127027388 Tiqqun La Hipotesis Cibernetica

June 24, 2018 | Author: Alguien Curioso | Category: Capitalism, Science, Euro, Analogy, Society
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La Hipótesis CibernéticaTiqqun “Podemos soñar con un tiempo donde la m áquina para gobernar remplazará —para bien o para mal, ¿qui én sabe?— la insuficiencia hoy en d ía evidente de los dirigentes y los aparatos habituales de la pol ítica.” Padre Dominico Dubarle, Le Monde, 28 de diciembre de 1948 “Existe un contraste notable entre la elegancia conceptual y el rigor que caracteriza a los planteamientos de orden cient ífico y técnico y el estilo resumido e impreciso que caracteriza a los planteamientos de orden pol ítico. […] Se nos lleva a preguntar si existe un tipo de situaci ón inmejorable, que marcaría los límites definitivos de la racionalidad, o si podemos esperar que esta impotencia ser á algún día superada y que la vida colectiva ser á finalmente enteramente racionalizada.” Un enciclopedista cibern é tico en los a ñ os 70 I “No hay probablemente ningún dominio del pensamiento o de la actividad material del hombre, donde se pueda decir que la cibernética no tendrá, tarde o temprano, un papel por jugar.” Georges Boulanger, El dossier de la cibernética, utopía o ciencia de mañana en el mundo de hoy, 1968 “El gran circunverso quiere circuitos estables, ciclos iguales, repeticiones previsibles, contabilidades sin confusión. Quiere eliminar cualquier pulsión parcial, quiere inmovilizar el cuerpo. La ansiedad de aquel emperador del que habla Borges, que deseaba un mapa tan exacto del imperio que recubriera el territorio en todos sus puntos y lo reprodujera a su escala: los súbditos del monarca tardaron tanto tiempo y gastaron tanta energía en acabarlo y en mantenerlo que el imperio mismo cayó en ruinas a medida que su relevamiento cartográfico se fue perfeccionando; ésa es la locura del gran Cero central, su deseo de inmovilización de un ‘cuerpo’ que sólo puede ser representado.” Jean-François Lyotard, Economía libidinal, 1973 “Han deseado una aventura y quieren vivirla contigo. Esto es finalmente todo lo que hay que decir. Creen resueltamente que el futuro será moderno: diferente, apasionante, difícil seguramente. Poblado de cyborgs y emprendedores sin recursos, de fiebres bursátiles y hombres neuronales. Así es el presente para aquellos que quieren verlo. Creen que el porvenir será humano, incluso femenino y plural! para que todos lo vivan y participen en "l. Ellos son esa #lustraci$n que habíamos perdido, la infantería del progreso, los habitantes del siglo %%#. Combaten la ignorancia, la in&usticia, la miseria, los sufrimientos de todo tipo. Están allí donde algo se mueve, donde pasa algo. 'o quieren de&ar escapar nada. (on humildes y audaces, están al servicio de un inter"s que les sobrepasa, guiados por un principio superior. (aben plantear problemas, pero tambi"n encontrar las soluciones. 'os harán franquear las fronteras más peligrosas, nos tenderán la mano desde las orillas del futuro. (on la Historia en marcha, al menos lo que de ella queda, ya que lo más difícil está tras nosotros. (on los santos y profetas, los aut"nticos socialistas. Hace tiempo que han comprendido que mayo de )*+, no era una revoluci$n. Ellos hacen la verdadera revolución. 'o es más que una cuesti$n de organi-aci$n y de transparencia, de inteligencia y de cooperaci$n. ./asto programa0 1 además23 4Perdón5 4Qué5 4Qué dices5 46u" programa5 7as peores pesadillas, bien lo sabes, son a veces la metamorfosis de una fábula, de esas que SE nos contaban cuando "ramos peque8os a fin de dormirnos y perfeccionar nuestra educaci$n moral. 7os nuevos conquistadores, que aquí llamaremos los cibern"ticos, no forman un partido organi-ado lo cual nos hubiera hecho la tarea más fácil sino una constelaci$n difusa de agentes, actuados, poseídos por la misma fábula. (on los asesinos del tiempo, los cru-ados de lo 9ismo, los enamorados de la fatalidad. (on los sectarios del orden, los apasionados de la ra-$n, el pueblo de los intermediarios. 7os :randes ;elatos bien pueden estar muertos, como lo repite a placer la vulgata posmoderna, pero la dominaci$n sigue estando constituida por ficciones<maestras. =ste fue el caso de La Fábula de las Abejas que public$ >ernard de 9andeville en los primeros a8os del siglo %/### y que tanto hi-o para fundar la economía política y &ustificar los avances del capitalismo. 7a prosperidad y el orden social y político ya no dependían de las virtudes cat$licas de sacrificio sino de que cada individuo persiguiera su propio inter"s. 7os ?vicios privados3 eran declarados garantía del ?bien com@n3. 9andeville, ?el hombre diablo3, como SE le denominaba entonces, fundaba con ello, y contra el espíritu religioso de su tiempo, la hipótesis liberal que más tarde inspirará a Adam (mith. Aunque esta fábula sea reactivada regularmente ba&o las renovadas formas del liberalismo, hoy está caduca. Be lo cual se derivará, para los espíritus críticos, que el liberalismo ya no es algo a criticar . Ctro modelo ha ocupado su lugar, el mismo que se esconde en los nombres de #nternet, de nuevas tecnologías de informaci$n y comunicaci$n, de ?Nueva Economía” o de ingeniería gen"tica. El liberalismo ya no es más que una &ustificaci$n remanente, la coartada del crimen cotidiano perpetrado por la cibern"tica. Críticas racionalistas de la ?creencia econ$mica3 o de la ?utopía neotecnol$gica3, críticas antropol$gicas del utilitarismo en las ciencias sociales y de la hegemonía del intercambio mercantil, críticas marDistas del ?capitalismo cognitivo3 que querrían oponerle el ?comunismo de las multitudes3, críticas políticas de una utopía de la comunicaci$n que permite que sur&an los peores fantasmas de eDclusi$n, críticas de las críticas del ?nuevo espíritu del capitalismo3 o críticas del ?Estado penal3 y de la vigilancia que se ocultan tras el neoliberalismo, los espíritus críticos parecen poco inclinados a tener en cuenta la emergencia de la cibernética como nueva tecnología de gobierno que federa y asocia tanto la disciplina como la biopolítica, tanto la policía como la publicidad, sus predecesores en el e&ercicio de la dominaci$n, que hoy ya son demasiado poco eficaces. Es decir, que la cibern"tica no es, como se quisiera entender de forma eDclusiva, la esfera separada de la producci$n de informaciones y de la comunicaci$n, un espacio virtual que recubriría el mundo real. Es más bien un mundo autónomo de dispositivos confundidos con el proyecto capitalista en tanto que es un proyecto político, una gigantesca ?máquina abstracta3, hecha de máquinas binarias efectuadas por el #mperio, nueva forma de la soberanía política, y, habría que decir una máquina abstracta que se ha convertido en máquina de guerra mundial. Beleu-e y :uattari vinculan esta ruptura a una nueva forma de apropiaci$n de las máquinas de guerra por parte de los Estados<naci$n: ?($lo despu"s de la (egunda :uerra 9undial la automati-aci$n, luego la automati-aci$n de la máquina de guerra, han producido su verdadero efecto. =sta, si tenemos en cuenta los nuevos antagonismos que la atravesaban, ya no tenía por ob&eto eDclusivo la guerra, sino que se responsabili-aba de la pa- y tenía por ob&eto la pa-, la política, el orden mundial, en resumen, la finalidad. Ahí es donde aparece la inversi$n de la f$rmula de ClauseEit-: la política deviene la continuaci$n de la guerra, la paz libera técnicamente el proceso material ilimitado de la guerra total . 7a guerra de&a de ser la materiali-aci$n de la máquina de guerra, la máquina de guerra deviene guerra materializada”. Por ello la cibern"tica no es algo a criticar, es algo a combatir y vencer. Es una cuesti$n de tiempo. Por tanto, la hipótesis cibernética es una hip$tesis política, una nueva fábula que tras la (egunda :uerra mundial ha suplantado definitivamente a la hip$tesis liberal. Be forma opuesta a esta @ltima, se propone concebir los comportamientos biol$gicos, físicos y sociales como integralmente programables y reprogramables. 9ás precisamente se representa todo comportamiento como ?pilotado3 en @ltima instancia por la necesidad de supervivencia de un ?sistema3 que lo hace posible y al cual debe contribuir. Es un pensamiento del equilibrio nacido en un conteDto de crisis. 9ientras que )*)F ha sancionado la descomposici$n de las condiciones antropol$gicas de verificaci$n de la hip$tesis liberal la emergencia del >loom, la quiebra de la idea de individuo y de toda metafísica del su&eto, manifestada en carne y hueso en las trincheras y )*)G ha sancionado su contestaci$n hist$rica con la ?revoluci$n3 bolchevique, )*FH se8ala la eDtinci$n de la idea de sociedad, tan evidentemente traba&ada por la autodestrucci$n totalitaria. En tanto que eDperiencias<límite de la modernidad política, el >loom y el totalitarismo han sido entonces las refutaciones más s$lidas de la hip$tesis liberal. 7o que más tarde Ioucault llamará, en tono &ocoso ?muerte del Hombre3, no es otra cosa que el estrago suscitado por esos dos escepticismos, uno en direcci$n al individuo, el otro hacia la sociedad, y provocados por la :uerra de Jreinta a8os que afect$ a Europa y al mundo durante la primera mitad del siglo %%. El problema que plantea el Zeitgeist de estos a8os es de nuevo el de ?defender la sociedad3 contra las fuer-as que conducen a su descomposici$n, el de restaurar la totalidad social a pesar de una crisis general de la presencia que aflige a cada uno de sus átomos. 7a hip$tesis cibern"tica responde por consiguiente, tanto en las ciencias naturales como en las sociales, a un deseo de orden y certe-a. 7a hip$tesis cibern"tica, disposici$n, de lo más efica-, de una constelaci$n de reacciones animadas por un deseo activo de totalidad y no solamente por una nostalgia de "sta, como en las diferentes variantes de romanticismo es pariente de las ideologías totalitarias tanto como de todos los holismos, místicas, bien solidaristas como en BurKheim, bien funcionalistas o bien marDistas, de todos los cuales no es más que el relevo. En tanto que posici$n "tica, la hip$tesis cibern"tica es complementaria, aunque estrictamente opuesta, al pathos humanista que se reaviva desde los a8os FH y que no es otra cosa que una tentativa de hacer como si ?el Hombre3 pudiera pensarse intacto despu"s de AuschEit-, de restaurar la metafísica clásica del su&eto a pesar del totalitarismo. Pero mientras que la hip$tesis cibern"tica incluye la hip$tesis liberal sobrepasándola, el humanismo s$lo apunta a eDtender la hip$tesis liberal a las situaciones cada ve- más numerosas que se le resisten: "sta es toda la ?mala fe3 de la empresa de por e&emplo un (artre, por volver contra su autor una de sus categorías más inoperantes. 7a ambigLedad constitutiva de la modernidad, considerada superficialmente ya sea como proceso disciplinario o bien como proceso liberal, ya sea como reali-aci$n del totalitarismo o como advenimiento del liberalismo, está contenida y suprimida en, con y por la nueva gubernamentalidad que emerge, inspirada por la hip$tesis cibern"tica. =sta no es otra cosa que el protocolo de experimentación a tama8o natural del #mperio en formaci$n. (u reali-aci$n y su eDtensi$n, produciendo efectos de verdad devastadores, corroen ya todas las instituciones y los vínculos sociales fundados en el liberalismo, y transforma tanto la naturale-a del capitalismo como las posibilidades de su contestaci$n. El gesto cibern"tico se afirma mediante una denegaci$n de todo lo que escape a la regulaci$n, de todas las líneas de fuga por las que se compone la eDistencia en los intersticios de la norma y de los dispositivos, de todas las fluctuaciones comportamentales que no se siguieran in fine de las leyes naturales. En tanto que ha llegado a producir sus propias veredicciones, la hip$tesis cibern"tica es hoy el antihumanismo más consecuente, el que quiere mantener el orden general de las cosas vanagloriándose de haber sobrepasado lo humano. Como todo discurso, la hip$tesis cibern"tica s$lo se ha podido verificar asociándose a los entes o las ideas que la refuer-an, probándose por su contacto, plegando el mundo a sus leyes en un proceso continuo de autovalidaci$n. Es en adelante un con&unto de dispositivos que ambiciona tomar a su cargo la totalidad de la eDistencia y del eDistente. El griego kubernesis significa en sentido propio ?acci$n de pilotar un buque3, y, en sentido figurado, ?acci$n de dirigir, de gobernar3. En su curso de )*,)<)*,M, Ioucault insiste en la significaci$n de esta categoría de ?pilota&e3 en el mundo griego y romano sugiriendo que podría tener un alcance más contemporáneo: ?7a idea del pilota&e como arte, como t"cnica a la ve- te$rica y práctica, necesaria para la eDistencia, es una idea importante, creo, y que merecería eventualmente ser anali-ada con un poco de detenimiento, en la medida en que, como ven, hay por lo menos tres tipos de t"cnicas que se refieren con mucha regularidad a ese modelo del pilota&e: en primer lugar, la medicina! segundo, el gobierno político! tercero, la direcci$n y el gobierno de sí mismo. En la literatura griega, helenística y romana, estas tres actividades Ncurar, dirigir a los otros, gobernarse a sí mismoO se refieren muy regularmente a la imagen del pilota&e. 1 creo que esta imagen del pilota&e coincide bastante bien un tipo de saber y de prácticas entre los que los griegos y los romanos reconocían un parentesco indudable, y para las cuales trataban de establecer una tekhné Nun arte, un sistema meditado de prácticas referido a principios generales, nociones y conceptosO: el Príncipe, en cuanto debe gobernar a los demás, gobernarse a sí mismo, curar los males de la ciudad, los males de los ciudadanos y los suyos propios! quien se gobierna como se gobierna una ciudad, curando sus propios males! el m"dico, que tiene que emitir su &uicio no s$lo sobre los males del cuerpo sino sobre los males del alma de los individuos. En fin, como ven, tenemos aquí todo un paquete, todo un con&unto de nociones en el espíritu de los griegos y los romanos que competen, me parece, a un mismo tipo de saber, un mismo tipo de actividad, un mismo tipo de conocimiento con&etural. 