El ojo social convierte a Kaspar en objeto de exhibición y es destinado a un circo. Allí comparte su carácter freak con un enano, monarca del reino de Punt; con un apesadumbrado niño émulo de Mozart y con un flautista del altiplano. Werner Herzog (1942-¿?) alude a su Kaspar como a un ser intacto, es decir, un individuo alejado del detritus contaminante de la sociedad. Segunda y última entrega de Kaspar Hauser y la nostalgia de lo intacto, de Esteban Ierardo.
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