucha: Motines Peonales y Huelgas Obreras en Chile (1891-1907). Proyecto FONDECYT Nº1980725 13 de octubre de 2017 14 Idem.
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