1 creo que se podría rehacer toda la historia de esta metáfora prácticamente hasta el siglo %/#, supongo, precisamente cuando la definici$n de un nuevo arte de gobernar, centrado en la ra-$n de Estado, distinga, ahora de una manera radical, gobierno de síPmedicinaPgobierno de los otros por otra parte, no sin que la imagen del pilota&e, como saben bien, siga ligada a la actividad, una actividad que se llama &ustamente actividad de gobierno.3 7o que los oyentes de Ioucault se supone que saben bien, y que "l se guarda mucho de eDponer, es que hacia finales del siglo %%, la imagen del pilota&e, es decir, de la gesti$n, ha devenido la metáfora cardinal para describir no s$lo la política sino tambi"n toda la actividad humana. 7a cibern"tica deviene el proyecto de una racionali-aci$n sin límites. En )*QR, cuando se publica The Nerves of Government en pleno período de desarrollo de la hip$tesis cibern"tica en las ciencias naturales, Sarl Beutsch, un universitario estadounidense de las ciencias sociales, se toma en serio las posibilidades políticas de la cibern"tica. ;ecomienda abandonar las vie&as concepciones soberanistas del poder que desde mucho tiempo atrás han sido la esencia de la política. :obernar será inventar una coordinaci$n racional de los flu&os de informaciones y decisiones que circulan en el cuerpo social. Jres condiciones asegurarán esto, dice: instalar un sistema de captores para no perder ninguna informaci$n que provenga de los ?su&etos3! tratar las informaciones mediante correlaci$n y asociaci$n! una proximidad a cada comunidad viviente. 7a moderni-aci$n cibern"tica del poder y de las formas anticuadas de autoridad social se anuncia por tanto como producci$n visible de la ?mano invisible3 de Adam (mith que servía hasta entonces de clave mística para la eDperimentaci$n liberal. El sistema de comunicaci$n será el sistema nervioso de las sociedades, la fuente y el destino de todo poder. La hipótesis cibernética enuncia, de este modo, ni más ni menos, la política del “fin de la política”. ;epresenta a la ve- un paradigma y una t"cnica de gobierno. (u estudio muestra que la policía no es solamente un $rgano del poder sino tambi"n una forma del pensamiento. 7a cibern"tica es el pensamiento policial del #mperio, animada por completo, hist$rica y metafísicamente, por una concepción ofensiva de la política. Jermina hoy en día por integrar a las t"cnicas de individuaci$n o de separaci$n y de totali-aci$n que se habían desarrollado de forma separada: de normali-aci$n, ?la anatomopolítica3, y de regulaci$n, la ?biopolítica3, por decirlo como Ioucault. Benomino policía de las cualidades a sus t"cnicas de separaci$n. 1, siguiendo a 7uKács, denomino producci$n social de sociedad a sus t"cnicas de totali-aci$n. Con la cibern"tica, producci$n de sub&etividades singulares y producci$n de totalidades colectivas se engranan para replicar la Historia ba&o la forma de un falso movimiento de evoluci$n. Efect@a el fantasma de un 9ismo que llega siempre a integrar al Ctro: tal y como lo eDplica un cibern"tico, ?toda integraci$n real se funda sobre una previa diferenciaci$n3. A este respecto, sin duda que nadie me&or que el ?aut$mata3 Abraham 9oles, su ide$logo franc"s con más celo, ha sabido no suprimir esta pulsi$n de muerte sin resto que anima a la cibern"tica: ?(e concibe que una sociedad global, un Estado, puedan encontrarse regulados de tal suerte que est"n protegidos contra todos los accidentes del devenir: tal que en sí mismos la eternidad les cambie. Es el ideal de una sociedad estable traducido por mecanismos sociales objetivamente controlables3. 7a cibern"tica es la guerra librada a todo lo que vive y dura. Estudiando la formaci$n de la hip$tesis cibern"tica propongo aquí una genealogía de la gubernamentalidad imperial. 1 a continuaci$n le opongo otros saberes guerreros, que ella borra cotidianamente, y por los cuales acabará siendo derrocada. II “La vida sintética es ciertamente uno de los productos posibles de nuestra evolución del control tecnoburocrático, y de igual manera el regreso del planeta entero al nivel orgánico, es otro resultado muy posible — bastante irónicamente— de la misma revolución en la tecnología de control.” James R. Beniger, The Control Revolution, 1986 #ncluso si los orígenes del dispositivo #nternet son hoy bien conocidos, no es in@til subrayar de nuevo su significación política. #nternet es una máquina de guerra inventada en analogía con el sistema de autopistas que fue tambi"n concebido por el e&"rcito estadounidense como herramienta descentrali-ada de movili-aci$n interior. 7os militares estadounidenses deseaban un dispositivo que preservara la estructura de mando en caso de ataque nuclear. 7a respuesta consisti$ en una red electr$nica capa- de redirigir automáticamente la informaci$n incluso si casi la totalidad de los vínculos eran destruidos, permitiendo así, a las autoridades supervivientes, permanecer en comunicaci$n unas con otras y tomar decisiones. Con un dispositivo así podría ser mantenida la autoridad militar de cara a la peor de las catástrofes. #nternet es por tanto el resultado de una transformación nomádica de la estrategia militar. Con una planificaci$n tal en su raí-, podemos dudar de las características pretendidamente antiautoritarias de este dispositivo. 7a cibern"tica, como #nternet, que de ella deriva, es un arte de la guerra cuyo ob&etivo es salvar la cabe-a del cuerpo social en caso de catástrofe. 7o que aflor$ hist$rica y políticamente en entreguerras, y a lo cual responde la hip$tesis cibern"tica, fue el problema metafísico de la fundaci$n del orden a partir del desorden. El con&unto del edificio científico, en lo que "ste debía a las concepciones deterministas que encarnaba la física mecanicista de 'eEton, se desmorona en la primera mitad del siglo. Es preciso representarse a las ciencias de esta "poca como territorios desgarrados entre la restauraci$n neopositivista y la revoluci$n probabilista, y luego tanteando hacia un compromiso hist$rico para que la ley sea redefinida a partir del caos, la certe-a a partir de lo probable. 7a cibern"tica atraviesa este movimiento comen-ada en /iena en el cambio de siglo, y luego transportada a #nglaterra y a los Estados Tnidos en los a8os RH y FH , que construye un Segundo Imperio de la Razón, y de donde se ausenta la idea de (u&eto, que hasta entonces era considerada indispensable. En tanto que saber, re@ne un con&unto de discursos heterog"neos que eDperimentan en com@n el problema práctico del dominio de la incertidumbre. (i bien que eDpresan fundamentalmente, en sus diversos dominios de aplicaci$n, el deseo de que un orden sea restaurado y, más a@n, que sepa tener. 7a escena fundadora de la cibern"tica tiene lugar entre los científicos, en un conteDto de guerra total. (ería vano buscar aquí cierta ra-$n maliciosa o las huellas de un complot: encontramos en ello un simple pu8ado de hombres ordinarios, movili-ados por los Estados Tnidos durante la (egunda :uerra mundial. 'orbert Uiener, científico estadounidense de origen ruso, estaba encargado de desarrollar con algunos colegas una máquina de predicción y de control de las posiciones de los aviones enemigos en vistas de su destrucci$n. 'o era posible entonces prever con certe-a más que correlaciones entre ciertas posiciones del avi$n y algunos de sus comportamientos. 7a elaboraci$n del ?Predictor3, la máquina de previsi$n encargada a Uiener, requiere por tanto de un m"todo particular de tratamiento de las posiciones del avi$n y de comprensi$n de las interacciones entre el arma y su blanco. Toda la historia de la cibernética apunta a conjurar la imposibilidad de determinar al mismo tiempo la posici ón y el comportamiento de un cuerpo. 7a intuici$n de Uiener consiste en traducir el problema de la incertidumbre en un problema de información, en una serie temporal donde ciertos datos son ya conocidos, otros a@n no, y en considerar al objeto y al sujeto del conocimiento como un todo, como un ?sistema3. 7a soluci$n consiste en introducir constantemente en el &uego de los datos iniciales el intervalo constatado entre el comportamiento deseado y el comportamiento efectivo, de tal modo que ambos coincidan cuando el intervalo se anule, como lo ilustra el mecanismo de un termostato. El descubrimiento sobrepasa considerablemente las fronteras de las ciencias eDperimentales: controlar un sistema dependería en @ltima instancia de la instituci$n de una circulaci$n de informaciones denominada ?feedbacK3 o retroacci$n. El alcance de estos resultados para las ciencias naturales y sociales es eDpuesto en París en una obra que responde al sibilino título de Cybernetics, que designa para Uiener la doctrina del ?control y la comunicaci$n en el animal y en el hombre3. 7a cibern"tica emerge por tanto con la cara inofensiva de una simple teoría de la informaci$n, una informaci$n sin origen preciso, siempre ya ahí en potencia en el entorno de cada situaci$n. Pretende que el control de un sistema se obtiene mediante un grado óptimo de comunicación entre sus partes. Este ob&etivo reclama de entrada la eDtorsi$n continua de informaciones, un proceso de separación de los entes respecto a sus cualidades, de producci$n de diferencias. Bicho de otro modo, el dominio de la incertidumbre pasa por la representación y la memorización del pasado. 7a imagen espectacular, la codificaci$n matemática binaria la que inventa Claude (hannon en Mathematical Theory of Communication el mismo a8o en que se enuncia la hip$tesis cibern"tica por un lado, la invenci$n de máquinas de memoria que no altera la informaci$n, y el increíble esfuer-o por su miniaturi-aci$n es la funci$n estrat"gica determinante de las nanotecnologías actuales por el otro, conspiran para crear tales condiciones a nivel colectivo. Así conformada, la informaci$n debe retornar a continuaci$n hacia el mundo de los entes, religándolos unos con otros, del mismo modo en que la circulaci$n mercantil garanti-a su puesta en equivalencia. 7a retroacci$n, clave de la regulaci$n del sistema, reclama ahora una comunicación en sentido estricto. 7a cibern"tica es el proyecto de una recreaci$n del mundo por la puesta en bucle infinito de estos dos momentos, la representaci$n que separa, la comunicaci$n que religa, la primera dando la muerte, la segunda imitando la vida. El discurso cibern"tico comien-a enviando al estante de los falsos problemas las controversias del siglo %#% que oponían las visiones mecanicistas a las vitalistas u organicistas del mundo. Postula una analogía de funcionamiento entre los organismos vivientes y las máquinas, asimilados ba&o la noci$n de ?sistema3. Por eso la hip$tesis cibern"tica &ustifica dos tipos de eDperimentaciones científicas y sociales. 7a primera apunta a hacer de los seres vivientes una mecánica, a dominar, programar, a determinar al hombre y su vida, a la sociedad y a su ?devenir3. Alimenta tanto el retorno del eugenismo como el fantasma bi$nico. >usca científicamente el fin de la Historia! nos encontramos aquí naturalmente en el terreno del control. 7a segunda apunta a imitar con máquinas al viviente, de entrada en tanto que individuos, lo que conduce tanto al desarrollo de robots como de la inteligencia artificial! despu"s en tanto que colectivos, lo que conduce a la puesta en circulaci$n de informaciones y a la constituci$n de ?redes3. Aquí nos encontramos más bien en el terreno de la comunicaci$n. Aunque compuestos socialmente de poblaciones muy diversas bi$logos, m"dicos, informáticos, neur$logos, ingenieros, consultores, policías, publicitarios, etc. las dos corrientes no se encuentran por ello menos reunidas por el com@n fantasma de un Autómata Universal, análogo al que Hobbes tenía del Estado en el Leviatán, ?hombre No animalO artificial3. 7a unidad de los avances cibern"ticos proviene de un m"todo, es decir, se ha impuesto como método de inscripción del mundo, a la ve- estrago eDperimental y esquematismo proliferante. (e corresponde con la eDplosi$n de las matemáticas aplicadas consecutiva a la desesperaci$n que caus$ el austríaco Surt :Vdel cuando prob$ que toda tentativa de fundaci$n l$gica de las matemáticas, y por ello de unificaci$n de las ciencias, estaba abocada a la ?incompletitud3. Con la ayuda de Heisenberg, acaba por desmoronarse más de un siglo de &ustificaci$n positivista. Es /on 'eumann quien eDpresa en eDtremo este abrupto sentimiento de destrucci$n de los fundamentos. #nterpreta la crisis l$gica de las matemáticas como la marca de la imperfecci$n ineluctable de toda creaci$n humana. 6uiere por consiguiente establecer una l$gica que pueda ser por fin coherente, .una l$gica que s$lo podría provenir del aut$mata0 Be matemático puro pasa a ser agente de un mesti-a&e científico, de una matemati-aci$n general, que permitirá reconstruir desde aba&o, por la práctica, la unidad perdida de las ciencias de la que la cibern"tica debiera ser la eDpresi$n te$rica más estable. 