215160824 La Novela Luminosa

June 6, 2018 | Author: Javier Botey | Category: Autobiographies, Novels, Author, Narration, Franz Kafka
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1Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras Seminario: Contratiempos del presente Profesor: Julio Premat Alumna: María Laura Pérez DNI/LU: 30.393.237. 2 La novela luminosa: la maquinaria de la escritura Pero los hechos luminosos, al ser narrados, dejan de ser luminosos, decepcionan, suenan triviales. No son accesibles a literatura, o por lo menos a mi literatura. Mario Levrero, La novela luminosa La novela luminosa de Mario Levrero es una obra póstuma que continúa un proyecto de escritura que ya se venía construyendo en Diario de un canalla y El discurso vacío. Dicho proyecto se sostiene en la imposibilidad de producir literatura. Las experiencias luminosas que se cuentan en la novela nunca llegan a ser tales, simplemente porque el narrador no encuentra la manera de correcta de hacerlo. 1 El prólogo a La novela luminosa, titulado “Diario de una beca” cuenta la cotidianeidad del narrador y sirve como pre-texto para relatar una y otra vez su incapacidad para escribir la novela. No obstante, ese es el motor que alimenta su escritura. La incapacidad de escribir se convierte en la única forma de producción. Los comienzos y las digresiones que utiliza Levrero en la construcción literaria de La novela luminosa no son otra cosa que la exposición de su método de escritura, o mejor dicho de su concepción de lo es la Literatura. 2 Esta novela álbum (para utilizar las palabras de Roland Barthes), se expresa en su forma la maquina literaria en funcionamiento, ese ideal literario que no puede alcanzarse; pero que, por otro lado, es imperativo hacer el continuo esfuerzo por lograrlo, ya que en el intento (que se sabe inútil de antemano) se encuentra el núcleo de la “verdadera” literatura. De este modo, La novela luminosa será también una novela, inconclusa, fragmentaria, imperfecta. La novela se encontrará siempre en un estado de desarrollo, en un perpetuo comenzar. El impedimento para ser una novela es su posibilidad de ser escritura. El presente de la enunciación, el puro decir, no sólo reflejan la escritura real de Levrero, sino que develan los postulados de la literatura ideal del autor. Por eso, la hipótesis de este trabajo sostiene que todas estas estrategias de escritura, en realidad no son más que propósitos enunciativos para señalar el carácter inalcanzable de la Literatura con 1 A lo largo de este trabajo me referiré al narrador de la novela como Levrero. Esta elección tiene su razón en la construcción de figura de autor que realiza Mario Levrero en su obra. Este concepto será desarrollado con mayor precisión a lo largo del trabajo. 2 Para Levrero existe la Literatura con mayúsculas, que se encuentra en el plano ideal y por ende es inalcanzable, la literatura, que es la que él es capaz de producir, y que en última instancia es a la única que se puede realmente acceder. Estos conceptos serán explicados con mayor detalle más adelante. 3 mayúsculas. De esta manera lo no dicho en esta novela, aquello que no puede explicarse no es sólo la imposibilidad de la escritura sino también la convicción de que la manera de hacer literatura radica en el no decir. Ejercicio de escritura: Diario de una beca La novela luminosa se compone de dos partes, “Diario de una beca” y “La novela luminosa” propiamente dicha, ambos segmentos, aunque separados son la continuación de un mismo proyecto. Si bien el tono de “Diario de una beca” es un poco más intimista, las razones que llevan a su confección son las mismas que generan en La novela luminosa. “Diario de una beca” cuenta durante un año la rutina del escritor y sus problemas para poder escribir la novela. Esta maquinaria de escritura, un tanto kafkiana, pone sobre el tapete el método de escritura. La escritura se vuelve una maquinaria que es alimentada de escritura. De este modo, la imposibilidad de escribir produce la literatura, una reflexión metaliteraria que se retroalimentará