En el acto de mirar se encuentra todo. Con la vista, los prejuicios y las formas se juntan para dar origen a los deseos. La carne y el espíritu se confunden dentro de esa niebla de fantasías (a veces inconfesables). El porque algunos de esos deseos podemos aceptarlos de una manera mucho más abierta que otros es algo que nos lleva a cuestionarnos cuál es el límite de lo erótico pornográfico