'i una demostraci$n, ni un discurso ni un libro que desde entonces no est"n animados por el lengua&e universal del esquema eDplicativo, por la forma visual del razonamiento. 7a cibern"tica transporta el proceso de racionali-aci$n com@n a la burocracia y al capitalismo al primer piso de la modelización total. Herbert (imon, el profeta de la #nteligencia Artificial, retoma en los a8os +H el programa de /on 'eumann con el fin de construir un aut$mata de pensamiento. (e trata de una máquina dotada de un programa, denominada sistema<eDperto, que debe ser capa- de tratar la informaci$n con el fin de resolver los problemas que conoce cada dominio de competencia particular, y, por asociaci$n, .el con&unto de problemas prácticos encontrados por la humanidad0 El General Problem Solver N:P(O, creado en )*GM, es el modelo de esta competencia universal que resume todas las demás, el modelo de todos los modelos, el intelectualismo más aplicado, la reali-aci$n práctica del adagio preferido por los peque8os amos sin dominio, seg@n el cual ?no hay problemas! s$lo hay soluciones3. 7a hip$tesis cibern"tica progresa indistintamente como teoría y como tecnología, la una asegurando siempre a la otra. En el )*FR Uiener encuentra a Wohn /on 'eumann que está encargado de fabricar máquinas lo suficientemente rápidas y potentes como para efectuar los cálculos necesarios para el proyecto Manhattan, en el que traba&an )Q.HHH científicos e ingenieros, así como RHH.HHH t"cnicos y obreros, ba&o la direcci$n del físico ;obert Cppenheimer: el ordenador y la bomba at$mica nacen &untos. Besde el punto de vista del imaginario contemporáneo, la ?utopía de la comunicaci$n3 es el mito complementario al de la invenci$n de lo nuclear: siempre se trata de completar el ser-conjunto mediante eDceso de vida o por eDceso de muerte, por fusi$n terrestre o por suicidio c$smico. 7a cibern"tica se presenta como la respuesta me&or adaptada al :ran 9iedo de la destrucci$n del mundo y de la especie humana. /on 'eumann es su agente doble, el ?inside outsider3 por eDcelencia. 7a analogía entre las categorías de descripci$n de sus máquinas, de los seres vivos, y de las máquinas de Uiener, sella la alian-a entre la informática y la cibern"tica. (erán precisos algunos a8os para que la biología molecular, en el origen de la descodificaci$n del AB', utilice a su ve- la teoría de la informaci$n para eDplicar al hombre en tanto que individuo y en tanto que especie, confiriendo por ello mismo una potencia t"cnica sin igual a la manipulaci$n eDperimental de seres humanos en el plano gen"tico. El desli-amiento de la metáfora del sistema hacia la de la red en el discurso social entre los a8os QH y los ,H apunta hacia la otra analogía fundamental que constituye la hip$tesis cibern"tica. Jambi"n indica una transformaci$n profunda de esta @ltima. Puesto que si SE ha hablado de ?sistema3, entre los cibern"ticos, es por analogía con el sistema nervioso, y si hoy SE habla en las ciencias cognitivas de ?red3 es que SE está pensando en la red neuronal. 7a cibern"tica es la asimilaci$n de la totalidad de los fen$menos eDistentes a los del cerebro. Planteando la cabeza como el alfa y el omega del mundo, la cibern"tica se aseguraba así ser la vanguardia de las vanguardias, aquella tras la cual todas no de&arían de correr. En su punto de partida instaura en efecto la identidad entre vida, pensamiento y lenguaje. Este monismo radical se funda en una analogía entre las nociones de informaci$n y energía. Es introducida por Uiener in&ertando el discurso de la termodinámica del siglo %%# sobre el suyo propio. 7a operaci$n consiste en comparar el efecto del tiempo sobre un sistema energ"tico con el efecto del tiempo sobre un sistema de informaciones. Tn sistema, en tanto que sistema, nunca es puro y perfecto: hay degradaci$n de la energía a medida que "sta se intercambia así como hay degradaci$n de la informaci$n a medida que "sta circula. Esto es lo que Clausius denomin$ entropía. 7a entropía considerada como una ley natural es el #nfierno del cibern"tico. EDplica la descomposici$n del ser vivo, el desequilibrio en economía, la disoluci$n del vínculo social, la decadencia2 En un primer tiempo, especulativo, la cibern"tica pretende fundar así el terreno com@n a partir del cual debe ser posible la unificaci$n de las ciencias naturales con las humanas. 7o que se denominará ?segunda cibern"tica3 será el proyecto superior de una eDperimentaci$n sobre las sociedades humanas: una antropotecnia. 7a misi$n del cibern"tico es la de luchar contra la entropía general que amena-a los seres vivos, las máquinas, las sociedades, es decir, crear las condiciones generales de una revitali-aci$n permanente, restaurar sin cesar la integridad de la totalidad. ?7o importante no es ya que el hombre est" presente, sino que eDista en tanto soporte viviente de la idea t"cnica3, constata el comentador humanista ;aymond ;uyer. Con la elaboraci$n y el desarrollo de la cibern"tica, el ideal de las ciencias eDperimentales, ya en el origen de la economía política via la física neEtoniana, viene de nuevo a echar una mano, fuerte, al capitalismo. Besde entonces SE denomina ?sociedad contemporánea3 al laboratorio donde se eDperimenta la hip$tesis cibern"tica. A partir del final de los a8os +H, gracias a las t"cnicas de las que ha instruido "sta, la segunda cibernética ya no es sólo una hipótesis de laboratorio sino una experimentación social. Apunta a construir aquello que :iorgio Cesarano denomina sociedad animal estabili-ada que, ?Xen las termitas, las hormigas y las abe&asY tiene, como presupuesto natural para su funcionamiento automático, la negaci$n del individuo! así, la sociedad animal en su con&unto Ntermitero, hormiguero o colmenaO se plantea en tanto individuo plural, cuya unidad determina y es determinada por la repartici$n de roles y funciones en el marco de una composici$n orgánica donde es difícil no ver el modelo biol$gico de la teleología del Capital3. “No hace falta ser profeta para saber que las ciencias que se van estableciendo, estarán dentro de poco determinadas y dirigidas por la nueva ciencia fundamental, que se llama cibernética. Ésta corresponde al destino del hombre como ser activo y social, pues es la teoría para dirigir la posible planificación y organización del trabajo humano.” III Martin Heidegger, El fin de la filosofía y la tarea del pensar, 1966 “En todo caso, la cibernética se ve obligada a reconocer que hasta el momento no es posible llevar a cabo un control general de la existencia humana. Por ello, en el área universal de la ciencia cibernética, el hombre cuenta por ahora, todavía, como “factor de perturbación”. Perturbando se lleva a efecto el aparentemente libre planificar y actuar del hombre. Aunque recientemente la ciencia se ha apoderado también de este campo de la existencia humana. Ha emprendido la investigación y planificación estrictamente metódica del posible porvenir del hombre actuante. Ella computa las informaciones sobre aquello que va hacia el hombre como algo planificable.” Martin Heidegger, La proveniencia del arte y la determinación del pensar, 1967 En )*F+ tiene lugar en 'ueva 1orK una conferencia de científicos cuyo ob&eto es eDtender la hip$tesis cibern"tica a las ciencias sociales. 7os participantes se unen en torno a una descalificaci$n ilustrada de las filosofías filisteas de lo social que parten del individuo o de la sociedad. 7a sociocibernética se deberá concentrar en torno a fen$menos intermediarios de feedback sociales, como los que la escuela antropol$gica estadounidense cree descubrir entonces entre ?cultura3 y ?personalidad3 para construir una caracterología de las naciones destinada a los soldados estadounidenses. 7a operaci$n consiste en reducir el pensamiento dial"ctico a una observaci$n de procesos de causalidades circulares en el seno de una totalidad social invariante a priori, en confundir contradicci$n e inadaptaci$n, como ocurre en la categoría central de la psicología cibern"tica, el double bind. En tanto que ciencia de la sociedad, la cibern"tica apunta a inventar una regulaci$n de lo social que pasa por encima de esas macroinstituciones que son el Estado y el 9ercado en provecho de micromecanismos de control, en provecho de dispositivos. 7a ley fundamental de la sociocibern"tica es la siguiente: crecimiento y control evolucionan en razón inversa. Es por tanto más fácil construir un orden social cibern"tico a peque8a escala: ?El restablecimiento rápido de los equilibrios eDige que las desviaciones sean detectadas en los lugares mismos donde se producen, y que la acci$n correctora se efect@e de manera descentralizada3. >a&o la influencia de :regory >ateson el /on 'eumann de las ciencias sociales y de la tradici$n sociol$gica estadounidenses obsesionada por la cuesti$n de lo desviado el hobo, el inmigrante, el criminal, el &oven, yo, t@, "l, etc. la sociocibern"tica se dirige prioritariamente hacia el estudio del individuo como lugar de feedbacks, es decir, como ?personalidad autodisciplinada3. >ateson deviene el educador social jefe de la segunda mitad del siglo %%, estando en el origen tanto del movimiento de terapia familiar como de las formaciones en t"cnicas de venta desarrolladas en Palo<Alto. 1 es que la hip$tesis cibern"tica reclama una conformaci$n radicalmente nueva del su&eto, individual o colectivo, en el sentido de un vaciado. Bescalifica la interioridad como mito, y con ella toda la psicología del siglo %#%, comprendido aquí el psicoanálisis. 1a no se trata de arrancar al su&eto de los vínculos tradicionales eDteriores, como pedía la hip$tesis liberal, sino de reconstruir vínculo social privando al su&eto de toda sustancia. Es preciso que cada cual devenga una envoltura sin carne, el me&or conductor posible de la comunicaci$n social, el lugar de un bucle retroactivo infinito que se lleva a cabo sin nudos. Be este modo, el proceso de ciberneti-aci$n completa el ?proceso de civili-aci$n3, hasta la abstracci$n de los cuerpos y de sus afectos en el r"gimen de signos. ?En este sentido, escribe 7yotard, el sistema se presenta como la máquina vanguardista que arrastra a la humanidad detrás de ella, deshumani-ándola para rehumani-arla a un distinto nivel de capacidad normativa. X2Y Jal es el orgullo de los Zdecididores[, y su ceguera. X2Y #ncluso la permisividad con respecto a los diversos &uegos está situada ba&o la condici$n de la performatividad. 7a redefinici$n de las normas de vida consiste en la me&ora de la competencia del sistema en materia de poder3. Agui&oneados por la :uerra Iría y la ?ca-a de bru&as3, los sociocibern"ticos buscan sin descanso lo patol$gico tras lo normal, el comunista que asoma en cada uno. En los a8os QH forman a tal efecto la Federación de la Salud Mental, donde se elabora una soluci$n original, cuasifinal, a los problemas de la comunidad y de la "poca: ?7a meta @ltima de la salud mental es ayudar a los hombres a vivir con sus seme&antes en el interior de un mismo mundo2 El concepto de salud mental es coeDtensivo al orden internacional y a la comunidad mundial que deben ser desarrollados con el fin de que los hombres puedan vivir en pa- unos con otros3. ;epensando los problemas mentales y las patologías sociales en t"rminos de informaci$n, la cibern"tica funda una nueva política de los sujetos que descansa sobre la comunicaci$n, la transparencia para consigo mismo y para con los demás. Uiener a su ve- debe refleDionar, a petici$n de >ateson, en una sociocibern"tica que sea algo de mayor envergadura que un proyecto de higienismo mental. Constata sin dolor el fracaso de la eDperimentaci$n liberal: en el mercado, la informaci$n es siempre impura e imperfecta a causa tanto de la mentira publicitaria como del desconocimiento de los Estados, que contienen, en tanto colectivo, menos informaciones que la sociedad civil. 7a eDtensi$n de las relaciones mercantiles acrecentando la talla de las comunidades, las cadenas de retroacci$n, hace que sean a@n más probables las distorsiones de la comunicaci$n y los problemas de control social. 'o s$lo el la-o social ha sido destruido por el proceso de acumulaci$n pasado, sino que el orden social se muestra cibern"ticamente imposible en el seno del capitalismo. Es comprensible por tanto la fortuna de la hip$tesis cibern"tica a partir de las crisis con las que topa el capitalismo en el siglo %%, las cuales cuestionan las pretendidas ?leyes3 de la economía clásica. Es en esta brecha donde se ve devorado el discurso cibern"tico. 7a historia contemporánea del discurso econ$mico debe ser considerada ba&o el ángulo de este ascensión del problema de la información. Be la crisis de )*M* a )*FQ, la atenci$n de los economistas se dirige hacia las cuestiones de la anticipaci$n, de incertidumbre ligada a la demanda, de a&uste entre producci$n y consumo, de previsi$n de la actividad econ$mica. 7a economía clásica que resulta de (mith flaquea, así como los demás discursos científicos directamente inspirados por la física de 'eEton. El papel preponderante que va a tomar la cibern"tica en la economía tras )*FQ, se comprende a partir de una intuici$n de 9arD que constataba que ?en la economía política, la ley está determinada por su contrario, a saber, la ausencia de leyes. La verdadera ley de la economía política es el azar3. Con el fin de probar que el capitalismo no es factor de entropía y de caos social, el discurso econ$mico privilegia, a partir de los a8os FH, una redefinici$n cibern"tica de su psicología. (e apoya en el modelo de la ?teoría de los &uegos3 desarrollada por /on 'eumann y CsKar 9orgenstern en )*FF. 7os primeros sociocibern"ticos muestran que el homo œconomicus no podría eDistir más que a condici$n de una transparencia total de sus preferencias con respecto a sí mismo y a los demás. A falta de poder conocer el con&unto de los comportamientos de los demás actores econ$micos, la idea utilitarista de una racionalidad de las elecciones microecon$micas no es más que una ficci$n. >a&o el impulso de Iriedrich von HayeK, el paradigma utilitarista es por tanto abandonado en provecho de una teoría de los mecanismos de coordinaci$n espontánea de las elecciones individuales que reconoce que cada agente no tiene más que un conocimiento limitado de los comportamientos de otro y de los suyos propios. 