Revista YA, El Mercurio, martes 20 de agosto, 2013LAS CUATRO CLAVES DEL APRENDIZAJE: Atención, Motivación, Memoria y Comunicación En la práctica somos nuestro cerebro El avance que ha tenido la investigación los últimos 20 a 25 años ha sido espectacular; hemos aprendido del sistema nervioso más de lo que se sabía 400 años atrás. Vivimos una revolución neurocientífica. Lo que más llama la atención es la posibilidad de aplicar todo estos hallazgos en la educación, ayudando a que los profesores adquieran conocimientos básicos acerca de cómo funciona el cerebro de un niño sano para que de esta manera se lleguen a desarrollar y aplicar nuevas estrategias para mejorar la calidad del proceso educativo nacional. El cerebro es un órgano maravilloso y el más complejo y maravilloso del universo conocido. Es el responsable de todo lo que sentimos, pensamos y hacemos. Pero a pesar que todos estamos consciente de la importancia del aprendizaje continuo a través de nuestras vidas, son pocas las personas que saben cómo aprende el cerebro. APRENDIZAJE Y SUPERVIVENCIA Para Sergio Mora, aprender es “biológico, obligatorio e inevitable”. Lo define como un mecanismo que le permite al ser humano adaptarse en distintos contextos y sobrevivir según sus diversas necesidades. El aprendizaje es el proceso por el cual la experiencia sensorial es transformada en conocimiento nuestro cerebro –explica. Es lo que hace que cada individuo sea diferente, agrega, y que tenga su propia historia. Nuestro cerebro se caracteriza por ser plástico, es decir, que crece y se desarrolla como consecuencia de la experiencia y el aprendizaje. La neuroplasticidad es indispensable para que los seres vivos aprendan estrategias o desarrollen nuevas conductas que les permitan adaptarse y sobrevivir en diferentes ambientes. Desde el momento en que constantemente estamos siendo sometidos a múltiples experiencias sensoriales, nuestro cerebro está en constante transformación. El aprendizaje es inevitable, e incluso puede ser inconsciente, porque el cambio también lo es. Si no hay neuroplasticidad, no hay aprendizaje, y sin aprendizaje no podemos seguir viviendo. La plasticidad del cerebro, explica Mora “se echa a andar” cada vez que nos enfrentamos a algo novedoso. En otras palabras, la inteligencia no nace, sino que se hace. Cada vez que aprendemos algo nuevo, o tenemos una nueva experiencia, se establece una nueva conexión. Si se repite la experiencia, la conexión se va fortaleciendo y generando redes neuronales cada vez más eficientes. En consecuencia, aprender es generar nuevas conexiones, y recordar permite mantener las conexiones vivas. El aprendizaje lleva implícito el concepto del cambio, es un cambio en el cerebro que favorece nuevos aprendizajes. Entonces, si lo que tratamos de enseñar conecta con la vida de los estudiantes, con sus conocimientos previos o sus emociones, se producirá el cambio y el estudiante aprenderá – indica el experto. EL PODER DE LAS EMOCIONES La investigación científica, dice Mora, ha demostrado que son muchos los elementos que entran en cuenta en el aprendizaje. No solo se trata de procesar experiencias sensoriales. También se aprende a través del pensamiento abstracto, por ejemplo, de manera que la calidad del aprendizaje depende también de la calidad del pensamiento de cada uno. Para ilustrarlo usa una imagen: Nuestro cerebro es como un bloque de mármol que se va esculpiendo lentamente por el desarrollo y la maduración genéticamente determinados, por las esperiencias provenientes del contexto, y también de acuerdo a nuestros pensamientos y nuestras acciones. Y en ese proceso, agrega, hay cuatro factores esenciales: la atención, la motivación, la memoria y la comunicación. Si uno de ellos falla, el aprendizaje no se produce, puesto que están estrechamente ligados el uno con el otro. El primer requisito en el proceso de aprender es la atención. Mora explica que no todas las experiencias sensoriales son transformadas en aprendizaje, sino que se produce una selección. Todos los días estamos sometidos al bombardeo de miles de estímulos sensoriales, sin embargo, nuestro cerebro selecciona solo aquellos que tienen un componente emocional, ya sea porque nos provocan o nos predicen una situación placentera, o porque constituyen una amenaza. La primera condición para aprender es que la experiencia atraiga nuestra atención y solo en ese momento se activará la plasticidad y podrá haber un cambio