una y otra vez hasta dar a luz a la “novela luminosa”. Gilles Deleuze y Félix Guattari en Kafka. Por una literatura menor, afirman que la producción kafkiana por momentos es puramente enunciativa porque es parte del engranaje de su máquina literaria. Lo que parecería ser asignificante, es por el contrario inherente a toda su literatura porque la enunciación continua es lo que hace funcionar a la máquina literaria: Esta primacía de la enunciación nos remite de nuevo a las condiciones de la literatura menor: es la expresión la que rebasa o se adelanta, es ella la que precede a los contenidos, ya sea para prefigurar las formas rígidas donde van a fraguarse, ya sea para hacerlos que huyan por una línea de fuga o transformación. Pero esta primacía no implica ningún “idealismo”. Porque las expresiones o las enunciaciones están tan estrictamente determinadas por el dispositivo como por los contenidos mismos. 3 Para Levrero lo más importante no es lo que se escribe, sino el acto de escribir en sí mismo. Pero este acto de escritura sólo puede darse en la medida en que lo escrito “carezca de contenido”. En varias oportunidades, el narrador hace mención explícita al fracaso, al poco contenido o del escaso valor literario de sus páginas. Sin embargo, estas quejas son nada menos que la estratagema para exponer la verdadera intención de su literatura. El escribir sin un propósito, el escribir por 3 Gilles Deleuze y Félix Guattari. Kafka. Por una literatura menor. México, Ediciones Era, 1990, pp.123. 4 escribir. De esta manera, al anular el significado, el referente, y hasta el sentido, se crea una distancia aún mayor entre la materialidad del lenguaje y la Literatura. La preocupación de Levrero está en no poder acceder a la Literatura, aunque él sabe que esta entidad abstracta y absoluta no será jamás alcanzada. Cada reescritura de un hecho, de un recuerdo, se transforma en la esperanza de llegar a la Literatura, pero eso no ocurre. Para mostrar el carácter artificioso de la literatura, se pone en práctica la máquina de la escritura. La materialidad de la literatura es la que funciona como barrera para alcanzar la “verdadera literatura”. La trampa literaria que intenta sortear Levrero no es otra que la trampa del lenguaje. El lenguaje en tanto referencial no puede más que ofrecer su condición de equivalencia, el problema es que los momentos luminosos no cuentan con una entidad real. La realidad es también un desafío para Levrero. Su intención es escribir en contra de la realidad. Es por este motivo que el vaciamiento constituye el punto de partida para la creación. A lo largo de la obra, Levrero hace énfasis en que necesita del vacío para poder escribir. Pero este vacío no es el exterior, es decir, el que se describe en la novela (jugar solitarios, acomodar la casa, desocupar la mente) es el vacío de significado que pretende en la escritura. La trivialidad de los hechos y las digresiones para contarlos son la puesta en escena del vaciamiento. En el apartado correspondiente a la novela, capítulo tras capítulo, se habla de recomenzar el trabajo. Para llegar a contar con efectividad una experiencia luminosa, hay que recorrer un camino que lleva siempre consigo múltiples ramificaciones. Es decir, para contar la experiencia del racimo de uvas se debe contar primero una serie de experiencias con mujeres, anécdotas y un altercado con unas hormigas. Estas digresiones que el narrador elige para contar un hecho luminoso devuelve la idea de rizoma que plantea Deleuze y Guattari sobre la literatura de Kafka: “El principio de las entradas múltiples por sí solo impide la introducción del enemigo, el significante, y las tentativas de interpretar una obra que de hecho no se ofrece sino a la experimentación.” 4 (Negritas mías). Los constantes comienzos, sus múltiples entradas hacen que no podamos llegar al meollo de la novela luminosa, lo que justamente, es la pretensión del narrador: Y explico entonces que esta novela se me ha transformado en uno de esos trenes, uno de los más importantes; allí viaja un yo más grande que todos los otros juntos, aunque su destino es tan incierto como los otros. Al mismo tiempo, y de otro punto de vista, desde ese tren ese yo hace partir una multitud de pequeños trenes, en los cuales también viajan otros pequeños yoes míos- y 4 Gilles Deleuze y Félix Guattari. Op. Cit. pp. 11. 