7a respuesta consiste en sacrificar la autonomía de la teoría econ$mica in&ertándola sobre la promesa cibern"tica de equilibrado de sistemas. El discurso híbrido que resulta de ello, que se dice en adelante ?neoliberal3, presta al mercado las virtudes de una asignaci$n $ptima de la informaci$n y ya no de las riquezas en la sociedad. A este respecto, el mercado es el instrumento de coordinaci$n perfecta de los actores gracias al cual la totalidad social encuentra un equilibrio duradero. El capitalismo deviene aquí indiscutible en tanto que es presentado como simple medio, el me&or medio, para producir la autorregulación social. >a&o la influencia de la informatización, las t"cnicas de a&uste de la oferta y la demanda, resultado del período )*RH<)*GH, han sido depuradas, menguadas y descentrali-adas. 7a imagen de la ?mano invisible3 no es ya una ficci$n &ustificadora sino el principio efectivo de la producci$n social de sociedad, tal y como se materiali-a en los procedimientos del ordenador. 7as t"cnicas de intermediaci$n mercantil y financiera han sido automati-adas. #nternet permite simultáneamente conocer las preferencias del consumidor y condicionarlas por la publicidad. A otro nivel, toda la informaci$n sobre los comportamientos de los agentes econ$micos circula ba&o la f$rmula de títulos que los mercados financieros toman a su cargo. Cada actor de la valori-aci$n capitalista es el soporte de bucles de retroacci$n cuasi permanentes, en tiempo real. Janto en los mercados reales como en los virtuales, cada transacci$n da lugar en adelante a una circulaci$n de informaci$n sobre los su&etos y los ob&etos del intercambio que sobrepasa la mera fi&aci$n del precio, que ha devenido algo secundario. Por un lado, ha habido toma de conciencia acerca de la importancia de la informaci$n como factor de producci$n distinto del traba&o y del capital, y decisivo para el ?crecimiento3 en la forma de conocimientos, de innovaciones t"cnicas, de competencias distribuidas. Por otro lado, el sector especiali-ado en la producci$n de informaciones no ha de&ado de aumentar su talla. 1 es debido al refor-amiento recíproco de estas dos tendencias por lo que el capitalismo presente debe ser calificado de economía de la información. 7a informaci$n ha devenido la rique-a a eDtraer y a acumular, transformando al capitalismo en auxiliar de la cibern"tica. 7a relaci$n entre capitalismo y cibern"tica se ha invertido a lo largo del siglo: mientras que, tras la crisis de )*M*, SE ha construido un sistema de informaciones sobre la actividad econ$mica a fin de servir a la regulaci$n "ste fue el ob&etivo de todas las planificaciones , la economía tras la crisis de )*GR hace descansar el proceso de autoregulaci$n social sobre la valori-aci$n de la informaci$n. 'ada eDpresa me&or la victoria contemporánea de la cibern"tica que el hecho de que el valor pueda ser eDtraído en tanto que información sobre la información. 7a l$gica mercantil<cibern"tica, o ?neoliberal3, se eDtiende a toda la actividad, comprendida la no<a@n mercantil, con el apoyo sin fallas de los Estados modernos. 9ás en general, la precari-aci$n de los ob&etos y los su&etos del capitalismo tiene como corolario un crecimiento de la circulaci$n de informaciones a su respecto: esto tambi"n es cierto tanto para el traba&ador<parado como para la vaca. La cibernética apunta por consiguiente hacia inquietar y controlar en el mismo movimiento. Está fundada sobre el terror, que es un factor de evoluci$n de crecimiento econ$mico, de progreso moral puesto que provee la ocasi$n para una producci$n de informaciones. El estado de emergencia, que es lo propio de las crisis, es lo que permite que la autorregulaci$n sea relan-ada, su automantenerse como movimiento perpetuo. Be modo que, a la inversa del esquema de la economía clásica, donde el equilibrio de la oferta y la demanda debería permitir el ?crecimiento3 y por ello el bienestar colectivo, es en adelante el ?crecimiento3 lo que es un camino ilimitado hacia el equilibrio. Es por tanto algo &usto criticar la modernidad occidental como proceso de ?movili-aci$n infinita3 y cuyo destino sería ?el movimiento hacia más movimiento3. Pero desde un punto de vista cibern"tico, la autoproducci$n que caracteri-a tanto al Estado como al 9ercado, así como al aut$mata, al asalariado o al parado, no se puede distinguir con respecto al autocontrol que la atempera y la ralenti-a. IV “Si las máquinas motrices han constituido la segunda edad de la máquina técnica, las máquinas de la cibernética y de la informática forman una tercera edad que recompone un régimen de esclavitud generalizada: ‘sistemas hombres-máquinas’, reversibles y recurrentes, sustituyen a las antiguas relaciones de sujeción no reversibles y no recurrentes entre los dos elementos; la relación del hombre y de la máquina se hace en términos de mutua comunicación interna, y ya no de uso o de acción. En la composición orgánica del capital, el capital variable define un régimen de sujeción del trabajador (plusvalía humana) que tiene como marco principal la empresa o la fábrica; pero, cuando el capital constante crece proporcionalmente cada vez más, en la automatización, aparece una nueva esclavitud, al mismo tiempo que el régimen de trabajo cambia, que la plusvalía deviene maquínica y que el marco se extiende a toda la sociedad. También se podría decir que un poco de subjetivación nos alejaba de la esclavitud maquínica, pero que mucha nos conduce de nuevo a ella.” Gilles Deleuze, Félix Guattari, Mil Mesetas, 1980 “El solo momento de permanencia de una clase en tanto que es también la que posee la consciencia para sí: la clase de los gestores del capital en tanto que máquina social. La consciencia que la connota es, coherentemente, la del apocalipsis, de la autodestrucción.” Giorgio Cesarano, Manual de supervivencia, 1975 Como ya sabemos, la cibern"tica no es simplemente uno de los aspectos de la vida contemporánea, su cara neotecnol$gica por e&emplo, sino el punto de partida y el de llegada del nuevo capitalismo. Capitalismo cibernético 4qu" significa esto5 6uiere decir que desde los a8os GH nos las vemos con una formaci$n social emergente que toma el relevo del capitalismo fordista y que resulta de la aplicaci$n de la hip$tesis cibern"tica a la economía política. El capitalismo cibern"tico se desarrolla con el fin de permitir, al cuerpo social devastado por el Capital, reformarse y ofrecerse para un ciclo más en el proceso de acumulaci$n. Por un lado el capitalismo debe crecer, lo que implica una destrucci$n. Por el otro debe reconstruir ?comunidad humana3, lo que implica una circulaci$n. ?Hay, escribe 7yotard, dos usos de la rique-a, es decir, de la potencia< poder: uno reproductivo y otro saqueador. El primero es circular, global, orgánico: el segundo es parcial, mortífero, envidioso. X2Y El capitalismo es conquistador y el conquistador es un monstruo, un centauro: su tren delantero se nutre de reproducir el sistema regulado de las metamorfosis controladas ba&o la ley de la mercancía<patr$n, y su tren trasero de saquear las energías sobreeDcitadas. Con una mano se apropia de algo, por tanto conserva, es decir, reproduce en la equivalencia, reinvierte! por el otro toma y destruye, roba y huye, abriendo otro espacio, otro tiempo3. 7as crisis del capitalismo, tal y como las comprendía 9arD, siempre proceden de una dislocaci$n entre el tiempo de la conquista y el de la reproducci$n. 7a funci$n de la cibern"tica es la de evitar estas crisis asegurando la coordinaci$n entre ?el tren trasero3 y el ?tren delantero3 del Capital. (u desarrollo es una respuesta end$gena aportada a ese problema que se le plantea al capitalismo, el de desarrollarse sin equilibrios fatales. En la l$gica del Capital, el desarrollo de la funci$n de pilota&e, de ?control3, corresponde a la subordinaci$n de la esfera de la acumulaci$n por la esfera de la circulaci$n. Para la crítica de la economía política, la circulaci$n no debería ser menos sospechosa, en efecto, que la producci$n. Como 9arD sabía, la circulaci$n es s$lo un caso particular de la producci$n tomada en sentido general. 7a sociali-aci$n de la economía es decir, la interdependencia entre los capitalistas y los demás miembros del cuerpo social, la ?comunidad humana3 , la ampliaci$n de la base humana del Capital, hace que la eDtracci$n de la plusvalía, que está en la base del beneficio, no est" ya centrada en el vínculo de eDplotaci$n instituido por el salariado. El centro de gravedad de la valori-aci$n se despla-a del lado de la esfera de la circulaci$n. A falta de poder refor-ar las condiciones de eDplotaci$n, lo que implicaría una crisis de consumo, la acumulaci$n capitalista podrá no obstante proseguir a condici$n de que se acelere el ciclo producci$n<consumo, es decir, que se acelere tanto el proceso de producci$n como el de circulaci$n mercantil. 7o que se ha perdido en el nivel estático de la economía podrá ser compensado en el dinámico. 7a l$gica del flu&o dominará a la del producto acabado. En tanto que factor de rique-a, la velocidad primará sobre la cantidad. La cara oculta del mantenimiento de la acumulación es la aceleración de la circulación. 7os dispositivos de control tienen por consiguiente la funci$n de maDimi-ar el volumen de flu&os mercantiles minimi-ando los acontecimientos, obstáculos, los accidentes que los ralenti-arían. El capitalismo cibern"tico tiende a abolir el propio tiempo, a maDimi-ar la circulaci$n fluida hasta su punto máDimo, la velocidad de la lu-, como ya lo tienden a hacer ciertas transacciones financieras. 7as categorías de ?tiempo real3, de ?&usto<a<tiempo3 atestiguan lo bastante de este odio a la duración. Por esta misma ra-$n, el tiempo es nuestro aliado. Esta propensi$n del capitalismo al control no es nueva. ($lo es posmoderna en el sentido en que la posmodernidad se confunde con la modernidad en su @ltimo cuarto de vida. Es por esta ra-$n por la cual se han inventado la burocracia en el fin del siglo %#% y las tecnologías informáticas tras la (egunda :uerra mundial. 7a ciberneti-aci$n del capitalismo ha comen-ado a finales de los a8os GH con un control creciente de la producci$n, la distribuci$n y el consumo. Besde este momento la informaci$n sobre los flu&os tiene una importancia estrat"gica central como condici$n de la valori-aci$n. El historiador Wames >eniger cuenta que los primeros problemas de control han surgido cuando tuvieron lugar las primeras colisiones de trenes, poniendo en peligro tanto vidas humanas como mercancías. 7a se8ali-aci$n de vías f"rreas, los aparatos de medida de tiempos de recorrido y de transmisi$n de datos debieron ser inventados con el fin de evitar tales ?catástrofes3. El tel"grafo, los relo&es sincroni-ados, los organigramas en las grandes empresas, los sistemas de pesas, las ho&as de ruta, los procedimientos de evaluaci$n de los resultados, los mayoristas, la cadena de monta&e, la toma centrali-ada de decisi$n, la publicidad en los catálogos, los medios de comunicaci$n de masas, fueron los dispositivos inventados durante este período para responder, en todas las esferas del circuito econ$mico, a una crisis generali-ada del control asociada a la aceleraci$n de la producci$n que provocaba la revoluci$n industrial en los Estados Tnidos. 7os sistemas de informaci$n y control se desarrollan por tanto al mismo tiempo que se eDtiende el proceso de transformaci$n capitalista de la materia. (e forma y aumenta de tama8o una clase de intermediarios, de middlemen, que Alfred Chandler ha denominado la ?mano visible3 del Capital. A partir del fin del siglo %%, SE constata que la previsibilidad deviene una fuente de beneficio en tanto que es una fuente de confianza . El fordismo y el taylorismo se inscriben en este movimiento, así como el desarrollo del control sobre la masa de los consumidores y sobre la opini$n p@blica mediante el marKeting y la publicidad, encargadas de arrancar por la fuer-a y luego de poner a traba&ar las ?preferencias3 que, seg@n la hip$tesis de los economistas marginalistas, son la aut"ntica fuente del valor. 7a inversi$n en las tecnologías de planificaci$n y de control, organi-ativas o puramente t"cnicas, deviene cada vemás rentable. Jras )*FQ, la cibern"tica provee al capitalismo de una nueva infraestructura de máquinas los ordenadores y sobre todo de una tecnología intelectual que permite regular la circulaci$n de los flu&os en la sociedad, de hacer que sean flu&os exclusivamente mercantiles. 