Cuando los padres y educadores sepan por qué y para qué educan en realidad, cuando las autoridades dejen de creer que su actuación se guía por el bien de la humanidad, cuando la sociedad comprenda que la relación entre los niños y los adultos es la oposición entre mundos distintos, entonces, tal vez, existirá una posibilidad de pensar en medidas positivas de educación”. WILHELM REICH (1926)