5 donde espero que hayan subido algunos yoes de lector-. Saber combinar la marcha de los trenes en su conjunto es el arte de escribir… 5 La resistencia que se instaura en la novela de Levrero no es otra que la de narrar los hechos luminosos. Como bien señalaban Deleuze y Guattari es la lucha contra el significante. En el transcurso de la novela bien puede decirse que no sucede nada, o al menos nada relevante. Sin embargo, ese vaciamiento de sentido es el que posibilita alcanzar a La novela luminosa. Es necesario que no haya significante, que las palabras no alcancen para describir los hechos luminosos porque el sentido va más allá del significado, es más, nunca es el significado. La contradicción que enfrenta Levrero es la de producir literatura con el elemento único pero imperfecto capaz de llevarlo a cabo: el lenguaje. Consciente de este problema, Levrero elige expresar su incomodidad con la materialidad de la escritura, y continuamente se lamenta de la dolorosa tarea de escribir. La escritura es tortuosa porque contar La novela luminosa es una batalla perdida de ante mano, pero también escribir es la única forma de relatar los hechos luminosos. Desde los comienzos del diario (que no es otro que el comienzo de la novela misma) ya se plantea a la tarea de escribir como un esfuerzo, teniendo como modelo a Santa Teresa, quien escribe acerca de sus experiencias místicas. Tanto ella como el narrador saben del impedimento para narrar estos hechos y del dolor que eso les provoca; pero resulta imperativo escribir aunque se trate siempre de lo mismo, a pesar de que no se tenga voluntad para ello: “… los negocios forzosos escribo con pena; mas entiendo que la fuerza de la obediencia suele allanar cosas que parecen imposibles, la voluntad determina a hacerlo muy de buena gana…” 6 Los dos planos literarios que existen en La novela luminosa son el ideal y el real. En el plano literario ideal está la novela luminosa “verdadera”, en donde los sucesos luminosos pueden ser narrados con perfección. Sin embargo, el narrador está siempre plantado en el plano literario real que constituye esta literatura imperfecta, inconclusa, fragmentaria, o como Levrero la llama la novela oscura: “Ahora debo escribir (la novela oscura) y deseo escribir (la novela luminosa), pero no sé cómo hacerlo.” 7 Es importante destacar que en realidad el narrador sabe que el proyecto de la novela luminosa ideal no podrá ser jamás realizado, pero es este conocimiento el que posibilita que la novela luminosa pueda ser escrita. De hecho, La novela luminosa “defectuosa” es la novela 5 Mario Levrero, La novela luminosa, “Capítulo tercero-cuarto”, Buenos Aires, Mondadori, 2008pp. 507. 6 Mario Levrero, Op. Cit. “Diciembre de 2000”.pp. 240. Esta cita pertenece a Santa Teresa. 7 Mario Levrero. Op. Cit. “Capítulo primero”, pp. 456. 6 perfecta. La paradoja literaria en la que se encuentra el narrador es la que impulsa a la literatura: nunca se podrá escribir la novela luminosa y esa condición es la que genera a la novela luminosa. El lenguaje es utilizado para demostrar la imposibilidad del decir, esta concepción de literatura que puede rastrearse en muchos escritores latinoamericanos de los últimos tiempos como Juan José Saer o Clarice Lispector adquiere un plus de significado en la obra de Levrero, porque en este caso no sólo se utiliza para señalar la ineficiencia del lenguaje para narrar la literatura sino que por el contrario se usa para defender la autonomía de la ficción. Remarcar la artificialidad del lenguaje, es señalar su efectividad como ficción. La única forma de hacer literatura es negando su existencia y dejando que “hable por sí misma” mediante el lenguaje. Si la Literatura es ficción y es irreproducible, la manera en la que el escritor puede acercarse a ella es a