6ue el sector econ$mico de la informaci$n, de la comunicaci$n y del control haya conformado una parte creciente en la economía desde la ;evoluci$n industrial, que el ?traba&o inmaterial3 cre-ca con respecto al traba&o material, todo esto no tiene nada de sorprendente ni de nuevo. Este traba&o movili-a hoy en los países industriali-ados más de dos tercios de la fuer-a de traba&o. Pero esto no basta para definir al capitalismo cibern"tico. =ste, debido a que hace depender continuamente su equilibrio y su crecimiento de sus capacidades de control, ha cambiado de naturaleza. La inseguridad, mucho antes que la escasez, es el nudo de la economía capitalista actual. Como lo presentía Uittgenstein a partir de la crisis de )*M* y Seynes en su estela, la economía descansa en definitiva sobre un ?&uego de lengua&e3 eDiste un vínculo muy fuerte entre el ?estado de confian-a3 y la curva de la eficacia marginal del Capital, escribe este @ltimo en el capítulo %## de la Teoría general en febrero de )*RF. 7os mercados, y con ellos las mercancías y los comerciantes, la esfera de la circulaci$n en general y, en consecuencia, la empresa, la esfera de la producci$n en tanto que lugar de previsi$n de los rendimientos por venir, no eDisten sin convenciones, normas sociales, normas t"cnicas, normas de lo verdadero, un metanivel que hace eDistir los cuerpos, las cosas en tanto que mercancías, antes mismo de que sean ob&eto de un precio. 7os sectores del control y la comunicaci$n se desarrollan porque la valori-aci$n mercantil necesita la organi-aci$n de una circulaci$n en bucle de informaciones, paralela a la circulaci$n de mercancías, porque necesita la producci$n de una creencia colectiva que se ob&etiva en el valor. Para advenir, todo intercambio requiere ?inversiones de forma3 una informaci$n sobre y una puesta en forma de aquello que es intercambiado , un formateo que hace posible la puesta en equivalencia antes de que tenga efectivamente lugar, un condicionamiento que es tambi"n una condici$n del acuerdo sobre el mercado. Esto es cierto para los bienes! y lo es tambi"n para las personas. Perfeccionar la circulaci$n de informaciones sería perfeccionar el mercado en tanto que instrumento universal de coordinaci$n. Contrariamente a lo que suponía la hip$tesis liberal, para sostener el capitalismo frágil, el contrato no se basta a sí mismo en los vínculos sociales. SE toma conciencia, tras )*M*, de que todo contrato debe ser provisto de controles. 7a entrada de la cibern"tica en el funcionamiento del capitalismo apunta a minimi-ar las incertidumbres, las inconmensurabilidades, los problemas de anticipaciones que podrían inmiscuirse en toda transacci$n mercantil. Contribuye a consolidar la base sobre la cual pueden tener lugar los mecanismos del capitalismo, contribuye a lubricar la máquina abstracta del Capital. Con el capitalismo cibern"tico, el momento político de la economía política domina por consiguiente al momento econ$mico. C como lo comprende Woan ;obinson desde la teoría econ$mica al comentar Seynes: ?Cuando se admite la incertidumbre de las anticipaciones que guían al comportamiento econ$mico, el equilibrio de&a de tener importancia y su lugar es ocupado por la Historia3. El momento político, entendido aquí en el sentido amplio de aquello que somete, que normali-a, lo que determina qu" es lo que pasa a trav"s de los cuerpos y puede registrarse como valor socialmente reconocido, como aquello que eDtrae forma de las formas<de<vida, es esencial tanto para el ?crecimiento3 como para la reproducci$n del sistema: por un lado la captaci$n de energías, su orientaci$n, su cristali-aci$n deviene la primera fuente de valori-aci$n! por otro lado la plusvalía puede provenir de cualquier punto del te&ido biopolítico a condici$n de que "ste se reconstituya sin cesar. 6ue el con&unto de los gastos pueda tendencialmente metamorfosearse en cualidades valori-ables significa tambi"n que el Capital se compenetra con todos los flu&os vivientes: sociali-aci$n de la economía y antropomorfosis del Capital son dos procesos solidarios e indisociables. Para que "stos se lleven a cabo, es preciso y basta con que toda acci$n contingente sea tomada en un miDto de dispositivos de vigilancia y de decomiso. 7os primeros están inspirados en la prisi$n, en tanto que "sta introduce un r"gimen de visibilidad pan$ptico, centrali-ado, y durante mucho tiempo han sido el monopolio del Estado moderno. 7os segundos están inspirados por la t"cnica informática en tanto que "sta apunta a un r"gimen de cuadriculado descentrali-ado y en tiempo real. El hori-onte com@n a estos dos dispositivos es el de una transparencia total, el de una correspondencia absoluta entre el mapa y su territorio, de una voluntad de saber hasta un grado de acumulaci$n tal, que deviene voluntad de poder. Tno de los avances de la cibern"tica ha consistido en cercar los sistemas de vigilancia y seguimiento, asegurando que los vigilantes y los seguidores sean a su ve- vigilados y seguidos, y todo ello al agrado de una socialización del control que es la marca de la pretendida ?sociedad de la informaci$n3. El sector del control se autonomi-a porque se impone la necesidad de controlar el control, sucediendo que los flu&os mercantiles son doblados por flu&os de informaci$n cuya circulaci$n y seguridad deben a su ve- ser optimi-adas. En el culmen de este escalonamiento de controles, el control estatal, la policía y el derecho, la violencia legítima y el poder &urídico, tienen un papel de controladores en última instancia. Esta pu&a en al-a de la vigilancia, que caracteri-a a las ?sociedades de control3, Beleu-e la eDplica simplemente con esto: ?huyen por todos lados3. Esto es lo que el control confirma sin cesar en su necesidad. ?En las sociedades disciplinarias siempre había que volver a empe-ar Nterminada la escuela, empie-a el cuartel, despu"s de "ste viene la fábricaO, mientras que en las sociedades de control nunca se termina nada3. 'o tiene por tanto nada de sorprendente ver al desarrollo del capitalismo acompa8arse de un desarrollo de todas las formas de represi$n, de un hipersecuritarismo. 7a disciplina tradicional, la generali-aci$n del estado de urgencia, de la emergenza, se ven llevados a aumentar en un sistema que se gira por entero hacia el miedo de la amenaza. 7a contradicci$n aparente entre un refor-amiento de las funciones represivas del Estado y un discurso econ$mico neoliberal que preconi-a el ?menos Estado3 que permite por e&emplo que 7o\c Uacquant se lance a una crítica de la ideología liberal que oculta el crecimiento del ?estado penal3 s$lo se puede comprender haciendo referencia a la hip$tesis cibern"tica. 7yotard lo eDplica: ?En todo sistema cibern"tico hay una unidad de referencia que permite medir la separaci$n producida por la introducci$n de un acontecimiento en el sistema, luego, gracias a esta medida, traducir este acontecimiento en informaci$n para el sistema, si se trata, finalmente, de un con&unto regulado en homeostasia, anular esa separaci$n y reconducir el sistema a la cantidad de energía o de informaci$n que precedentemente era la suya. X2Y Betengámonos aquí un poco. /eamos c$mo la adopci$n de este punto de vista sobre la sociedad, o sea la fantasía desp$tica que tiene el amo de colocarse en el sitio presunto del cero central y de identificarse de ese modo a la 'ada matricial X2Y s$lo puede constre8irlo a eDtender su idea de la amena-a y por lo tanto de la defensa. Porque ¿cuál es el acontecimiento que no comportaría amenaza, desde este punto de vista? 'inguno! todos, por el contrario, puesto que son perturbaciones de un orden circular, que reproducen lo mismo, que eDigen una movili-aci$n de la energía con fines de apropiaci$n y de eliminaci$n. 4Es esto abstracto5 4Hace falta un Ze&emplo[5 Es el proyecto mismo que perpetra, en Irancia y en un alto lugar, la instituci$n de una Befensa operacional del territorio, garanti-ada por un Centro de operaciones del e&"rcito, cuya especificidad es prevenir la amena-a Zinterna[, la que surge en los oscuros repliegues del Zcuerpo social[, y de la que el Zestado<mayor[ pretende ser nada menos que su cabe-a clarividente: esta clarividencia se llama fichero nacional! X2Y la traducci$n del acontecimiento en informaci$n para el sistema se denomina informe X2Y! en definitiva, la e&ecuci$n de $rdenes reguladoras y su inscripci$n en el Zcuerpo social[ sobre todo cuando uno se imagina esto presa de alguna intensa emoci$n, por e&emplo con el miedo pánico que lo sacudiría en todo sentido en el caso de que se desencadenara la guerra nuclear Nenti"ndase además: vaya uno a saber d$nde se levantaría una ola, que se &u-gara insana, de protesta, impugnaci$n, deserci$n civilO esta e&ecuci$n requiere de la infiltraci$n asidua y fina de canales emisores en la Zcarne[ social, o sea, como lo dice de maravilla cierto oficial superior, la ‘policía de los movimientos espontáneos’3. 7a prisi$n está por tanto en la cima de una cascada de dispositivos de control, siendo en @ltima instancia la garante de que ning@n acontecimiento perturbador, tal que consiga trabar la circulaci$n de personas y bienes, haya tenido lugar en el cuerpo social. 7a l$gica de la cibern"tica es la de reempla-ar las instituciones centrali-adas, las formas sedentarias de control, por dispositivos de tra-ado, por formas n$madas de control, así que la prisi$n, en tanto que dispositivo clásico de vigilancia, es evidentemente llevada a su prolongaci$n mediante dispositivos de aprehensi$n, como puede ser el bra-alete electr$nico, por e&emplo. El desarrollo de las community police en el mundo anglosa&$n, o en el caso franc"s de las ?policías de proDimidad3, responde tambi"n a una l$gica cibern"tica de con&uraci$n del acontecimiento, de organi-aci$n de la retroacci$n. (eg@n esta l$gica, las perturbaciones en una -ona serán tanto me&or ahogadas cuanto que se vean amortiguadas por las sub-onas más pr$Dimas del sistema. (i la represi$n tiene el papel, en el capitalismo cibern"tico, de con&uraci$n del acontecimiento, la previsi$n es su corolario, en tanto que apunta a eliminar la incertidumbre ligada a todo futuro. =ste es el envite de las tecnologías estadísticas. 9ientras que las del Estado<providencia se dirigían por entero hacia la anticipaci$n de riesgos, devenidos probables o no, las del capitalismo cibern"tico apuntan a multiplicar los dominios de responsabilidad. El discurso del riesgo es el motor del despliegue de la hip$tesis cibern"tica: es de entrada difundido para a continuaci$n ser interiori-ado. Puesto que los riesgos son tanto me&or aceptados cuanto más suceda que los que están eDpuestos a ellos tengan la impresi$n de que han escogido tomar tales riesgos, de que se sienten más responsables a@n cuando tienen el sentimiento de poder controlarlos y dominarlos por ellos mismos. Pero, como lo admite un eDperto, el ?riesgo cero3no eDiste: ?la noci$n de riesgo debilita mucho los vínculos causales, pero haciendo esto no los hace desaparecer. Por el contrario, los multiplica. X2Y Considerar un peligro en t"rminos de riesgo supone for-osamente admitir que nunca podremos precavernos absolutamente de "l: se lo podrá gestionar, domesticar, pero nunca destruirlo3. Es en virtud de su permanencia para el sistema como el riesgo consigue constituirse en una herramienta ideal para la afirmaci$n de nuevas formas de poder que favorecen la influencia creciente de los dispositivos sobre los colectivos y los individuos. Elimina todo envite de conflicto mediante la agrupaci$n obligatoria de los individuos en torno a la gesti$n de amena-as que se supone que conciernen a todo el mundo de la misma manera. El argumento que SE querría hacernos admitir es el siguiente: cuanta más seguridad hay, más producci$n concomitante de inseguridad habrá. 1 si pensáis que la inseguridad crece a medida que la previsi$n es cada vemás infalible, es que vosotros mismos ten"is miedo de los riesgos. 1 si tienes miedo de los riesgos, si no confías en el sistema para controlar integralmente tu vida, te arriesgas a que tu miedo sea contagioso y se muestre en tanto riesgo muy real, el de desconfian-a hacia el sistema. Bicho de otro modo, tener miedo de los riesgos es ya representar, uno mismo, un riesgo para la sociedad. El imperativo de la circulaci$n mercantil sobre el que descansa el capitalismo cibern"tico se metamorfosea en fobia general, en fantasma de autodestrucci$n. 7a sociedad de control es una sociedad paranoica, lo que se confirma sin mucho traba&o por la proliferaci$n de teorías de la conspiraci$n que se da en su seno. Cada individuo es así sub&etivado en el capitalismo cibern"tico como dividuo de riesgos, como el enemigo cualquiera de la sociedad equilibrada. 'o nos debemos sorprender de que el ra-onamiento de esos colaboradores natos del Capital que son en Irancia Iran]ois EEald o Benis Sessler sea el de afirmar que el Estado<providencia, característico del modo de regulaci$n social fordista, reduciendo los riesgos sociales, haya acabado por irresponsabili-ar a los individuos. El desmantelamiento de los sistemas de protecci$n social, al cual se asiste desde el comien-o de los a8os ,H, apunta por consiguiente a responsabili-ar a cada uno, haciendo que toquen a todos unos ?riesgos3 que sin embargo son los capitalistas quienes hacen sufrir al con&unto del ?cuerpo social3. En @ltimo análisis se trata de inculcar el punto de vista de la reproducci$n de la sociedad a cada individuo, que ya no deberá esperar nada de ella, sino que deberá sacrificarle todo. Ccurre que la regulaci$n social de las catástrofes y de lo imprevisto ya no puede ser gestionada, como sí hacía la Edad 9edia con los leprosos, por la mera eDclusi$n social, por la l$gica del chivo eDpiatorio, la contenci$n y el cercamiento. (i todo el mundo debe devenir responsable del riesgo que "l hace correr a la sociedad, es que no SE puede ya eDcluir nada sin privarse de una fuente potencial de beneficio. El capitalismo cibern"tico consigue por tanto que vayan &untos sociali-aci$n de la economía y ascenso del ?principio<responsabilidad3. Produce al ciudadano en tanto que ?dividuo de riesgos3, que autoneutrali-a su potencial de destrucci$n del orden, y se trata de este modo de generali-ar el autocontrol, una disposici$n que favorece la proliferaci$n de dispositivos y les asegura un repetidor efica-. Toda crisis, en el capitalismo cibernético, prepara un reforzamiento de los dispositivos. 