en la estructura del cerebro. Los sicólogos dicen que el cerebro posee filtros que seleccionarán la información que va a ser posteriormente procesada. El principal filtro son las emociones y se agrega también la previa –explica. Ahí es cuando entra en juego el segundo factor: la motivación. Mora indica que nadie está inspirado a la hora de aprender material académico, datos, cifras, fechas sin sentido particular. Los seres humanos estamos predispuestos a aprender aquello que es importante para nuestras vidas, lo que nos motiva intrínsecamente, porque nos gusta o nos hace sentir bien. Por esa razón se recomienda, antes de empezara a enseñar algo, averiguar los concimientos previos que poseen los estudiantes al respecto, gestionar sus emociones, identificar lo que queremos que aprendan, aquello que les haga un “clic” en su cerebro emocional. Según el especialista, la motivación es lo más importante. Dice que es considerada “el motor de nuestra conducta”, porque es lo que permite que una emoción se exprese “en acción dirigida a la obtención de una meta o recompensa”. Aclara: Tenemos motivación intríseca para aprender aquello que nos gusta, que nos hace sentirnos bien o nos proporciona placer, como la comida, el sexo y las drogas. Pero no siempre podemos hacer o trabajar en lo que nos gusta, y para ello se debe echar mano a motivaciones extrínsecas, como los premios, el dinero, las notas, etc. En este caso no es la tarea lo que nos motiva, sino lo que podemos obtener si la realizamos. De ahí que un buen profesor sea aquel capaz de presentar su materia como algo que puede ser muy importante en la vida de sus estudiantes, para así despertar la motivación intrínseca. Los otros factores –la memoria y la comunicación- también son primordiales. Generalmente se habla de aprendizaje y memoria como si fueran dos procesos diferentes. Sin embargo ambas forman parte de un continuo. El aprendizaje solo se produce cuando la información, transformada en conocimiento, es almacenada en la llamada “memoria de larga duración”. La comunicación también es parte de ese continuo: Si no comunicamos lo que aprendemos es como si el aprendizaje no se hubiera producido. En ese contexto, las maneras de aprovechar el potencial de nuestro cerebro van más allá de los ejercicios de moda del “brain fitness” (fitness del cerebro). Este órgano es exigente y requiere mucho oxígeno y energía para cumplir sus funciones de manera eficiente. Eso implica que requiera de ejercicio, ambientes ventilados, una dieta balanceada, rica en hidratos de carbono y pobre en grasas de origen animal. A su vez, su buen funcionamiento y desarrollo exigen que estemos atentos a los excesos en que nos hace caer la vida actual como el cansancio, la falta de sueño, las tareas rutinarias o aburridas, el estrés, el alcohol y las drogas, entre otras cosas. El aprendizaje continuo aumenta el metabolismo cerebral, libera sustancias químicas que favorecen el crecimiento de nuevas neuronas, posibilita su supervivencia y también repara las dañadas. LOS NEUROMITOS Dentro de la neurociencia existen los neuromitos, falsas creencias, interpretaciones erróneas e extrapolaciones discutibles sin fundamentos científicos. Aquí algunos de los más difundidos: Sólo usamos el 10% de nuestra capacidad cerebral: Es completamente falso. Nuestro cerebro está siempre activo en un 100% incluso cuando dormimos. Si esáramos solo el 10% de nuestro cerebro estaríamos en estado vegetativo, cercano a la muerte. Una persona que utiliza más neuronas es más inteligente: Falso. La diferencia entre una persona inteligente y otra que n o lo es tanto está en la calidad de sus conexiones, es decir, en cómo usa su cerebro. Los hemisferios cerebrales son totalmente diferentes: No existe la llamada dominancia hemisférica. Lo que existe es una cierta especialización de ambos hemisferios. El izquierdo es más lógico, matemático, tiene que ver con la comprensión del lenguaje y la escritura. El derecho, por su parte, se relaciona más con la creatividad, las artes y las emociones. Pero estas funciones están repartidas en todo el cerebro. Hay periodos críticos para el desarrollo cerebral y el aprendizaje: Es una extrapolación de estudios en gtos y monos que señalaban que había periodos en que se producen ciertos aprendizajes que es imposible adquirir después. Lo que sí hay son “periodos sensibles”, como los tres años de edad, donde es más fácil, por ejemplo, aprender el lenguaje.