INTRODUCCIÓNA modo de breve presentación, somos un conjunto de estudiantes de la Universidad de Chile pertenecientes a distintas generaciones y menciones de la carrera de Antropología. Tenemos como objetivo problematizar diversas temáticas referentes a la salud desde una perspectiva crítica mediante la sistematización de información, difusión, creación de instancias de debate, entre otras. Nos encontramos en un proceso de autoformación y de visibilización de problemáticas, por lo que este taller se inserta dentro de lo que es el inicio de tal proceso, el cual tiene como fin una visión introductoria hacia una visión crítica de lo que es la biomedicina y su sustrato cultural. Presentamos este documento como insumo de lo que fue este taller. Los contenidos de este son generales y no se tratan todos los puntos en profundidad ya que su carácter es meramente introductorio. La idea es analizar críticamente este sistema para dar cuenta de que no es el único sistema médico y de que posee -‐al igual que otros sistema médicos-‐ un componente cultural, valores, creencias, prácticas e interpretaciones que escapan a una justificación objetiva, empírica y unívoca. Esperamos que sea de utilidad para abrir el debate sobre los temas planteados, de forma que se sigan trabajando en distintos espacios. Línea de Investigación Antropología de la Salud, 2015. Para comenzar… ¿QUÉ ENTENDEMOS COMO CULTURA? La cultura desde la antropología puede ser entendida como una “malla o matriz de influencias colectivas que modelan las vidas de grupos e individuos” (Evans et. al, 1996: 112-‐113), en donde, según Hahn (1995), se pueden identificar cuatro componentes básicos; un dominio de conocimiento o creencia, un sistema de valores e ideales de comportamiento, modos organizados para enseñar este dominio y sus valores culturales a través de las generaciones y, finalmente, la presencia de normas de comportamiento y práctica. Tomando los planteamientos de Giroux (2003), entendemos que estos dominios, los valores, las formas de organización y las normas, se encuentran conformadas en base a las relaciones de poder dentro de nuestra sociedad, en donde se encuentra una clase dominante y otra oprimida. En este sentido, “la transmisión cultural y de conocimiento se encuentra compuesta por los intereses de los grupos dominantes de la sociedad, el cual, en las sociedades occidentales es fundamentalmente sexista, patriarcal y blanco. Se produce una hegemonía ideológica que se refiere a los sistemas de prácticas, significados y valores que dan legitimidad a los dispositivos institucionales y al interés de la sociedad dominante” (Giroux, 2003). Fig.1: Esquema resumen de lo expuesto. Esto es lo que denomina Giroux como la cultura del positivismo, en donde los dispositivos institucionales se reproducen, en parte, mediante una forma de hegemonía cultural, la cual busca reproducir, además, sujetos pasivos y sin memoria histórica. De esta forma, entendemos la cultura como esta red de relaciones de poder en donde hay una hegemonía como también resistencias en sus distintos dominios, siendo aquello lo que buscamos fomentar y dar a conocer, de forma de subvertir éstas lógicas culturales. Por tanto, planteamos también la importancia de tomar una perspectiva crítica desde la antropología, como plantea Merril Singer (1995), se debe desarrollar una antropología médica crítica, que no solamente comprenda, sino que también responda a los asuntos y problemas de la salud, enfermedad y tratamiento. En consecuencia, se aplicaría al campo clínico, de la educación de la salud, desarrollo de proyectos, institutos de investigación en salud, cuerpos de salud internacional, movimientos de salud, etc. (Singer, 1995). Para lograr esto, Singer propone dos formas para volver la disciplina más práctica. En primer lugar, adoptar una praxis correctora del sistema, (propuestas de mejoras materiales), y, en segundo lugar, una praxis desafiante del sistema, (en donde se busca el origen de la inequidad social). A la vez, establece cuatro formas desde las cuales una antropología médica crítica puede aportar: a. enmarcar el contexto local en uno nacional o a nivel mundial. b. tener en cuenta cómo, históricamente, la cultura ha actuado como determinante del comportamiento humano. c. orientación hacia un levantamiento consciente y empoderamiento por parte de los sujetos, a través de la acción de develar las raíces estructurales del sufrimiento y la enfermedad. d. énfasis en las relaciones sociales como fuerzas determinantes, prestando atención a los alineamientos de las fuerzas en la práctica. LOS SISTEMAS/MODELOS MÉDICOS “un conjunto de premisas, ideas, recursos y acciones que tiene la gente para organizar sus percepciones y experiencias de eventos médicos, para organizar sus intervenciones y enfrentar y controlar situaciones relativas a la salud, definiendo los problemas de salud-‐ enfermedad y generando soluciones para ellos”. (Citarella, 2000: 495) Perdiguero introduce elementos socioculturales señalando que “el comportamiento frente a la enfermedad, o el similar de búsqueda de la salud, considera los modos de entender la salud y la enfermedad y buscar tratamiento como socialmente construidos” (Perdiguero, 2006: 37). Por otro lado, tenemos la definición de Menéndez quien habla de modelos médicos o modelo de atención, señalando al respecto que corresponde a “la atención de los padecimientos en términos intencionales, es decir, que buscan prevenir, dar tratamiento, controlar, aliviar y/o curar un padecimiento determinado(…) y que tienen que ver con las condiciones religiosas, étnicas, económico/políticas, técnicas y científicas”. (Menéndez, 2003: 186) Los sistemas o modelos médicos son formas en que los individuos organizan sus nociones y encausan sus acciones respecto al proceso de salud y enfermedad, por tanto, expresa la forma en que los sujetos están entendiendo sus procesos de salud y enfermedad, buscando un tratamiento socialmente construido acorde a padecimientos que se relacionan a condiciones religiosas, étnicas, económico/políticas, técnicas y científicas. En términos generales, “la forma en que un grupo articula su saber médico con el saber de los otros sectores es lo que posibilita entender su tipo de saber, al