El alfabeto etrusco original comprendía 26 letras, de las cuales los romanos tomaron en préstamo 21 — A B C D E F Z H I K L M N O P Q R S T V X-. Más tarde, el séptimo signo (Z con el sonido de G o K) fue reemplazado por G, y todavía más tarde, y para poder efectuar la transliteración de ciertas vocalizaciones helénicas, se adoptaron las letras griegas Y y Z, siendo colocadas al final del alfabeto latino, cuya versión clásica contuvo de tal modo 23 letras. El desarrollo de la V en U y W y la diferenciación de I y J fueron evoluciones tardías que tuvieron lugar en los siglos X y XIV, respectivamente. En escritura pictográfica, el número de signos necesarios puede alcanzar varios millares, y la abrumadora superioridad del sistema alfabético se basa en la representación de un número de sonidos del lenguaje relativamente pequeño, por medio de letras que pueden ser combinadas hasta formar un vocabulario tan extenso como se desee. Las indiscutibles ventajas de este procedimiento han sido reconocidas desde hace muchísimos años por la mayoría de los países, siendo China la única excepción importante a esta regla, pero incluso en este país los miembros del Consejo de Estado han aprobado recientemente un programa de reforma del lenguaje, el cual incluye la adopción del alfabeto occidental para ser usado como escritura fonética auxiliar. Un estudiante chino necesita conocer cerca de 3.000 signos para poder leer un libro corriente, pero, si desea poseer conocimientos más profundos, necesita aprender de memoria unos 40.000 signos. La introducción de la escritura fonética sirvió para dirigir la atención sobre el hecho de que todos los sonidos que se producen al hablar pueden ser divididos en dos categorías: vocales y consonantes. De estos dos componentes básicos, las vocales son producidas por la simple emisión de la voz, es decir, por la vibración de las cuerdas vocales, mientras que las consonantes son meros sonidos que acompañan a las vocales o sonantes (de aquí consonantes). Los lingüistas denominan fonemas a los sonidos que constituyen un lenguaje, y se ha demostrado que su número puede variar entre 2 y 12 fonemas vocálicos, que están en asociación con un número de fonemas de la variedad consonante que oscilan entre 12 y 50. Teóricamente, un alfabeto debería tener un signo propio para cada sonido distinto que se utiliza en el lenguaje y que puede ser analizado. Pero no existe tal alfabeto, aparte de una compilación alfabética internacional, demasiado incómoda para su uso cotidiano. La conocida versión romana es esencialmente una especie de comodín adaptado a las variadas exigencias de muchas lenguas distintas, lo cual determina que en ocasiones cubra estas exigencias de modo harto precario. Así en inglés, por ejemplo, 26 letras han de representar unos 47 fonemas (12 sonidos vocálicos, 26 sonidos consonánticos y 9 diptongos); tal situación ha sido solventada mediante subterfugios tales como el de combinaciones de letras (ch, sh, th) o la asignación de más de un sonido a una misma letra. GRADO CERO PRESS
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Report "Los Lenguajes Perdidos - Philip Ellabay Cleator"