través del artificio más cercano: el lenguaje. Pero el lenguaje sólo se pondrá en contacto con la Literatura en la medida en la que pierda su materialidad, por ello, debe deshacerse de su carga referencial, o mejor dicho utilitaria, de este modo estará más vinculado a la Literatura, aunque no pueda alcanzarla. El narrador se impone la tarea de escribir y el diario de la beca se convierte en un ejercicio de escritura. Este ejercicio de escritura que pretende ser riguroso no llega a serlo jamás, sino que está atravesado por elipsis. El narrador no tiene la constancia de escribir diariamente, pero cuando lo hace deja una huella muy precisa en el momento en el que escribe. Cada entrada en el diario va acompañada de la hora en la que se está escribiendo. Esto remite claramente al tiempo de la enunciación. La ilusión que crea el dato de la hora exacta en la que se escribe es la sensación de estar en continuo presente. El tiempo de la escritura es el presente, distinto de un tiempo pasado en el que se pueden elaborar, pensar, reescribir. El tiempo presente carece de esas posibilidades. Por eso, el estilo o el tenor de los acontecimientos resultan a simple vista de poca calidad. La aparente trivialidad de las experiencias que se cuentan o de las reflexiones que se hacen vacía de significado la prosa. Este vaciamiento es el que dará origen a las experiencias luminosas, que por otra parte, resultarán tan banales como las anécdotas del diario, porque en realidad lo que importa no es lo que se cuenta, sino lo que no puede contarse. La literatura sólo puede funcionar en la medida en la que ocurra, fluya, suceda. Entonces, el tiempo de La novela luminosa no puede ser un tiempo estático, inmanente, universal. El tiempo de la literatura pura es un tiempo en continua formación, en perpetuo devenir. Es un tiempo subjetivo. Porque si bien se avanza en relación a los días, a las horas, a los meses, el lector está en un constante presente, en donde una y otra vez se asiste a los mismos problemas, las mismas inquietudes, los mismos sucesos. El tiempo es estático. El narrar en 7 tiempo presente es una manera de detener el futuro tal vez porque en el futuro del narrador está muy cerca la muerte. El miedo a la muerte es un tópico que se desarrolla continuamente en la novela, están las noticias de los fallecimientos de sus amigos y está también la presencia de la muerte de manera literal representada en el cadáver de la paloma que se encuentra en la azotea de enfrente. Podría decirse que frente a la escritura está la presencia de la muerte. Muchos otros escritores han paliado su miedo a la muerte escribiendo, no puede afirmarse que esta intención en La novela luminosa, pero sí que hay un deseo de detener el tiempo de la escritura. Y esa detención está dada en la notación del diario. Dice Roland Barthes en La preparación de la novela al respecto que la posibilidad de escribir una novela en presente podrá efectuarse en la medida en que la novela sea fragmentaria, dicha fragmentación es originada por la escritura de notas (lo que Barthes ha dado en llamar novela-álbum). Las diversas entradas en el “Diario de una beca” constituyen el prólogo de La novela luminosa, pero en realidad estas anotaciones son la novela misma. La continua preparación de la novela detiene el tiempo. El presente de la enunciación es constante y crea la suspensión de la realización de la novela. Tal vez Levrero no escriba para evitar la muerte pero sí para prolongar el nacimiento de su novela. En consonancia con esta reflexión, Barthes señala el caso de Proust en relación a la escritura de la novela En busca del tiempo perdido: “Para Proust escribir sirve para salvar, para vencer a la Muerte: no a la propia, sino a la de los que se ama, dando testimonio por ellos, perpetuándolos, erigiéndolos fuera de la no- Memoria.” 8 Levrero también escribe para perpetuar algo, no la vida propia sino la vida de su novela, o mejor dicho de la posibilidad de su novela de ser Literatura. En la continua preparación de la novela se encuentra el intento de alcanzar la Literatura. Un intento tortuoso, inútil, inalcanzable, pero que sólo es posible con la continua escritura: “También podría ser que la novela- ya sea por agotamiento o por realización- se limite a su preparación.” 