que, por otra parte, no se define en términos de tradicional o moderno ni de científico/no científico” (Menéndez, 1994: 76). La anterior definición que hemos planteado surge a partir de una puesta en común de lo que han señalado Citarella (2000), Menéndez (1994, 2003) y Perdiguero (2006) respecto a los sistemas y modelos médicos. Mientras el primero señala que un sistema médico es A partir de las definiciones anteriores, es posible percatarse que los sujetos no se ligan exclusivamente a un sistema médico, sino que articulan distintos saberes, por tanto distintos modelos o sistemas para poder enfrentar el proceso de salud enfermedad que a cada uno de ellos les parezca más adecuada en relación a las condiciones sociales y culturales en las que se encuentran. Es así como la noción de “sistema médico “o “modelo médico” funciona más en un plano analítico como categoría flexible que como estructura rígida que representa la realidad. Sin embargo, es posible señalar que, dentro de la cultura occidental, se puede dar cuenta de una relación jerárquica entre sistemas médicos en el que la biomedicina se presentaría de forma hegemónica1 frente a otros sistemas médicos, imponiendo a las sociedades su cánones de validez basados en la racionalidad científica y el empirismo (cuestión que será explicada más en detalle en el siguiente apartado). Fig. 2: Hegemonía de la Biomedicina por sobre otros Sistemas/Modelos Médicos ¿POR QUÉ ENTENDEMOS LA BIOMEDICINA COMO UN SISTEMA CULTURAL? Entendemos que la Biomedicina es un sistema cultural y, por tanto, una etnomedicina entre 1 Es por esto que entendemos la Biomedicina como un Modelo Médico Hegemónico (MMH). muchas otras (Hahn, 1995). De esta forma se encuentra enraizada en presuposiciones y valores culturales, asociados con reglas de conducta e incrustada en un contexto histórico-‐social mayor. En términos culturales, la Biomedicina estaría a un mismo nivel categórico que otro sistema médico, por ejemplo, del Sistema Médico Mapuche. Sin embargo lo que la diferencia es que ha adquirido una tendencia hegemónica y que se encuentra extendida a nivel mundial (Hahn, 1995). Es por ello que en adelante se entenderá la Biomedicina como un “Modelo Médico Hegemónico” (MMH), indistintamente. La Biomedicina es hija de la ciencia moderna occidental, por ello sus principios radican en la sistematicidad, predictibilidad, empirismo y mensurabilidad de un fenómeno científico. La ciencia moderna se basa en lo que se ha denominado como “teorías”, es decir, “un cuerpo coherente y maduro de declaraciones interconectadas, basadas en el razonamiento y la evidencia, que explican una variedad de observaciones” (Futuyma, 2009). Una teoría es una “propuesta” para explicar distintos fenómenos, por tanto, aunque se base en hechos observables, sigue siendo una teoría (Futuyma, 2009). Así, se entiende que las teorías pueden cambiar. Por lo tanto, las disciplinas científicas en general son sometidas a cambios constantes. Y debido a que las teorías son básicamente formas de explicar un fenómeno, puede ocurrir que una sociedad no acepte un principio básico que podría parecer indispensable para la comunidad científica. Dado lo anterior, se entiende la Biomedicina como un producto de la ciencia moderna que como tal es un sistema cultural, compuesta de presuposiciones, valores, reglas de conductas y contexto histórico-‐social compartido por una comunidad: la comunidad científica. Además, es posible entender la salud como una producción social, una construcción cultural que se da en colectivo, “pues la sociedad define lo que posee salud o, más bien, da una expresión sanitaria a ciertas realidades en lugar de otras” (Fassin, 2004: 295). Una característica prominente al definir el dominio de la Medicina Biomédica es la designación del sujeto del trabajo médico: la Biomedicina previene y cura, estudia y trata, no personas, no sus cuerpos, sino las enfermedades de los cuerpos. Esto contrasta con muchos otros sistemas médicos no occidentales, en los cuales el sanador trata desórdenes que no son sólo corporales, sino personales, sociales e incluso cosmológicos. Es por ello que la Biomedicina como sistema cultural incorpora una visión “occidental” del cuerpo como sistema biológico-‐orgánico, mensurable, entendiendo que el trasfondo de este sistema cultural es la ciencia moderna occidental, como ya se señaló anteriormente. Por ello, se considera que el cuerpo y sus partes componentes poseen funciones y tareas normales. Esta noción de normalidad es tomada desde un punto de vista estadístico, es decir, aquello que ocurre con más frecuencia en la población. De este modo, la salud es definida por la Biomedicina como un estado del organismo cuando funciona óptimamente sin ninguna evidencia de enfermedad o anormalidad, que puedan implicar la incapacidad de cumplir las tareas sociales (Bustos, 2005). Retomando la comprensión biologicista que tiene la biomedicina sobre el cuerpo humano, podemos decir desde la bioantropología que los cuerpos no son universales ni estandarizables. El humano como ente biológico se divide en dos elementos: la codificación genética de la especie y su expresión en características físicas observables, es decir, el genotipo y fenotipo (respectivamente). Respecto al estado biológico del individuo existe un elemento genético y hereditario que es diferente para cada persona y que entrega cierto grado de variabilidad, que, a la vez, se ve influenciado por el comportamiento y presiones ambientales (Bersh, citado en Vergara; 2007). Estas presiones ambientales se entienden en tanto naturales (medio ambiente) como referidas al entorno social o estilo de vida, por ello se hace necesario comprender al humano no sólo “en su vertiente corporal, como pudiera entenderse, sino integralmente, en cuanto persona portadora de valores, de inquietudes y dotada de unos componentes también espirituales y mentales o psicológicos” (Bouché, 2001: 63). Además de la noción biológica, debemos considerar desde lo cultural que el cuerpo no es la frontera determinante del individuo humano, sino que genera relaciones, perspectivas de mundo, reconstrucciones proyectivas e incluso organizan el propio Yo frente a los otros. En definitiva estamos ante la presencia de un