« Estamos ante una correspondencia estructural entre el no reconocimiento de las identidades otras –negros, indios, mujeres, que son las de la mayoría de la población– y la incapacidad del Estado para construir una unidad simbólica de la sociedad. Cristina Rojas elabora aquí una comprensión conceptual e histórica del antagonismo como régimen de representación del otro en Colombia que va al fondo de las intolerancias del país. Su figura más visible y determinante, pero no la única, es la del antagonismo de los partidos. El antagonismo partidista es la representación del otro partido como “mi doble”, y por lo tanto como perversión y simulación a destruir. Así concebido y practicado, el antagonismo niega la existencia del mínimo “espacio común” en el que adquiere sentido la diferencia entre los partidos, y el indispensable reconocimiento por el otro partido. Privados de la reciprocidad que posibilita/exige aquel “espacio común”, y por lo tanto de la posibilidad de resolver los conflictos mediante “pactos de reconocimiento”, los partidos no tienen otra forma de dirimir sus conflictos que la violencia.»