9 Así, la fragmentación de la escritura en lugar de interrumpir un continuo es la estructura perfecta para alcanzar el ideal de la escritura. La biografía como ficción: La novela luminosa 8 Roland Barthes, La preparación de la novela: notas de cursos y seminarios en el Collège de France: 1978- 1979 y 1979-1980. México, Siglo XXI Editores, 2005. pp. 43. 9 Barthes. Op. Cit. pp. 57. 8 No es novedad desde hace años dentro del campo literario que la ficción es imprescindible para consolidar la autonomía del arte. Pero sí es cierto que la forma de exponer este precepto ha variado con el tiempo. Con las vanguardias históricas, los procedimientos utilizados eran mucho más exuberantes, exagerados, histriónicos. Con la llegada de la postmodernidad, las estrategias predilectas son aquellas que ficcionalizan la realidad de una manera más sutil. En este caso, Levrero opta por la autobiografía. La novela luminosa, es un texto que puede ser leído como autobiografía. El mismo Levrero lo afirma: “… la forma más adecuada de resolver la novela luminosa es la autobiográfica. Y también la forma más honesta. Sin embargo, no debe tratarse de una autobiografía con todas la de ley…” 10 El narrador dice que la forma de resolver “la novela luminosa” es mediante la autobiografía, pero no asevera que la obra en sí misma lo sea, no obstante, comparte rasgos con este género. A pesar de que no se narran cronológicamente los hechos de la vida de Levrero, y tampoco se cuenta con detalle sus hitos literarios, eso no quita que pueda pensarse como una autobiografía. Los momentos luminosos son recuerdos en los que se cuentan anécdotas de su niñez, adolescencia, juventud. Los tópicos de la autobiografía no se encuentran de forma transparente, sin embargo están allí. Por ejemplo en el “Capítulo primero” de La novela luminosa se narra un encuentro sexual, no es el primero, pero es el que posibilita el suceso luminoso, es el elegido para ser contado. El “Diario de una beca” es la escritura desde el presente, La novela luminosa, en cambio, es la escritura desde el pasado. Leyendo la obra en conjunto, se presencia a un viejo escribiendo sus recuerdos, y esa es la imagen por excelencia de la autobiografía. La memoria actúa como un dispositivo imperfecto, (incluso la memoria de la computadora, que perderá datos, tendrá que ser reprogramada, etc.,), que selecciona momentos no del todo precisos, que recorta, que olvida, que se quiebra. Esta memoria constituye lo que podría llamarse memoria literaria, una memoria que selecciona y arma en base a una propuesta estética. La selección de los recuerdos y su posterior realización literaria están al servicio de la literatura. No hay que olvidar que La novela luminosa es una obra póstuma en la que se vislumbra la certeza del narrador hacia el final. La autobiografía no representa la oposición del discurso realista contra la ficción, la autonomía está situada en otra parte. Si bien todas las autobiografías tienen un grado de ficción (de hecho estamos hablando siempre de literatura), en el caso de Levrero, la autoficción se construye de una manera diferente. No es el caso de las autobiografías más clásicas como pueden ser la de Pablo Neruda, Confieso que 10 Mario Levrero. Op. Cit, “Capítulo Primero”, pp. 456. 9 he vivido o la de Rubén Darío, La vida de Rubén Darío escrita por él mismo. Levrero se emparienta con todo tipo de ficción, ya que La novela luminosa es una autobiografía que tiende a: “La disolución no solo de las convenciones genéricas sino también de las fronteras entre lo literario y extraliterario, la abolición de las distinciones entre arte y vida, ficción y no ficción, novela y autobiografía, son características distintivas -aunque no exclusivas- de la narrativa posmoderna.” 