cuerpo social. Nuestro cuerpo no es solo nuestro, sino que “se constituye como la metáfora explicativa más importante de lo grupal-‐social” (Bouché, 2002: 68). Así, y considerando la salud como un fenómeno cultural, la enfermedad siempre tiene una fuerte significación social, que requiere una interpretación que exceda el cuerpo individual (Bustos, 2005). La ciencia occidental y, por tanto, la biomedicina manejan y utilizan concepciones de la naturaleza y el cuerpo que conforman una perspectiva entre tantas otras, existiendo culturas que entienden estos conceptos de manera incluso inversa. Estas reflexiones se cristalizaron cuando en 1946 la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió la salud como “El estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de enfermedad” (Vergara, 2007). En conjunto con esta definición de salud, la OMS desarrolla el concepto de “Determinantes Sociales de la Salud” (DSS), definidos como “las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluido el sistema de salud. Esas circunstancias son el resultado de la distribución del dinero, el poder y los recursos a nivel mundial, nacional y local, que depende a su vez de las políticas adoptadas”. (OMS, 2015). La relatividad que se ha incorporado en la noción de la biomedicina se puede expresar en las diversas percepciones que tienen las distintas comunidades culturales sobre elementos como políticas de educación sexual, prevención del VIH, terapias de trasplantes de órganos, anticonceptivos, órganos y tejidos artificiales, medicalización, prácticas clínicas, entre otros (Craig y Kitty, 2009). A continuación se presentan dos ejemplos que permiten entender la biomedicina como un sistema cultural. En primer lugar, se presenta un caso, el de la Amazonía, en donde existen distintas construcciones en torno al cuerpo, la naturaleza y lo social, lo que permite comprender que las nociones que construye la biomedicina no son únicas ni universales. Así también, se presenta un segundo ejemplo, que hace mención a la aplicación de esterilizaciones forzadas en Perú, que lleva a entender que la biomedicina también ha impactado en las mismas sociedades aparentemente occidentalizadas que manejan, sin embargo, distintos sistemas médicos con diferentes nociones de cuerpo. EJEMPLO 1: AMAZONÍA, OTRA NOCIÓN DE CUERPO Desde la antropología y, sobre todo, desde la escuela estructuralista podemos observar el caso de la Amazonia y el ‘multinaturalismo’. En nuestro caso occidental se considera la naturaleza y por tanto el cuerpo como lo universal y continuo sobre el cual se erigen culturas diferenciadas y creadas, lo dado es la naturaleza y lo construido es la cultura. En muchas culturas amazónicas esto resulta a la inversa, lo dado, el continuo universal es lo social y cultural (el ser humano y el Jaguar provienen del mismo sustrato cultural), y lo construido y diferenciado sobre eso es el cuerpo, moldeado en formas distintas según con quién se vive. Es por eso que cuando nace un niño no necesariamente es considerado como humano, sino que su cuerpo debe ser moldeado para formar parte de aquella ‘naturaleza’. Aquello también permite explicar el hecho de que un chamán pueda transformarse en un Jaguar, ya que al ser ambas especies sociales, el poder que posee el chamán es el de cambiar de cuerpo. EJEMPLO 2: IMPACTO DE LA BIOMEDICINA A TRAVÉS DE ESTERILIZACIONES FORZADAS DURANTE EL SEGUNDO GOBIERNO DE FUJIMORI Perú ha vivido distintos procesos históricos que permiten asegurar que con la llegada de los españoles, se puso inicio a un constante proceso de institucionalización de las desigualdades sociales como de género. Por esto, para poder comprender cualquier fenómeno que involucre a una población que se encuentra en una posición de inferioridad en una escala de jerarquía, se deben tener claras las dinámicas de poder que se han establecido por distintos criterios en el territorio peruano. Perú se divide en cuatro zonas geográficas con características propias: la zona costera, la sierra, la zona andina y la zona amazónica. En especial, existe un contraste entre dos de ellas: la zona costera y la zona andina-‐amazónica, pues mientras la primera se ha caracterizado por ser el área más occidentalizada de la República, la segunda concentra la mayoría de las etnias indígenas actuales y un mayor índice de pobreza (Manzanares, 2007). Históricamente hablando, se puede señalar que la población de esta zona ha sido foco de discriminación, siendo las mujeres de este sector del país (analfabetas, quechuahablantes y habitantes del mundo rural andino) las que se ubican en el escaño más bajo de la sociedad (Alvites & Alvites, 2007). Durante el período que duró el conflicto armado interno entre Sendero Luminoso y el Estado Peruano, se intensificaron las desigualdades sociales y de género. En los 90’ asume la Presidencia Alberto Fujimori (primer gobierno), declarando en 1991 el Año de la Austeridad y la Planificación Familiar, lanzando el Programa Nacional de Población (1991-‐1995). El 28 de Julio de 1995 (cuando asume el segundo gobierno), Fujimori anunció que llevaría a cabo un programa de planificación familiar. Dos meses más tarde, el Congreso aprobaría la modificación de la ley de población que excluía la esterilización como método de planificación familiar, estableciéndose así el punto de partida de los programas de Anticoncepción Quirúrgica Voluntaria (AQV) (Succar et al, 2002). Se orientó, entonces, la campaña del Ministerio de Salud MINSA y del Instituto Peruano de Seguridad Social a promover la planificación y la esterilización quirúrgica en las zonas más pobres de Perú, con plena participación de organismos internacionales como el Fondo de Población de las Naciones Unidas y diversas ONGs. (Succar et al, 2002). Sin embargo, no fue sino a partir del segundo semestre de 1995 que las esterilizaciones se vieron impulsadas por personal de salud y priorizada en mujeres indígenas de la zona andina, de la zona amazónica, de zonas rurales y de las zonas marginales de la urbe (Succar et al, 2002), organizándose formas de captación de usuarias como festivales de ligaduras, ferias populares, establecimiento de premios y amenazas al personal de salud que no lograba realizar o cumplir cuotas de AQV