7a contestaci$n anti<C:9, tanto como la ?crisis de las vacas locas3 de estos @ltimos a8os en Irancia, han permitido en definitiva instituir una tra-abilidad in"dita de los dividuos y de las cosas. 7a profesionali-aci$n acrecentada del control que &unto con los seguros es uno de los sectores econ$micos cuyo crecimiento viene garanti-ado por la l$gica cibern"tica no es más que la otra cara del ascenso del ciudadano en tanto que sub&etividad política que ha autorreprimido totalmente el riesgo que "l representa ob&etivamente. 7a vigilancia ciudadana contribuye de este modo a la me&ora de los dispositivos de pilota&e. 9ientras que el ascenso del control a fines del siglo %#% pasaba por una disoluci$n de los vínculos personali-ados lo que hace que SE haya podido hablar de ?desaparici$n de las comunidades3 , en el capitalismo cibern"tico pasa por un nuevo te&ido de vínculos sociales que están por completo atravesados por el imperativo de pilota&e de sí y de los otros, al servicio de la unidad social: es este devenir-dispositivo del hombre lo que representa el ciudadano del #mperio. 7a importancia presente de estos nuevos sistemas ciudadano-dispositivo, que profundi-an las vie&as instituciones estatales y propulsan esa nebulosa asociativo< ciudadana, demuestra que esa gran máquina social que debe constituir el capitalismo cibern"tico no puede pasarse sin los hombres, pese a que algunos cibern"ticos incr"dulos hayan perdido el tiempo crey"ndolo, como atestigua esa toma de conciencia contrariada de mediados de los a8os ,H: ?7a automati-aci$n sistemática sería efectivamente un medio radical de superar los límites físicos o mentales que están en la fuente de los errores humanos más comunes: p"rdidas momentáneas de vigilancia debidas a la fatiga, al estr"s o a la rutina! incapacidad provisional de interpretar simultáneamente una multitud de informaciones contradictorias y por tanto de dominar situaciones demasiado comple&as! eufemi-aci$n del riesgo ba&o la presi$n de las circunstancias Nurgencias, presiones &erárquicas2O! errores de representaci$n que conducen a sobreestimar la seguridad de sistemas habitualmente muy fiables Nse cita el caso de un piloto que recha-aba categ$ricamente creer que uno de sus reactores estaba ardiendoO. Es preciso no obstante preguntarse si con la puesta fuera de circuito del hombre, considerado como eslab$n d"bil de la interfa- hombrePmáquina, no nos arriesgamos en definitiva a crear nuevas vulnerabilidades, aunque no fuera más que eDtendiendo los errores de representaci$n y p"rdida de vigilancia que son, como se ha visto, la contrapartida frecuente de un eDagerado sentimiento de seguridad. En todo caso el debate merece ser abierto.3 En efecto. V “La ecosociedad es descentralizada, comunitaria, participativa. La responsabilidad y la iniciativa individual existen verdaderamente. La ecosociedad reposa sobre el pluralismo de las ideas, los estilos y las conductas de vida. Por consiguiente: la igualdad y justicia social están en progreso. Pero también, interrumpe los hábitos, los modos de pensar y la moral. Los hombres han inventado una vida diferente en una sociedad en equilibrio. Se dan cuenta que el mantenimiento de un estado de equilibrio era más delicado que el mantenimiento de un estado de crecimiento continuo. Gracias a una nueva visión, a una nueva lógica de la complementariedad, a nuevos valores, los hombres de la ecosociedad han inventado una doctrina económica, una ciencia política, una sociología, una tecnología y una psicología del estado de equilibrio controlado.” Joël de Rosnay, El macroscopio, 1975 “El capitalismo y el socialismo representan dos organizaciones de la economía derivadas del mismo sistema de base, es decir el de la cuantificación del valor agregado. […] Considerado desde este punto de vista, el sistema llamado ‘socialismo’ no es otra cosa que el subsistema corrector aplicado al ‘capitalismo’. Se puede así decir que el capitalismo más extravagante es socialista en virtud de ciertos aspectos suyos, y que todo socialismo es una ‘mutación’ del capitalismo destinado a intentar estabilizar el sistema a través de una redistribución —redistribución que se estima necesaria para asegurar la supervivencia de todos e incitarlos a un consumo más largo. Vamos a llamar a este proyecto de ‘capitalismo social’ una organización de la economía, diseñada para establecer un equilibrio aceptable entre el capitalismo y el socialismo.” Yona Friedman, Utopías realizables, 1974 7os acontecimientos de mayo del +, han provocado en el con&unto de las sociedades occidentales una reacci$n política que apenas SE recuerda hoy día. 9uy rápidamente, la reestructuraci$n del capitalismo se organi-$, como se pone en marcha un ejército. (e pudo ver que, &unto al Club de ;oma, multinacionales como Iiat, /olKsEagen o Iord pagaron a economistas, soci$logos y ecologistas para que determinaran las producciones a las cuales deberían renunciar las empresas a fin de que el sistema capitalista funcionara me&or y se refor-ara. En )*GM, el informe del 9assachusetts #nstitute of Jechnology financiado por el ya mentado Club de ;oma, llamado Alto al crecimiento, provoc$ un gran revuelo, ya que recomendaba detener el proceso de acumulaci$n capitalista, incluyendo en esto tambi"n a los países en vías de desarrollo. Besde lo más alto de la dominaci$n vemos que SE reivindicaba el ?crecimiento cero3 a fin de preservar los vínculos sociales y los recursos del planeta, que SE introducían componentes cualitativas en el análisis del desarrollo contra las proyecciones cuantitativas centradas en el crecimiento, y que se eDigía en definitiva que "ste fuera completamente redefinido! y toda esta presi$n se acentu$ al estallar la crisis de )*GR. El capitalismo parecía estar haciendo su autocrítica. Pero si he hablado una ve- más de guerra y de e&"rcito, es porque el informe del 9#J, elaborado por el economista Bennis H. 9eadoEs, se inspiraba en los traba&os de un tal Way Iorrester al cual el e&"rcito del aire de los Estados Tnidos le había encargado preparar un sistema de alerta y defensa el (A:E system que coordinaría por primera ve- radares y ordenadores con el fin de detectar e impedir un posible ataque del territorio estadounidense con misiles enemigos. Iorrester había conseguido infraestructuras de comunicaci$n y control entre hombres y máquinas donde "stos se encontraban interconectados por ve- primera en ?tiempo real3. 7uego fue elegido en la escuela de administraci$n del 9#J para eDtender sus competencias en análisis sist"mico al mundo econ$mico. Aplic$ los mismos principios de orden y defensa a las empresas, y luego, en su obra World Dynamics que inspir$ a los chivatos del 9#J le tocaría el turno a las ciudades y al con&unto del planeta. Be este modo la ?segunda cibern"tica3 fue determinante para fi&ar los principios de reestructuraci$n del capitalismo. Con ella, la economía política devenía una ciencia del viviente. Anali-aba el mundo en tanto que sistema abierto de transformaci$n y de circulaci$n de flu&os de energía y monetarios. En Irancia, un con&unto de pseudocientíficos el iluminado de ;osnay y el baboso de 9orin, pero tambi"n Henri Atlan, Henri 7aborit, ;en" Passet, y el arribista de Attali se reunieron para elaborar, a raí- del 9#J, Diez mandamientos para una nueva economía, un ?ecosocialismo3, decían, siguiendo un enfoque sist"mico, es decir, cibern"tico, obsesionado por el ?estado de equilibrio3 de todo y de todos. 'o es in@til a posteriori, cuando SE escucha tanto a la ?i-quierda3 de hoy en día como a la ?i-quierda de la i-quierda3, recordar ciertos principios que ;osnay presentaba en )*GQ: ).Conservar la variedad tanto de espacios como de culturas, tanto la biodiversidad como la multiculturalidad. M./elar por que no se abra, por no de&ar escapar la informaci$n contenida en los bucles de regulaci$n. R.;establecer los equilibrios del con&unto del sistema mediante descentrali-aci$n. F.Biferenciar para integrar me&or, ya que conforme a lo que presentía Jeilhard de Chardin, el iluminado<&efe de todos los cibern"ticos, ?toda integraci$n real se funda en una diferenciaci$n previa. X2Y 7o homog"neo, la me-cla, el sincretismo, son la entropía. ($lo es creadora la uni$n en la diversidad. Acrecienta la comple&idad, conduce a niveles más elevados de organi-aci$n3. Q.Para evolucionar: de&arse agredir. +.Preferir los ob&etivos, los proyectos, a la programaci$n detallada. G.(aber utili-ar la informaci$n. ,.(aber mantener constricciones sobre los elementos del sistema. 1a no se trata de cuestionar el capitalismo en sus efectos devastadores, como sí que SE podría a@n en )*GM hacer como si SE creyera, sino más bien de reorientar la economía de forma que a la ve- se sirva me&or a las necesidades humanas, al mantenimiento y la evoluci$n del sistema social, y a la prosecuci$n de una aut"ntica cooperaci$n con la naturale-a. 7a economía de equilibrio que caracteri-a la ecosociedad es por tanto una economía ?regulada3, en el sentido cibern"tico del t"rmino3. 7os primeros ide$logos del capitalismo cibern"tico hablan de abrir a una gesti$n comunitaria del capitalismo desde abajo, a una responsabili-aci$n de cada cual gracias a la ?inteligencia colectiva3 que resultará de los progresos y de las telecomunicaciones y la informática. (in cuestionar ni la propiedad privada ni la propiedad de Estado, SE invita a una cogesti$n, a un control de las empresas por las comunidades de asalariados y usuarios. 7a euforia reformadora de la cibern"tica es tal que, en los primeros a8os de los GH, SE evoca la idea de un ?capitalismo social3 sin más estremecimientos, como si desde el siglo %#% no se tratara más que de esto. Así lo defendi$ por e&emplo la arquitecta, ecologista y graf$mana 1ona Iriedman. Así ha cristali-ado eso que SE ha acabado por denominar ?socialismo de tercera vía3, y su alian-a con la ecología, de lo cual hoy se conoce bien su influencia política en Europa. (i fuera preciso quedarse con un acontecimiento que en estos a8os, en Irancia, ha eDpuesto la progresi$n tortuosa hacia esta nueva alian-a entre socialismo y liberalismo, no sin la esperan-a de que emer&a otra cosa, sería sin duda el asunto 7#P. Con ello, todo el socialismo hasta en sus corrientes más radicales como pueda ser el ?comunismo conse&ista3 fracasa en hacer caer el agenciamiento liberal! y, sin propiamente hablando sufrir descomposici$n alguna, acaba simplemente absorbido por el capitalismo cibern"tico. 7a reciente adhesi$n del ecologista Cohn<>endit, el amable líder del +,, a la corriente liberal<libertaria, no es más que una consecuencia l$gica del más profundo de los vuelcos de las ideas ?socialistas3 sobre sí mismas. El actual movimiento ?antiglobali-aci$n3 y la contestaci$n ciudadana en general, no presentan ninguna ruptura en el interior de este tipo de formaci$n de enunciados elaborado hace RH a8os. (implemente reclaman la aceleraci$n de su puesta en funcionamiento. (i alumbramos esto, vemos tras las atronadoras contra cumbres una misma visi$n fría de la sociedad como totalidad amena-ada de escisiones, un mismo objetivo de regulación social. (e trata de restaurar la cohesi$n social pulveri-ada por la dinámica del capitalismo cibern"tico y de en, @ltima instancia, garantizar la participaci$n de todos en esta @ltima. Así, no sorprende ver al economicismo más árido impregnar de manera tan tena- y nauseabunda las filas de los ciudadanos. El ciudadano desprovisto de todo se proyecta en eDperto amateur de la gesti$n social, y concibe la nulidad de su vida como sucesi$n ininterrumpida de ?proyectos3 a reali-ar. Jal y como lo hace notar con una disimulada ingenuidad el soci$logo 7uc >oltansKi, ?todo puede acceder a la dignidad del proyecto, incluyendo las empresas hostiles al capitalismo3. Así como el dispositivo ?autogesti$n3 fue seminal para la reorgani-aci$n del capitalismo desde hace RH a8os, la contestaci$n ciudadana no es otra cosa que el instrumento actual de moderni-aci$n de la política. Este nuevo ?proceso de civili-aci$n3 descansa sobre la crítica de la autoridad desarrollada en los a8os GH, en el momento en que se cristali-aba la segunda cibern"tica. 7a crítica de la representaci$n política en tanto poder separado, siendo ya algo bien recuperado por el nuevo management en la esfera de la producci$n econ$mica, es de nuevo hoy vuelta a utili-ar en la esfera política. /emos por todos lados que la hori-ontalidad de los vínculos y la participaci$n en proyectos son lo que debe reempla-ar la autoridad &erárquica y burocrática escleroti-ada, con unos contrapoderes y una descentrali-aci$n que se supone que van a deshacer los monopolios y el secreto. Así se eDtienden y se estrechan sin obstáculos las cadenas de interdependencia social, por aquí hechas de vigilancia, por allá de delegaci$n. (e engranan cada ve- me&or entre sí la integraci$n de la sociedad civil por el Estado y la integraci$n del Estado por la sociedad civil. Así se organi-a la división del trabajo de gestión de las poblaciones necesario para la dinámica del capitalismo cibern"tico. 7a formaci$n de una ?ciudadanía mundial3 previsiblemente constituirá el @ltimo retoque. A partir de los a8os GH ocurre que el socialismo no es más que un democratismo, en lo que sigue absolutamente necesario para el progreso de la hip$tesis cibern"tica. Es preciso comprender el ideal de la democracia directa, de democracia participativa, en tanto el deseo de una eDpropiaci$n general por parte del sistema cibern"tico de toda la información contenida en sus partes. 