11 La autoficción se plantea en esta novela como una maquinaria de escritura, en donde al narrador- personaje de esta historia le suceden día tras día las mismas cosas. Lejos quedan aquellas autobiografías en donde los escritores descubren su don natural para escritura, el amor por el arte, la elección mística de su designio. Por el contrario, si algo ocurre en La novela luminosa es la escritura de la intrascendencia. De los hitos luminosos, a los cuales nunca logramos acceder a su matriz original, se desprende la escritura del fracaso. El fracaso literario tiene su contrapartida en el fracaso de la vida misma del narrador. Para poder hacer aún más patente el objetivo de que el proyecto literario de narrar los hechos luminosos no puede ser posible, la vida de quien se encarga de relatarlos debe ser igual de “vacía”. Y la autoficción biográfica resulta ser la vida de un hombre sexagenario, sus escasas caminatas por Montevideo, las lecturas de novelas policiales de la colección Rastros, la relación con Chl, el insomnio, la adicción a la computadora, los problemas de salud reales e imaginarios. La autobiografía tiene la función de mezclarse con el formato de un diario y también con el de la novela, y sin embargo, también de ser capaz de no poder ser ninguna de estas cosas. La autoficción tiene como objetivo poner en marcha la escritura: “Aquí comienzo este «Diario de la beca». Hace meses que intento hacer algo por el estilo, pero me he evadido sistemáticamente. El objetivo es poner en marcha la escritura, no importa con qué asunto, y mantener la continuidad hasta crearme el hábito.” 12 Estas características propias de la narrativa de Levrero son las que llevan a problematizar al mismo tiempo la figura narrador- autor. Es conocida la relación que mantenían Levrero con el mundo editorial, esquiva, marginal, problemática. Pero más allá de la figura de autor de Levrero “real” quisiera desarrollar la figura de autor que se plantea en La novela luminosa. En esta obra que se construye como una autobiografía el personaje narrador es el autor de la novela. Este personaje narrador- autor no es la típica figura de autor de las biografías clásicas, es un hombre que lee novelas policiales de una colección popular, que se distrae continuamente jugando al solitario, que 11 Hugo Verani. “Mario Levrero o el vacío de la posmodernidad” [2000] en Hermes Criollo, núm. 10, Montevideo, 2006, p. 127. 12 Mario Levrero, La novela luminosa, “Agosto de 2000”, pp. 23. 10 descarga pornografía. La construcción de la figura de autor también está vacía. Es decir, no se está erigiendo una figura emblemática de la literatura. El vacío en la figura es en parte la representación de la muerte del autor. No sólo desde la perspectiva que envuelve a la novela luminosa, despojada de todo precepto literario, aún del de la categoría de autor como Barthes lo define: “Darle a un texto un Autor es imponerle un seguro, proveerlo de un significado último, cerrar la escritura.” 13 La figura de autor desaparece aquí para darle lugar a la literatura. A pesar de todos los impedimentos que Levrero reconoce en la escritura, sigue fiel a su propósito de crear literatura. La fragmentación, la repetición, el develamiento de imposibilidad de narrar, la negación del significante, y el borramiento de la figura de autor. Todas estas estrategias narrativas constituyen el proyecto literario de Levrero, que consiste en separarse de la literatura elevada, convencional, canónica, y constituir la verdadera literatura, la de la pura enunciación, la que habla por sí misma. La novela luminosa es un texto rizomático que pretende no tener un significado último porque éste se encontraría en la literatura, y es lo que este texto no puede ser, pero que, a pesar de todo, termina siéndolo. Conclusiones La novela luminosa es un texto que resulta complejo de ser leído, no precisamente por lo que dice, sino por lo que elide. La narración incesante de los mismos hechos, provocan en el lector una búsqueda de un significado inmanente de obra. Pero dicho significado no debe sentirse como una meta a la cual llegar, el objetivo último de la novela es, precisamente, no ser la literatura que pretende el cánon: “… luch[é] a brazo partido contra la literatura y aun contra el buen gusto, hasta que logré derrotarlos a ambos.” 