impuestas desde el nivel central del Ministerio de Salud MINSA. personal con la fertilidad del campo (Succar et al, 2002). De esta forma, varias campesinas han sentido la sequedad de sus cuerpos paralelamente a la sequedad de sus campos, pensando que si consiguen tener un hijo, podrán recuperar sus tierras fértiles. La cosmovisión andina en relación a la maternidad y la fertilidad no se consideró durante la aplicación de este programa, ignorando la idiosincrasia de los lugareños durante el proceso de las campañas de esterilización. A la par con el tema de la fertilidad, ignorar la visión del tiempo del mundo andino como cíclico, expresa una repetición de los eventos en que no existe una idea de lo irreversible o definitivo. Por eso, les resulta muy difícil entender el hecho de que nunca más volverán a tener un hijo (Succar et. al, 2002). Estas esterilizaciones forzadas provocaron, por lo tanto, una crisis social y cultural en la población andina. Bajo la idea de erradicación de la pobreza y el progreso, desde el gobierno y con apoyo del sistema biomédico como acoplamiento a una ideología dominante, se mermó no sólo el cuerpo físico de estas mujeres, sino también su aspecto social y su aspecto simbólico. La población de mujeres pobres, indígenas, quechuahablantes y habitantes del mundo rural andino, también fueron discriminadas por edad fértil, llevándose a cabo la esterilización forzada en menores de 35 años en un porcentaje de 55,7% (Succar et al, 2002). Esta política tuvo caracteres de enaltecer una raza nacional en desmedro de una población a eliminar, por características que impedirían el desarrollo y el progreso de la nación peruana (Cayuela, 2008), dando cuenta de una posible política eugenésica. La mayoría de las víctimas de las esterilizaciones forzadas no sólo fueron lesionadas físicamente, sino que también vieron afectada su cosmovisión andina, en donde la pérdida de la fertilidad para ellas representa un quiebre en sus vidas. La mentalidad colectiva andina liga la fertilidad ¿CÓMO SE EXPRESA LA BIOMEDICINA EN CHILE? DATOS DEMOGRÁFICOS -‐ ENVEJECIMIENTO EN CHILE Para poder comprender el fenómeno de envejecimiento de la población del país, primero es necesario abarcar el problema de su traspaso como concepto desde las ciencias médicas hacia las ciencias sociales en tanto la vejez habla de dos dimensiones que se encuentran de forma simultánea: la edad como un proceso biológico y la edad como una construcción sociocultural (Osorio, 2005). Esto último permite entender cómo en sociedades productivas, como la chilena, la vejez no sólo se asocia a una edad cronológica, sino que también al decaimiento productivo, es decir, a la inutilidad productiva del sujeto (Edwardh, 1987). En este sentido, los sujetos que envejecen son la masa económicamente activa de nuestro país. Cuando se dice que nuestro país está envejeciendo, se hace mención al cambio en las relaciones entre las estructuras de edades en la población. Este cambio demográfico ha sido graficado a partir de pirámides poblacionales que permiten comparar, mediante proyecciones, la estructura de la población por sexo y cohortes de edad desde 1975 a 2050. La siguiente figura da cuenta de este fenómeno. jóvenes que de personas mayores, a una pirámide prácticamente rectangular, que apunta a una sociedad con una población distribuida homogéneamente entre las distintas edades (Ministerio de Desarrollo Social, 2012). Esto estaría explicitando un proceso denominado revolución demográfica, es decir, un cambio drástico de las condiciones iniciales en un lapso breve de tiempo debido a un aumento de la esperanza de vida con una disminución de la tasa de natalidad, ligado a una revolución tecnológica. Las consecuencias de esta transición demográfica se manifiestan en un aumento de la longevidad, en la necesidad de problematizar el rol social del viejo, en la poca respuesta que ha entregado el marco institucional para hacer frente al cambio rápido, implementando políticas públicas poco eficientes respecto al tema (Osorio, 2005), y en la necesidad de replantearse la ética biomédica desde esta perspectiva poblacional. -‐ Fig. 4: Proyección del cambio demográfico a través de pirámides poblacionales. Fuente: Observatorio Demográfico CELADE-‐CEPAL, 2009. Si se analizan los tramos de 0-‐15 y de 60 a más edad, es posible dar cuenta de un cambio en la forma de la pirámide, cambio que señala el paso desde una sociedad con mayor porcentaje de EPIDEMIOLOGÍA EN CHILE Continuando con el ejercicio de situar la problemática en el contexto nacional, en cuanto a los datos epidemiológicos de la población en nuestro país y de los factores socioculturales asociados a éstos, debemos comenzar mencionando que la epidemiología refiere al estudio de la enfermedad en poblaciones humanas. Dentro de ésta existen propuestas que proponen que el análisis epidemiológico posea una perspectiva que atienda las diversas dimensiones del daño a la salud como fenómeno reflejo de la sociedad. Es decir una perspectiva que incluya la cultura y la organización social como factores epidemiológicos relevantes, y que integre metodologías que permitan considerar aquellas dimensiones en el análisis de enfermedad en la población. A estas visiones se les ha llamado Epidemiología sociocultural, desde éstas vamos dándonos cuenta de la importancia que tienen los factores socioculturales en la prevalencia o no de la enfermedad, pudiendo cuestionar así la visión patológica y biomédica que caracteriza al paradigma hegemónico en la medicina de hoy. Una de las conclusiones de la ENS del 2009-‐2010 fue que: ‘La mayor parte de los problemas de salud En Chile, tenemos algunos casos que nos dan crónicos evaluados muestran una gradiente cuenta del valor de lo social y la cultura en las educacional evidente, con mayores prevalencias de formas en cómo enferman los chilenos/as: problemas de salud en la población con menos de 8 años de estudios’ (Encuesta Nacional de Salud ENS Es importante mencionar que en Chile la mayor CHILE, 2009-‐2010, pág. 12). prevalencia de enfermedades corresponde a Enfermedades No Transmisibles (Estas son la Destacan al respecto los siguientes problemas de enfermedades que no se transmiten de persona a salud con mayores prevalencias