7a demanda de transparencia, de tra-abilidad, es una demanda de circulaci$n perfecta de la informaci$n, un progresismo en la lógica de flujo que rige el capitalismo cibern"tico. Es entre )*+Q y )*GH cuando un &oven fil$sofo alemán, supuesto heredero de la ?teoría crítica3, fundaba el paradigma democrático de la contestaci$n actual entrando con estr"pito en varias controversias con sus mayores. Al sociocibern"tico 'iKlas 7uhmann, te$rico hiperfuncionalista de sistemas, Habermas oponía la imprevisibilidad del diálogo, de las argumentaciones, irreductibles a simples intercambios de informaci$n. Pero sobre todo fue contra 9arcuse por lo que se elabor$ este proyecto de una ?"tica de la discusi$n3 generali-ada, que debía radicali-ar, criticándolo, el proyecto democrático de la #lustraci$n. A 9arcuse, que eDplica, comentando las observaciones de 9aD Ueber, que ?racionali-aci$n3 quiere decir que la ra-$n t"cnica que está colocada en tanto que principio de la industriali-aci$n y el capitalismo es indisolublemente una ra-$n política, Habermas replica que un con&unto de vínculos intersub&etivos inmediatos escapan a los vínculos su&eto< ob&eto mediati-ados por la t"cnica, y que en definitiva los enmarcan y los orientan. Bicho de otro modo, frente al desarrollo de la hip$tesis cibern"tica, la política debería apuntar a autonomi-ar y eDtender esta esfera de los discursos, a multiplicar las palestras democráticas, a construir y buscar un consenso que en suma sería emancipador por naturale-a. Además de que Habermas reduce el ?mundo vivido3, la ?vida cotidiana3, el con&unto de aquello que huye de la máquina del control, a interacciones sociales, a discursos, Habermas ignora, más profundamente a@n, la heterogeneidad fundamental que contienen, entre sí, las formas<de<vida. Al igual que el contrato, el consenso se asocia al ob&etivo de unificaci$n y pacificaci$n por gesti$n de las diferencias. En el marco cibern"tico, toda fe en el ?actuar comunicativo3, toda comunicaci$n que no asume la posibilidad de su imposibilidad, acaba por servir al control. Por ello, la ciencia y la t"cnica no son simplemente como lo piensa el idealista Habermas unas ideologías que vendrían a recubrir el te&ido concreto de las relaciones intersub&etivas. (on ?ideologías materiali-adas3, hechas de dispositivos en cascada, son una gubernamentalidad concreta que atraviesa estas relaciones. 'o queremos más transparencia ni más democracia. 1a hay mucha. 6ueremos por el contrario más opacidad y más intensidad. Pero no terminaría aquí con el socialismo, tal y como lo ha convertido en caduco la hip$tesis cibern"tica, mientras que no evoque otras voces! quiero hablar de la crítica centrada en los vínculos hombres<máquinas, que desde los a8os GH acomete la supuesta clave del problema cibern"tico, planteando la cuesti$n de la t"cnica más allá de la tecnofobia la de un Jheodore Sac-ynsKi, o la del mono de repetici$n letrado de Wohn ^er-an y de la tecnofilia, que pretende fundar una nueva ecología radical que no sea tontamente romántica. Besde la crisis econ$mica de los a8os GH, #van #llich es de los primeros en eDpresar la esperan-a de una refundaci$n de las prácticas sociales, no ya solamente mediante un nuevo vínculo entre su&etos, como en Habermas, sino tambi"n entre su&etos y ob&etos, mediante una ?reapropiaci$n de las herramientas3 y de las instituciones, que deberían ser superadas por una ?convivialidad3 general, una convivialidad que estaría en condiciones de minar la ley del valor. El fil$sofo de las t"cnicas, (imondon, hace incluso de esta reapropiaci$n la palanca del superamiento de 9arD y del marDismo: ?El traba&o posee la intelecci$n de los elementos, el capital la de los con&untos! pero reuniendo ambas no se puede conseguir la intelecci$n de ese ser intermediario y no miDto que es el individuo t"cnico. X2Y El diálogo entre capital y traba&o es falso porque está en el pasado. 7a colectivi-aci$n de los medios de producci$n no puede operar una reducci$n de la alienaci$n por sí misma! s$lo puede operar si es la condici$n previa para la adquisici$n de la intelecci$n del ob&eto t"cnico individuado por parte del individuo humano. Esta relaci$n entre individuo humano y t"cnico es la más delicada de formar3. 7a soluci$n para el problema de la economía política, para la alienaci$n capitalista tanto como de la cibern"tica, residiría en la invenci$n de una nueva relaci$n con las máquinas, de una ?cultura t"cnica3 que hasta hoy le habría estado haciendo falta a la modernidad occidental. Tna tal cultura es lo que &ustifica desde hace treinta a8os el desarrollo masivo de la ense8an-a ?ciudadana3 de las ciencias y las t"cnicas. Bebido a que el ser vivo, contrariamente a lo que supone la hip$tesis cibern"tica, es esencialmente diferente de las máquinas, el hombre tendría una responsabilidad de representación de los ob&etos t"cnicos: ?El hombre como testigo de las máquinas, escribe (imondon, es el responsable de su relaci$n! la máquina individual representa al hombre, pero el hombre representa el con&unto de las máquinas, ya que no hay una máquina de todas las máquinas, mientras que puede eDistir un pensamiento que considere todas las máquinas3. En su forma ut$pica actual, como en :uattari al final de su vida, o como hoy en >runo 7atour, esta escuela pretenderá ?hacer hablar3 a los ob&etos, representar sus normas en la palestra p@blica mediante un ?parlamento de las cosas3. 7legado el momento, los tecn$cratas deberían de&ar su lugar a los ?mecan$logos3 y otros ?medi$logos3 de los que no se ve que difieran de los tecn$cratas actuales, si no fuera porque están más acostumbrados a la vida t"cnica, porque acaben por ser ciudadanos idealmente acoplados a sus dispositivos. 7o que nuestros ut$picos hacen como si ignoraran es que la integraci$n de la ra-$n t"cnica por todos no mermaría en absoluto los vínculos de fuer-a eDistentes. El reconocimiento de la hibridehombres<máquinas, en los agenciamientos sociales, no haría ciertamente más que eDtender la lucha por el reconocimiento y la tiranía de la trasparencia al mundo inanimado. En esta ecología política renovada, socialismo y cibern"tica alcan-an su punto $ptimo de convergencia: el proyecto de una ;ep@blica verde, de una democracia técnica ?una renovaci$n de la democracia podría tener como ob&etivo una gesti$n pluralista del con&unto de sus componentes maquínicas3, escribe :uattari en su @ltimo teDto publicado la visi$n mortal de una pa- civil definitiva entre humanos y no<humanos. “Del mismo modo que la modernización en la era previa, la posmodernización o informatización hoy marcan un nuevo modo de volverse humano. En lo que a la producción del alma concierne, como diría Musil, uno debe reemplazar las técnicas tradicionales de las máquinas industriales con la inteligencia cibernética de las tecnologías de la información y comunicación. Debemos inventar lo que Pierre Lévy denomina una antropología del ciberespacio.” VI Michael Hardt, Toni Negri, Imperio, 2000 “La comunicación es el tercer y fundamental medio de control imperial. […] Los sistemas contemporáneos de comunicación no están subordinados a la soberanía; por el contrario, la soberanía parece estar subordinada a la comunicación —o, ciertamente, la soberanía se articula mediante sistemas de comunicación. […] La comunicación es la forma de la producción capitalista con la que el capital ha logrado someter total y globalmente a la sociedad bajo su régimen, suprimiendo todo camino alternativo.” Michael Hardt, Toni Negri, Imperio, 2000 7a utopía cibern"tica no s$lo ha vampiri-ado al socialismo y a su potencia de oposici$n haciendo de "l una ?democracia de proDimidad3. En esos a8os )*GH llenos de confusi$n tambi"n ha contaminado al marDismo más avan-ado, haciendo que su perspectiva sea imposible e inofensiva. ?1 en todas partes escribe 7yotard en )*G* , con diferentes nombres, la Crítica de la economía política Nera el subtítulo del Capital de 9arDO y la crítica de la sociedad alienada que era su correlato se utili-an como elementos de la programación del sistema”. Irente a la hip$tesis cibern"tica unificante, el aDioma abstracto de un antagonismo potencialmente revolucionario lucha de clases, ?Comunidad humana3 NGemeinwesenO o lo ?social<vivo3 contra el Capital, general intellect contra proceso de eDplotaci$n, ?multitud3 contra ?#mperio3, ?creatividad3 o ?virtuosismo3 contra traba&o, ?rique-a social3 contra valor mercantil, etc. sirve, en definitiva, dentro del proyecto político de una mayor integraci$n social. 7a crítica de la economía política y la ecología no critican el estilo econ$mico propio del capitalismo, ni la visi$n totali-ante y sist"mica propia de la cibern"tica, sino que incluso conforman parad$&icamente los motores de sus filosofías totali-antes de la historia. (u teleología ya no es la del proletariado o la naturale-a, sino la del Capital. Hoy su perspectiva es, profundamente, la de una economía social, la de una ?economía solidaria3, la de una ?transformaci$n del modo de producci$n3, no ya por colectivi-aci$n o estatali-aci$n de los medios de producci$n, sino por la colectivización de las decisiones de producción. Jal y como lo anuncia por e&emplo 1ann 9oulier >outang, finalmente de lo que se trata es de que se vea reconocido “el carácter social colectivo de la producci$n de rique-a3, de que el oficio de vivir a lo ciudadano sea valori-ado. Este pretendido comunismo se ve reducido a un democratismo econ$mico, al proyecto de reconstrucci$n de un Estado ?posfordista3, desde aba&o. 7a cooperaci$n social se plantea como siempre ya dada, sin inconmensurabilidades "ticas, sin interferencias en la circulaci$n de los afectos, sin problemas de comunidad. El itinerario de Joni 'egri dentro de la Autonomía, y luego el de la nebulosa de sus discípulos en Irancia y en el mundo anglosa&$n, muestra en qu" medida el marDismo autori-aba un tal desli-amiento hacia la voluntad de voluntad, hacia la ?movili-aci$n infinita3, confirmando así su derrota ineluctable, llegado el momento, frente a la hip$tesis cibern"tica. Esta @ltima no ha tenido ning@n problema en orientarse hacia la metafísica de la producci$n que recubre a todo el marDismo y que 'egri lleva al colmo considerando en @ltima instancia como un traba&o a todo afecto, a toda emoci$n, a toda comunicaci$n. Besde tal punto de vista, categorías como pueden ser la de autopoiesis, autoproducci$n, autoorgani-aci$n y autonomía han tenido un papel hom$logo en las distintas formaciones discursivas donde han emergido. 7as reivindicaciones inspiradas por esta crítica de la economía política, tanto las de renta básica como las de ?papeles para todos3, s$lo abordan los fundamentos de la mera esfera productiva. (i algunos de los que piden hoy una renta básica han podido romper con la perspectiva de poner a traba&ar a todo el mundo es decir, en la creencia en el traba&o como valor fundamental que predominaba antes tambi"n en los movimientos de parados, es parad$&icamente a condici$n de haber conservado una definici$n heredada, restrictiva, del valor como ?valor<traba&o3. Es de este modo como terminan pudiendo ignorar que finalmente contribuyen a me&orar la circulaci$n de bienes y personas. Ahora bien, es precisamente porque la valori-aci$n no se puede asignar en @ltimo t"rmino a la mera esfera de la producci$n por lo que se debería en lo que sigue despla-ar el gesto político pienso por e&emplo en la huelga, sin hablar de huelga general necesariamente hacia la esfera de la circulaci$n de los productos y la informaci$n. 46ui"n no ve que la demanda de ?papeles para todos3, si es satisfecha, contribuiría solamente a una mayor movilidad de la fuer-a de traba&o a nivel mundial, cosa que han comprendido bien los pensadores liberales estadounidenses5 En cuanto a la renta básica, si se obtuviera, 4no haría simplemente que entraran un ingreso suplementario en el circuito del valor5 ;epresentaría el equivalente formal de una inversi$n del sistema en el ?capital humano3, de un cr"dito! anticiparía una producci$n por venir. En el marco de la reestructuraci$n presente del capitalismo, su reivindicaci$n podría compararse a una proposici$n neoKeynesiana de reactivaci$n de la ?demanda efectiva3, que podría servir como cierto sistema de seguridad para el desarrollo deseado de la ?'ueva Economía3. Be ahí tambi"n la adhesi$n de varios economistas a una ?renta universal3 o ?renta de ciudadanía3. 7o que &ustificaría esto, seg@n el parecer de 'egri y sus fieles, es una deuda social contraída por el capitalismo hacia la ?multitud3. 