La cultura irreverente: el caso Bonil Carlos Arcos Cabrera Pasan los días y miro, una y otra vez, la caricatura que Bonil publicara el 28 de diciembre de 2013. Busco razones y explicaciones plausibles a la paroxística respuesta del gobierno de Ecuador. No las encuentro. Un enorme vacío se abre entre la ironía que conlleva la caricatura y la desmesura de la respuesta política. La política y los políticos han sido uno de los temas preferidos de la caricatura en Ecuador y en el mundo, Véase al respecto el libro de Hernán Ibarra (2006), Los trazos del tiempo: la caricatura política en Ecuador a mediados del siglo XX. Es una relación conflictiva por la naturaleza misma de la caricatura. La caricatura y sigo al Diccionario de la Lengua Española es en una primera acepción, «Dibujo satírico en que se deforman las facciones y el aspecto de alguien» y en una segunda, «Obra de arte que ridiculiza o toma en broma el modelo que tiene por objeto.» Esto implica un ejercicio de libertad, libertad para crear y para recrear la realidad, libertad para caricaturizarla.