en estratos persona, que son de larga duración y por lo educacionales bajos, independiente de la edad: general evolucionan lentamente.). La ENTs en su presión arterial elevada, dislipidemia HDL, gran mayoría están asociadas a factores de riesgo obesidad, alto consumo de sal, bajo consumo de común y previsible, asociados al estilo de vida, pescado, bajo consumo de harinas integrales, bajo entre los cuales destacan el consumo de tabaco, la consumo de frutas y verduras, hipotiroidismo, alimentación no saludable y la inactividad física. sedentarismo, riesgo cardiovascular bajo, síntomas depresivos de último año, infección por Factores sociales que se relacionan con la clase, las trypanosoma Cruzi. (Encuesta Nacional de Salud inequidades de género, y otros factores que son ENS CHILE, 2009-‐2010) expresiones de la estructura social. *A continuación daremos una revisión breve de prevalencia de enfermedades y su relación con aspectos sociales y culturales, con el fin de simplemente dar cuenta de la relación entre fenómenos. No nos detendremos con profundidad en cada uno ya que dichos casos serán abordados en otro taller orientado hacia la epidemiología cultural, en el cual se profundizará y se problematizará cada caso con el fin de abrir el debate de manera focalizada.* MORTALIDAD INFANTIL Y DIABETES La mortalidad infantil se encuentra muy ligada al nivel de escolaridad de la madre, que es en definitiva quien realiza lo cuidados del menor. Como se observa en la tabla, se presenta un mayor rango de mortalidad infantil en menores con madres que tuvieron menos de ocho años de educación, en contraste con aquellas que recibieron más de 13, las cuales presentan muy bajos índices de mortalidad infantil. Por otro lado la diabetes mellitus, tipo 2, que corresponde al tipo de diabetes de los adultos, también está íntimamente relacionada al nivel educacional, obteniendo resultados similares al anterior, en donde la prevalencia de la enfermedad en personas con un nivel educacional bajo es más de 3 veces mayor que la prevalencia en personas con un nivel de educación alto. Es importante recalcar estos estudios, en tanto refieren al nivel educacional, permiten visualizar la forma en que las diferencias socioeconómicas afectan la salud. Fig.5: Diabetes Mellitus tipo 2 Fuente: Encuesta Nacional de Salud 2009-‐2010, Minsal (2010). Fig.6: Tasa de Mortalidad Infantil según escolaridad de la madre Fuente: Objetivos sanitarios de la década 2000-‐2010, Minsal (2010). ESTRÉS E HIPERTENSIÓN En primer lugar es importante tener claro que las enfermedades cardiovasculares y los trastornos de la tensión arterial son considerados especialmente sensibles al estrés. El estrés puede provocar hipertensión arterial y alteraciones metabólicas debido al exceso de secreción de catecolaminas (parecidas a la adrenalina) y al aumento de la frecuencia cardiaca que tiene como consecuencia un incremento de los niveles de azúcares y grasas en sangre, según ha informado el vicepresidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), el doctor Francisco Chorro, durante la reunión anual que se celebra en Oviedo. Ahora bien, es necesario preguntarse ¿de dónde viene el estrés? Según el Antropólogo norteamericano William W. Dressler el “acceso a los recursos económicos” sería de hecho un factor de estrés. Para él, el estrés en el estilo de vida corresponde a “la suma de estilo de vida material alto y recursos económicos bajos -‐en pocas palabras-‐ tratar de vivir por encima de los medios propios” (Evans et. al, 1996). Esto nos lleva nuevamente al factor socioeconómico en donde se repite la misma situación. La población perteneciente a un nivel socioeconómico bajo presenta aproximadamente 3 veces más hipertensión que la población de nivel socioeconómico alto. En este caso se puede apreciar cómo los componentes biológicos y socioculturales afectan el estado de salud de una persona, como un sustrato biológico se encuentra íntimamente relacionado a variables sociales y culturales que vive una persona dentro de una sociedad. En resumidas cuentas, se puede plantear que las inequidades sociales aumentan la exposición a factores dañinos y la susceptibilidad a sufrir enfermedades, así como también obstaculizan los recursos de protección, acceso a la atención médica oportuna y a un amplio espectro de oportunidades en la vida. Fig.7: Hipertensión Arterial Fuente: Encuesta Nacional de Salud 2009-‐2010, Minsal (2010). LA DEPRESIÓN Y LA CONSTRUCCIÓN DE GÉNERO Fig.8: Tabla ‘Depresión por género’ Mundialmente, según las estadísticas, las mujeres son doblemente más propensas a tener depresión que los hombres. Esto ha sido atribuido por muchos estudios a los factores biológicos de un sexo y otro, y sobre todo a los ciclos hormonales a los que tradicionalmente se les ha atribuido cualquier diferencia en la salud de la mujer respecto a la de los hombres y en torno a los cuales se ha planteado la existencia de “trastornos” tales como el síndrome premenstrual, la depresión postparto o se ha considerado la menopausia como una “patología” en la mujer (Matud, Guerrero , & Matías, 2006). En Chile, las mujeres tienen una prevalencia total de depresión tres veces mayor a la de los hombres (ver Tabla ‘Depresión por género’). Sin embargo, a todos nos resulta fácil imaginar los factores no biológicos que juegan parte en esto, siendo la depresión una ‘enfermedad de la mente’ y no meramente del cuerpo, su medición y detección se le difumina a la biomedicina, intentando ésta abarcar en su medición una multiplicidad de factores de la vida cotidiana, la vida social, la tradición familiar y los factores biológicos. Primero que todo, la depresión es una enfermedad con un componente subjetivo altísimo, son aquellos que se sienten deprimidos los que en un principio acuden al médico para ser diagnosticado. Este último punto es importantísimo, ya que la principal explicación en torno a estas cifras es el filtro del diagnóstico. ¿Quiénes son los que acuden a la salud mental y, por tanto, son diagnosticados? Resulta que las mujeres consultan mucho más que los hombres a la salud mental, y no precisamente por ser las únicas que se sientan deprimidos, sino porque la salud mental está apareciendo como una solución viable para ellos. En