«Cuando la Orden de Ingenieros Planetarios envió a Hall Davenant hacia Ganímedes para evaluar la potencial terraformación de esa fría y estéril luna joviana, tenían en claro que el trabajo sería dificultoso. Adaptar cualquier cuerpo celeste para que se asemeje a la Tierra, es decir, procurarle un suelo fértil, agua potable y una buena atmósfera respirable, sería la tarea más grande y más importante que alguna vez intentaran los Ingenieros. Pero no habían contado con los colonos de Ganímedes, quienes nunca habían olvidado su propia naturaleza humana y algunas viejas costumbres heredadas de su planeta natal: la intriga, la intolerancia y la traición.» Así comienza «Las Nieves de Ganímedes», relato de 1954, donde Poul Anderson describe el ascenso, apogeo y caída de La Liga Psicotécnica o Liga de los Psicotécnicos. Si eres un lector de cierta edad, quizás encuentres algún asombroso parecido entre los términos «Liga de la Psicotecnia» y los «Maestros de la Robotecnia». Pues no te equivocas, dado que en los años ochenta, los vivillos libretistas yanquis de la versión en inglés del recordado Animé Robotech, homenajearon —para no decir que le afanaron la idea— al maestro Poul Anderson, creando aquella entidad que controla las cuerdas del destino de la humanidad desde las sombras.