14 Esto se debe a que la Literatura no puede ser alcanzada, ella pertenece al plano ideal al cual no puede accederse. Sólo se puede llegar a aprehender lo que constituye para Levrero la novela oscura, que es justamente el texto que él produce. El fracaso de saber que “la novela luminosa” no puede ser escrita origina una paradoja, como no se puede escribir la novela ideal, se escribirá esa otra novela para poder, en algún momento conseguirla. A su vez se produce una segunda paradoja: cuanto más lejos se está de poder narrar los hechos luminosos más cerca estamos de poder comprender lo que constituye La novela luminosa. La materialidad de las palabras no pueden poner de manifiesto lo que es la Literatura, pero la única manera de luchar 13 Roland Bathes, “La muerte del autor”, El susurro del lenguaje, Buenos Aires, Paidós comunicación, 1987, pp. 70. 14 Mario Levrero, La novela luminosa, “Capítulo tercero-cuarto”, pp. 508. 11 contra esto es escribir. Aquí nos encontramos frente a la idea de Deleuze y Guattari de la máquina literaria como espacio de resistencia. De allí, que la autobiografía del narrador, será absolutamente ficcional, porque se no pretende anclar un punto en la realidad, o más bien pretende ficcionalizar todo aquello que pueda tener una referencia real extraliteraria. Recordemos que la literatura de anterior de Levrero tenía una vinculación con el mundo pesadillesco, que también existe en La novela luminosa. Las experiencias parapsicológicas, los sueños, la vigilia insomne, tiñen de un tono onírico a la obra. El corrimiento de los límites literarios y extraliterarios se inscriben no sólo en la problematización de la ficción, sino también en la de la figura del autor, que al ser prefigurada como menor, otorga el alcance a su obra de poder ser múltiple en sus significados, lo cual es muy acertado si pensamos a la novela como un rizoma. Todas estas estrategias narrativas sitúan a Levrero en un lugar en el cuál puede comenzar a prefigurar el proyecto de escribir literatura para merecer llegar a la Literatura. Camino que puede ser recorrido usando el lenguaje su condición de artificialidad y prescindiendo de su aspecto referencial, exponiendo las imperfecciones de la escritura y de la literatura, es la forma más acertada para Levrero de comenzar a pensar en producir Literatura. 12 Bibliografía Corpus: Levrero, Mario. La novela luminosa, Buenos Aires, Mondadori, 2008. Crítica: Agamben, Giorgio. ¿Qué es lo contemporáneo? Desnudez. Barcelona, Anagrama, 2011. Adorno, Theodor. Teoría estética, [1970], Madrid, Taurus, 1992 Barthes, Roland. La preparación de la novela: notas de cursos y seminarios en el Collège de France: 1978-1979 y 1979-1980. México, Siglo XXI Editores, 2005. pp. 43 ---------------- “La muerte del autor”, El susurro del lenguaje, Buenos Aires, Paidós comunicación, 1987. Borg Oviedo, Matías. “Vida sin obra: escritura inoperante en El discurso vacío de Mario Levrero”, VIII Congreso Internacional de Teoría y Crítica Literaria Orbis Tertius, Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria - IdIHCS/CONICET, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata en http://citclot.fahce.unlp.edu.ar/viii-congreso D´Agnese, Sandra. “Levrero y la representación de la peripecia creativa”, Asociación de profesores de literatura del Uruguay, Año III, Núm., 5, abril, 2013, pp. 12-16. Eagleton, Terry. Introducción a la teoría literaria. “¿Qué es la literatura?”. José Esteban Calderón trad.), Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1998. Deleuze, Guilles y Guattari, Félix. Kafka. Por una literatura menor. México, Ediciones Era, 1990. Inzaurralde, Gabriel. “Apuntes sobre La novela luminosa” Revista Iberoamericana, Vol. LXXVIII, Núm. 241, Octubre- Diciembre 2012, 1043-1065 en http://www.academia.edu/ Verani, Hugo. “Mario Levrero o el vacío de la posmodernidad” [2000] en Hermes Criollo, núm. 10, Montevideo, 2006, p. 127.


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