correspondencia con estos datos, los hombres suelen abusar de sustancias como alcohol y drogas mucho más que las mujeres, lo que podría darnos claves de las soluciones buscadas por unos y otros a los sensaciones angustiosas y problemas personales. En la tabla siguiente, podemos ver que los hombres (en todos los tramos etarios y en todas las clases sociales) superan a las mujeres en el consumo de alcohol, marihuana y cocaína, en algunos casos doblando las cifras. Fig.9: Décimo Estudio Nacional en Consumo de Drogas en Población General de Chile, 2012 POLÍTICAS PÚBLICAS Fig.10: Décimo Estudio Nacional en Consumo de Drogas en Población General de Chile, 2012 Y no es coincidencia que, siguiendo con el consumo de drogas, en la única sustancia en la cual las mujeres superan en consumo a los hombres suelen ser los ansiolíticos. ¿Por qué sucede esto? Existe una construcción de género el cual les otorga un marco de acción aceptado socialmente para hombres y mujeres, y por tanto condiciona su comportamiento sobre qué hacer al sentirse angustiada/os. Como sabemos, la construcción del género femenino está asociada a la vulnerabilidad y la dependencia emocional. Por ejemplo, las niñas están educadas para no tener problemas en llorar cuando se sienten angustiadas, mientras para los hombres aquello está negado y penalizado socialmente, cuestionando su masculinidad. Otro factor que tiene que ver con esto, es la relación entre lo público y privado, y lo masculino y femenino, respectivamente, fenómeno ampliamente estudiado por las ciencias sociales. La masculinidad está ligada mucho más al contexto público que la femeneidad, por lo que el acceso a drogas como el alcohol se hace mucho más común en hombres, es en el espacio público donde se transan y muchas veces se consumen las drogas, el espacio extra familiar. Mientras tanto, el uso de fármacos tiene un carácter mucho más privado, siendo consumido en la casa y administrado entre familiares, y por tanto feminizado. Algunas políticas públicas han considerado esta importancia social y cultural sobre la forma de enfermar y se han centrado en ‘los determinantes sociales de la salud’. Sin embargo, se ha tendido a poner énfasis más en el ‘Estilo de vida’ de las personas, hecho que también se le ha criticado a la epidemiología. Sucede que al poner énfasis en el ‘Estilo de vida’ ignorando que aquella conducta individual de los sujetos es también manifestación del contexto sociocultural en el que se desenvuelven (y que si bien no están determinados, sí son condicionados por éste) se está teniendo una visión individualizada y reduccionista del contexto social, apuntando a que todos los comportamientos son fruto de una elección libre y personal. Así sucede con el programa ‘Elige Vivir Sano’ impulsada por el gobierno en los últimos años, en el cual -‐como su nombre lo indica-‐ considera el hacer deporte y comer sano como una ‘elección’. En contradicción con esto último, en un estudio realizado por nutricionistas de la Universidad del Desarrollo transformaron la típica canasta básica con la que funciona el INE (Instituto nacional de Estadísticas) en una ‘canasta básica saludable’. Para esto hicieron cambios moderados como el reemplazo de los cereales por cereales integrales, el reemplazo de las leches enteras por leches descremadas, y el azúcar por endulzante, entre otros cambios. El precio que resultaba de una u otra canasta tenía una diferencia de entre 7.000 y 13.000 pesos, donde la canasta saludable resultaba ser la más cara (La Tercera (Cecilia Yañez), 2014) . Esto consta como ejemplo de que existen otros factores más allá de una simple ‘elección de vivir sano’, tomando parte en qué comen o no los distintos grupos de chilenos. PANORAMA ACTUAL, IDEAL Y REAL DE LA BIOMEDICINA EN CHILE Para responder la pregunta ¿Cómo se expresa el sistema biomédico en chile?, se vuelve necesario distinguir entre tres aspectos, a los que llamaremos: panorama actual, panorama ideal y panorama real. El panorama actual refiere al contexto actual en el que se enmarca la Biomedicina en Chile. Hoy en día somos testigos de un cambio en el marco epidemiológico en nuestra sociedad, lo que implica un proceso reflexivo en que se ha replanteado la enfermedad, el síntoma, el individuo, la jerarquía y la racionalidad científica. Lo anterior ha sido gatillado fundamentalmente por dos fenómenos no excluyentes entre sí. El primero de ellos expresa un cambio en la sociedad, una transformación hacia una sociedad de prevención de enfermedades crónicas, mientras que el segundo diagnostica la sociedad altamente tecnologizada y plantea una revalorización de la natural, produciéndose un boom de la naturaleza. Lo anterior señala que en la sociedad chilena actual, los sujetos han comenzado un proceso de búsqueda de alternativas de salud ante nuevas necesidades que afrontan (Obach, 2011). Es por esto que hoy en día no resulta extraña la existencia de Farmacias Mapuche en Santiago Centro, Estación central y Providencia, pues la situación anterior también se plantea como desafío a la industria farmacéutica, quien, hasta el momento, estaría actuando mediante la ampliación de su espectro de productos químicos utilizados como medicamentos. Ante esto, se plantea un panorama ideal por parte del Estado, en donde los distintos sistemas médicos estarían al mismo nivel, en vez de expresar una jerarquía,, siendo la intersección entre todos ellos la base de una posible Salud intercultural. Fig. 11: Panorama Ideal en que se plantean los sistemas médicos hacia la construcción de una Salud Intercultural. En la figura, se presentan distintos modelos médicos que pueden ser explicados brevemente como sigue: MAC: Sistema médico de introducción tardía, representa un acervo cultural ajeno al chileno. Puede ser un Sistema de Salud en su totalidad, que corresponden a modelos médicos hegemónicos extranjeros (de Oriente, por ejemplo) o una terapéutica específica (como la acupuntura). Pueden provenir tanto de oriente como de occidente. MI: Modelo médico correspondiente a aquellos provenientes de los pueblos originarios. Pueden constituir sistemas apartes entre ellos según variantes étnicas. MP: Llamada “medicina popular”, nace de la síntesis entre una proto-‐medicina traída por los españoles con la medicina indígena. Autocuidado/ Autoatención: “Es la forma de atención a la enfermedad más frecuente utilizada por los grupos sociales” (Menéndez, 2003: 98). Abarca las representaciones y prácticas que la población utiliza a nivel individual y colectivo para diagnosticar, curar, solucionar y prevenir, actuando en el espacio doméstico familiar mediante redes informales (Haro, 2000). La característica principal implica la decisión por la autoadscripción al tratamiento más adecuado. Sin embargo, el modelo no se presenta de esta forma, sino cruzado por jerarquías, lo que constituye el panorama real de la Biomedicina en nuestro país. Fig. 12: Panorama real de la Biomedicina, en el centro se ubica la BM, y en la periferia los demás sistemas médicos. Frente al nuevo marco epidemiológico, los sujetos comienzan a buscar nuevos modelos que satisfagan sus nuevas necesidades en salud. Entonces, ¿cómo actúa el sistema biomédico frente a esta autonomía del sujeto? La Biomedicina se plantea la situación y mediante su racionalidad científica comienza a apropiarse de terapéuticas que cumplen con su criterio racional científico y sus parámetros regulables. Así, por ejemplo, una de las primeras apropiaciones de la biomedicina es la acupuntura, correspondiente a otra cultura, y a un sistema médico tradicional oriental (Obach, 2011). Es a partir de esto que distintos sistemas médicos comienzan a ser leídos y apropiados por la biomedicina. La Salud Intercultural que se ha planteado en los Programas del Ministerio de Salud, por tanto, obedecen a esta lógica en que los sistemas médicos y sus terapéuticas son leídos e incluidos bajo parámetros biomédicos desde un centro hegemónico en donde se ubica la biomedicina (Obach, 2011). “TRANSICIÓN” A UN MODELO BIOPSICOSOCIAL En Chile hace algunos años viene posicionándose con fuerza desde la institucionalidad la propuesta de la medicina familiar con perspectiva biopsicosocial, por la cual la figura del ‘consultorio’ pretende eliminarse para el 2010 y dar paso únicamente a la figura del Centro de Salud Familiar (CESFAM). La idea de este cambio es comenzar a comprender desde otra óptica la salud en Chile. ¿Pero qué significa esto de lo biopsicosocial? Desde mediados de la década de los 60 hasta fines de los 70, se comienza a criticar con fuerza el modelo biologicista dominante en ese entonces, en donde se enmarca el modelo biomédico. En contraposición, empieza a nacer la idea de modelo “biopsicosocial”, propuesto por el psiquiatra George Engel en 1977, el cual cuestiona las limitaciones de la biomedicina y la ve como una práctica deshumanizadora que desconoce la subjetividad y el contexto sociocultural de cada individuo, y en contraposición, apunta a “Rescatar el carácter relacional de los distintos componentes de un fenómeno, superar la tendencia reduccionista de un modelo que postula que el conocimiento de fenómenos complejos se sostiene en la fragmentación sucesiva en sus componente” (Ciuffolini y Jure, 2006) Es importante recalcar que este nuevo modelo no busca negar los aportes científicos del paradigma biologicista, sino que intenta contribuir a la comprensión de la complejidad del proceso salud-‐ enfermedad: “Desde esta nueva perspectiva, el enfermar es un fenómeno complejo, estrechamente ligado a la persona, su subjetividad, sus circunstancias vitales, sus condiciones sociales, culturales, económico-‐ políticas y medioambientales. La causalidad ya no se entiende como un fenómeno lineal, sino como un proceso dinámico y multivariado.” (Ciuffolini y Jure, 2006). SISTEMA BIOMÉDICO VS. MODELO BIOPSICOSOCIAL MODELO BIOMÉDICO MODELO BIOPSICOSOCIAL SE BASA EN UNA CONCEPCIÓN PATOLOGISTA: Enfermedades se estudian como entidades independientes del sujeto que las padece. Se les encuentra un diagnóstico y un tratamiento. Enfermedad es el centro de la consulta. Se establecen especialidades, por lo que el individuo queda dividido en partes. PERSONAS SE ENCUENTRAN EN UN PUNTO ENTRE SALUD–ENFERMEDAD: No se necesitan categorías o enfermedades. Muchas veces las dolencias del individuo no pueden ser clasificadas. La dolencia puede reflejar malestar producido por el contexto de la persona, o también puede tratarse de una enfermedad que aún no expresa sus propios síntomas. ES REDUCCIONISTA: Fenómenos extremadamente complejos se reducen a fenómenos elementales fisiopatológicos. Es posible y se desea separar al sujeto de entorno para analizar solo la enfermedad. CONSIDERA AL SUJETO COMO PARTE DE UN SISTEMA: La forma en que afecta un determinado estímulo a un paciente depende de las interacciones del sistema en el cual está inmerso. Salud no es un producto o un estado, sino un proceso multidimensional. VALORA LO OBJETIVO: Si la relación médico-‐paciente es científica debe ser objetiva. Se supone que le médico deja su subjetividad de lado al interactuar con el paciente. CONSIDERA QUE NO EXISTE EL PROFESIONAL OBJETIVO: Siempre el profesional estará influido por su experiencia, lo cual puede ser o no consciente. Como cada paciente es único, cada uno genera en el médico emociones distintas, por lo que cada consulta será diferente. DIVIDE MENTE/CUERPO: La tarea curativa se divide: los médicos se ocupan del cuerpo y los psicólogos o psiquiatras de la mente. CONSIDERA LA UNIDAD MENTE Y CUERPO: El cuerpo y la mente están unidos. No existen personas con enfermedades o problemas puramente físicos o psicológicos. DIAGNÓTICO SOBRE LA BASE DE PROCEDIMIENTOS: Diagnóstico se construye a base de procedimientos biológicos, en general ocupando tecnología sofisticada. DIAGNOSTICA PROBLEMAS: Sintetiza información a partir del diagnóstico de problemas, como las enfermedades y situaciones de ámbito psicológico y social. ELEMENTOS EXTERNOS PARA EL TRATAMIENTO: Se pueden utilizar recursos externos al paciente para conseguir un tratamiento adecuado o una buena relación médico-‐paciente. Paciente debe ser pasivo y su familia debe mantenerse alejada. Relación asimétrica entre el médico y el paciente. CRÍTICAS AL MODELO BIOPSICOSOCIAL El modelo biopsicosocial en nuestro país, a pesar de poseer un planteamiento bien completo, se mantiene más que nada a nivel teórico y no se concretiza tan fuertemente en las acciones como podría desearse. Esto se debe a que este modelo funciona como un complemento del modelo biomédico, y no como suplente, a pesar de nacer como una crítica frente al modelo biomédico. Se preocupa de teorizar acerca de cómo se debe llevar a cabo el quehacer del médico a pesar de que en la práctica no sea apreciable, a excepción de unas cuantas organizaciones aisladas que trabajan especialmente con esta perspectiva biopsicosocial. Ejemplo de ellas son: Organización Chile Crece Contigo (Protección Integral a la Infancia) y el Sistema de Atención del INRPAC (Instituto Nacional de Rehabilitación). CONCLUSIONES El sistema biomédico no sólo tiene una arista cultural, sino que también tiene una arista económica. En este sentido, entendemos que tanto la política y la economía encausan el desarrollo de un sistema de salud, de educación, de trabajo, específicos, pues deben responder a ellos con el fin de lograr entretejer una red sólida que se mantenga en el tiempo. De esta misma forma ocurre con instauración del sistema biomédico en Chile. Con el “desarrollo” y el “progreso” la Biomedicina se ha presentado en nuestro país de forma complementaria o accesoria al sistema LA RELACIÓN MÉDICO-‐PACIENTE TIENE VALOR TERAPÉUTICO: Acto terapéutico tiene un contenido y forma importantes. El profesional y el paciente están siendo mutuamente influenciados. Relación simétrica entre el médico y el paciente. económico y político actual, adquiriendo hegemonía frente a los demás modelos económicos. El acoplamiento entre la salud, economía y política es tal que cualquier variante que quiera ser introducida se produce desde la posición hegemónica que comparten, es decir, bajo los criterios de progreso, desarrollo, empirismo, biologicismo, racionalidad económica y la razón occidental. Así ocurre con las llamadas Medicinas Alternativas y Complementarias (MACs) como con el mismo modelo biopsicosocial. Entender este punto fundamental permite que como sujetos nos posicionemos frente a este debate y logremos buscar en conjunto una salida a un sistema de salud que no está respondiendo ni satisfaciendo las distintas necesidades de las aún más distintas poblaciones que componen nuestro país. DISCUSIÓN DEL TALLER Aquí presentamos ideas y comentarios que fueron realizados en el taller por los asistentes en el momento en el que se abrió el debate. En este sentido, se presentan los planteamientos y temáticas en el orden en el que se presentaron y propusieron. Lo expuesto aquí, no necesariamente coincide con la postura de Línea de Investigación de Antropología de la Salud, sin embargo consideramos importante dar cuenta de los temas y observaciones que se expusieron en el espacio, de esta manera se amplían los temas a investigar, debatir y cuestionar entre distintos actores. A continuación exponemos los planteamientos expresados en la discusión: 1.-‐ Es interesante cómo se relaciona el Estado con la Biomedicina y la sociedad económica. Muchas veces no vemos esta relación y obviamos en el proceso, fenómenos de vital importancia para enfrentarse a una nueva sociedad que se enmarca en un contexto de migraciones a nivel mundial y local. En este sentido, se agrega el tema de reproducción de diferencias socioculturales que el mismo Sistema Biomédico propicia. 2.-‐ Debiera ponerse foco en cómo la implementación del modelo biopsicosocial se ha desarrollado, dado que se ha producido en una dinámica de relaciones jerárquicas de la Biomedicina, que se reproduce dentro de los mismos profesionales de la salud, relegándose el modelo biopsicosocial a labores de profesionales exentos de la esfera médica. 3.-‐ Se plantea el tema del envejecimiento como una problemática biológica y social mayor en tanto se plantea la pregunta por la longevidad y la calidad de vida: ¿Es mejor vivir ante el panorama real del envejecimiento? 4.-‐ Se problematiza que el concepto de salud en la biomedicina es un concepto que nunca se toma desde el sujeto, pues es el/la médico quien se encarga de implantar aquel concepto como un presupuesto común con el paciente. 5.-‐ Vale introducir a los problemas demográficos el parámetro de calidad de vida, pues si bien la pirámide puede estar hablando de eventos sociodemográficos, como la disminución de la fertilidad, ésta no necesariamente implica una mejora en la calidad de vida. 6.-‐ Asa Laurell se introduce en una teoría basada en la salud colectiva. Desde su punto de vista, pone en conflicto la superación del sistema económico de la mano con la superación del modelo de salud. A la vez, analiza el trabajo como constructor de sociedad, y plantea que los grupos sociales poseen un perfil patológico propio que a partir de transformaciones históricas permiten entender las diferencias entre éstos y no encasillarlos bajo la noción de anormalidad. 7.-‐ El Sistema Biomédico, como desarrollo de un ideal occidental, permite mantener el control de la población. 8.-‐ Si se entiende la Biomedicina como ligada al sistema capitalista, ¿de qué modo el modelo biopsicosocial no entra dentro de este modelo? ¿o forma parte de él?. Para solucionar este problema, se vislumbra que la noción de cuerpo que manejan ambos modelos no difiere entre sí, y por tanto, manejan conceptos estructuralmente similares entre ellos. Es por esto que la integración de este modelo es eso, integración y no una nueva propuesta al sistema de salud actual. 9.-‐ Se plantea que las distintas nociones de cuerpo sí son posibles de encontrarse, de armonizarse para generar un mejor sistema de atención. Sin embargo, se plantea la dificultad de que si el sistema económico no varía y, en consecuencia, sigue reproduciendo dinámicas jerárquicas de relación, no puede ser posible la armonización, pues per se se estaría introduciendo una pirámide escalonada de jerarquías respecto a quién tiene la razón (quién tiene la palabra final), pasando a llevar la agencia de los sujetos. BIBLIOGRAFÍA Alvites Alvites, E. C., & Alvites Sosa, L. M. (2007). Mujer y violencia política: notas sobre el impacto del conflicto armado interno peruano. Feminismo/s, nº 9 (jun. 2007); pp. 121-‐137. Bouché, H. (2001). La salud en las culturas. Revista Educación, n° 21 Universidad Nacional de Educación. Bustos, R. (2005) Antropología Médica. 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