1 si he dicho más arriba que el marDismo de 'egri había funcionado, como todos los demás marDismos, a partir de un aDioma abstracto sobre el antagonismo social, es que tiene concretamente una necesidad de la ficci$n de la unidad del cuerpo social. En sus días más ofensivos, como los que se vivieron en Irancia en el movimiento de los parados del invierno de )**G<)**,, sus perspectivas apuntan a fundar un nuevo contrato social, ya fuera el propio comunismo. En el seno de la política clásica, el negrismo tiene el papel de vanguardia de los movimientos ecologistas. Para encontrar la coyuntura intelectual que eDplica esta fe ciega en lo social, concebido como posible ob&eto y posible su&eto en un contrato, como con&unto de elementos equivalentes, como clase homog"nea, cuerpo orgánico, es preciso volver a finales de los a8os QH, cuando la descomposici$n progresiva de la clase obrera en las sociedades occidentales atormenta a los te$ricos marDistas, ya que trastoca el aDioma de la lucha de clases. Algunos creen entonces encontrar en los Grundrisse de 9arD una eDhibici$n, una prefiguraci$n, de lo que en ese momento deviene el capitalismo y su proletariado. En el fragmento sobre las máquinas, 9arD, en plena fase de industriali-aci$n, considera el que la fuer-a de traba&o individual habría podido de&ar de ser la fuente principal de la plusvalía, puesto que el ?saber social general, el conocimiento3, devendrían la potencia productiva inmediata. Este capitalismo, que hoy SE dice cognitivo, ya no sería contestado por el proletariado que naci$ en las grandes manufacturas. 9arD supone que lo sería por el ?individuo social3. 1 precisa así la ra-$n de este proceso ineluctable de inversi$n: ?El Capital pone en marcha todas las fuer-as de la ciencia y de la naturale-a, estimula la cooperaci$n y el comercio sociales para liberar (relativamente) la creación de la riqueza del tiempo de trabajo. X2Y (erán aquí las condiciones materiales las que harán estallar los fundamentos del capitalismo3. 7a contradicci$n del sistema, su antagonismo catastr$fico, vendría del hecho de que el Capital mide todo valor en tiempo de traba&o, siendo a la ve- llevado a disminuir este @ltimo a causa de las ganancias en productividad que permite la automati-aci$n. En suma, el capitalismo está condenado porque demanda a la vemenos traba&o y más traba&o. 7as respuestas a la crisis econ$mica de los a8os GH, esto es, el ciclo de luchas que viene a durar más de die- a8os en #talia, espole$ inesperadamente esta teleología. 7a utopía de un mundo donde las máquinas traba&aran en nuestro lugar parece algo a nuestro alcance. 7a creatividad, el individuo social, el general intellect &uventud estudiante, marginales cultivados, traba&adores inmateriales, etc. libres de la relaci$n de eDplotaci$n, serán el nuevo su&eto del comunismo que viene. Para algunos, 'egri o Castoriadis, pero tambi"n para los situacionistas, esto significa que el nuevo su&eto revolucionario se reapropiará de su ?creatividad3 o de su ?imaginario3, confiscados por la relaci$n de traba&o, y hará del tiempo de no<traba&o una nueva fuente de emancipaci$n para sí mismo y para la colectividad. En tanto que movimiento político, la Autonomía se fundamentará en estos análisis. En )*GR, 7yotard, que ha frecuentado bastante tiempo a Castoriadis dentro de Socialisme ou Barbarie, nota la indiferenciaci$n entre este nuevo discurso marDista o posmarDista del general intellect y el discurso de la nueva economía política: ?el cuerpo de las máquinas que ustedes llaman su&eto social y fuer-a productiva universal del hombre, no es otra cosa que el cuerpo del capital moderno. El saber que allí se pone en &uego no es de ning@n modo cuesti$n de todos los individuos, está separado, es un momento en la metamorfosis del capital, que le obedece tanto como lo gobierna3. El problema "tico que plantea la esperan-a que descansa en la inteligencia colectiva, que hoy encontramos en las utopías de uso colectivo aut$nomo de las redes de comunicaci$n, es el siguiente: ?no se puede decidir que el papel principal del saber sea el de ser un elemento indispensable en el funcionamiento de la sociedad, y actuar en consecuencia a este respecto, más que si se decide que "sta es una gran máquina. #nversamente, no se puede contar con su funci$n crítica y pretender orientar su desarrollo y su difusi$n en este sentido más que si se ha decidido que ella no es un todo integrado, y que permanece acosada por un principio de contestaci$n3. Con&ugando ambos t"rminos de esta alternativa, que sin embargo vemos son irreconciliables, ese con&unto de posiciones heterog"neas cuya matri- la hemos encontrado en Joni 'egri y sus adeptos, y que representan el punto de terminaci$n de la tradici$n marDista y de su metafísica, están condenadas a la errancia política y a no tener otro destino que el que les prepara la dominaci$n. 7o esencial aquí, y que es algo que seduce a tantos aprendices de intelectuales, es que estos saberes nunca sean poderes, que el conocimiento nunca sea conocimiento de sí, que la inteligencia permane-ca siempre separada de la eDperiencia. 7a mira política del negrismo es la de formali-ar lo informal, hacer eDplícito lo implícito, patente lo tácito, brevemente, valori-ar lo que se encuentra fuera de valor. 1 en efecto, 1ann 9oulier >outang, perro fiel de 'egri, acaba por soltar el tro-o en un irreal estertor de cocain$mano debilitado: ?El capitalismo, en su nueva fase, o en su @ltima frontera, necesita del comunismo de las multitudes3. El comunismo neutro de 'egri, la movili-aci$n que "l controla, no s$lo es compatible con el capitalismo cibern"tico, sino que en adelante es su condici$n de efectuaci$n. Tna ve- digeridas las proposiciones del Informe del MIT, los economistas del crecimiento han subrayado en efecto el papel primordial que en la producci$n de plusvalía tiene la creatividad, la innovaci$n tecnol$gica, al lado de los factores Capital y Jraba&o. 1 otros eDpertos, igualmente informados, han afirmado doctamente que la propensi$n a innovar dependía del grado de educaci$n, de formaci$n, de salud, de las poblaciones siguiendo al economicista más radical, :ary >ecKer, SE denominará a esto ?capital humano3 , de la complementariedad entre los agentes econ$micos complementariedad que puede favorecerse por la puesta en marcha de una circulaci$n regular de informaciones, mediante las redes de comunicaci$n , así como de la complementariedad entre la actividad y el entorno, el viviente humano y el viviente no<humano. 7o que conseguiría eDplicar la crisis de los a8os GH sería que eDiste una base social, cognitiva y natural, para el mantenimiento del capitalismo, que se habría descuidado hasta entonces. 9ás profundamente, significa que el tiempo de no<traba&o, el con&unto de momentos que escapan a los circuitos de valori-aci$n mercantil es decir, la vida cotidiana son tambi"n un factor de crecimiento, contienen un valor en potencia en tanto que permiten sustentar la base humana del capital. /emos desde entonces a e&"rcitos de eDpertos recomendar a las empresas la aplicaci$n de soluciones cibern"ticas para la organi-aci$n de la producci$n: desarrollo de las telecomunicaciones, organi-aci$n en redes, ?management participativo3 o por proyectos, paneles de consumidores, controles de calidad2 todo ello contribuyendo a aumentar las tasas de beneficio. Para los que querrían salir de la crisis de los a8os GH sin encausar al capitalismo, ?relan-ar el crecimiento3, y no ya pararlo, implicaba por consiguiente una profunda reorgani-aci$n en el sentido de una democrati-aci$n de las elecciones econ$micas y de un sost"n institucional del tiempo de la vida, como por e&emplo en la demanda de ?gratuidad3. ($lo a este respecto es como hoy SE puede afirmar que el ?nuevo espíritu del capitalismo3 viene en herencia de la crítica social de los a8os )*+H<GH: en la eDacta medida en que la hip$tesis cibern"tica inspira el modo de regulaci$n social que emerge en tal momento. 'o sorprende entonces en absoluto que la comunicaci$n, esa puesta en com@n de saberes impotentes que reali-a la cibern"tica, autorice hoy a los ide$logos más avan-ados el poder hablar de ?comunismo cibern"tico3, como lo hacen Ban (perber y Pierre 7"vi el cibern"tico &efe del mundo franc$fono, el colaborador de la revista Multitudes, el autor del aforismo: ?la evoluci$n c$smica y cultural culmina hoy en el mundo virtual del ciberespacio3. ?7os socialistas y comunistas, escriben Hardt y 'egri, han demandado largamente que el proletariado tenga libre acceso y control sobre las máquinas y materiales que utili-an para producir. En el conteDto de la producci$n inmaterial y biopolítica, sin embargo, esta demanda tradicional toma un nuevo aspecto. 7a multitud no s$lo usa máquinas para producir, sino que tambi"n se vuelve crecientemente maquínica, en tanto los medios de producci$n están cada ve- más integrados en las mentes y cuerpos de la multitud. En este conteDto, la reapropiaci$n significa tener libre acceso y control sobre el conocimiento, la informaci$n, la comunicaci$n y los afectos, puesto que estos son algunos de los medios primarios de producci$n biopolítica3. En este comunismo, como se maravillan ellos, ya no SE compartirán las rique-as sino las informaciones, y todo el mundo será a la ve- productor y consumidor. .Cada cual devendrá su ?automedia30 .El comunismo será un comunismo de robots0 6ue tal crítica rompa solamente con los postulados individualistas de la economía o bien ya sea que considere que la economía mercantil es una cara parcial de una economía más general lo que implican todas las discusiones sobre la noci$n de valor, como las del grupo alemán Krisis, y todas las defensas del don frente al intercambio, inspiradas por 9auss, incluyendo la energ"tica anticibern"tica de un >ataille, así como todas las consideraciones sobre lo simb$lico, ya sea con >ourdieu o con >audrillard la crítica de la economía política permanece in fine tributaria del economicismo. En una perspectiva de salvaci$n por la actividad, la ausencia de un movimiento de traba&adores que corresponda al proletariado revolucionario imaginado por 9arD será con&urada por el traba&o militante de su organi-aci$n. ?El partido, escribe 7yotard, debe mostrar la prueba de que el proletariado es real, y s$lo lo puede hacer si muestra la prueba de un ideal de la ra-$n. ($lo puede mostrarse a "l mismo como prueba, y hacer una política realista. El referente de su discurso permanece directamente irrepresentable, no ostensible. El diferendo reprimido vuelve al interior del movimiento obrero, en particular en la forma de conflictos recurrentes sobre la cuesti$n de la organi-aci$n3. 7a b@squeda de una clase de productores en lucha hace de los marDistas los más consecuentes de los productores de una clase integrada. Ahora bien, lo que no es indiferente, eDistencial y estrat"gicamente, es el oponerse políticamente antes que producir antagonismos sociales, el ser para el sistema alguien que lo contradice o ser su regulador, el crear en ve- de querer que la creatividad se libere, el desear antes que desear el deseo, brevemente, el combatir la cibern"tica en ve- de ser un cibernético crítico. Estando habitado por la pasi$n triste del origen se podrían buscar en el socialismo hist$rico las premisas de esta alian-a que deviene manifiesta desde hace treinta a8os, ya sea en la filosofía de las redes de (aint<(imon, en la teoría del equilibrio de Iourier o en el mutualismo de Proudhon, etc. Pero lo que los socialistas tienen en com@n desde hace dos siglos, y que comparten con los que en sus filas se declaran comunistas, es el luchar contra solamente uno de los efectos del capitalismo: ba&o todas sus formas, el socialismo lucha contra la separaci$n recreando el la-o social entre su&etos, entre su&etos y ob&etos, sin luchar contra la totali-aci$n que hace que SE pueda asimilar lo social a un cuerpo y el individuo a una totalidad cerrada, a un cuerpo<su&eto. Pero eDiste otro terreno com@n, místico, sobre cuyo fondo de transferencia de categorías entre el pensamiento del socialismo y el de la cibern"tica se han podido unir "stos: el de un humanismo inconfesable, el de una fe incontrolada en el genio de la humanidad. Así como es ridículo ver un ?alma colectiva3 detrás de las actitudes erráticas de las abe&as que construyen una colmena, como lo hacía a principios de siglo el escritor 9aeterlincK en una perspectiva cat$lica, asimismo el mantenimiento del capitalismo no es para nada tributario de la eDistencia de una consciencia colectiva de la ?multitud3, alo&ada en el cora-$n de la producci$n. A cubierto del aDioma de la lucha de clases, la utopía socialista hist$rica, la utopía de la comunidad, habrá sido en definitiva una utopía del Tno promulgada por la Cabe-a sobre un cuerpo que ya no puede más. Hoy, todo socialismo ya se reclame más o menos eDplícitamente de las categorías de la democracia, de la producci$n o del contrato social , defiende al partido de la cibern"tica. 7a política no<ciudadana debe asumirse como antisocial así como antiestatal, debe negarse a contribuir en la resoluci$n de la ?cuesti$n social3, debe recusar el dar forma al mundo ba&o la forma de problemas, debe recha-ar la perspectiva democrática que estructura la aceptaci$n, por cada cual, de los requerimientos de la sociedad. En cuanto a la cibernética, hoy no es otra cosa que el último socialismo posible. VII “La teoría es el goce sobre la inmovilización. […] Lo que a ustedes los excita, teóricos, lo que los arroja a nuestra banda, es la frialdad de lo claro y distinto; de hecho, sólo de lo distinto, que es lo que puede oponerse, ya que lo claro es sólo una redundancia sospechosa de lo distinto, traducido en filosofía del sujeto. Detener la barra ustedes dicen: salir del pathos, — ése es el pathos de ustedes.” Jean-François Lyotard, Economía libidinal, 1973 Cuando se es escritor, poeta o fil$sofo es costumbre apostar por la potencia del /erbo para trabar, desbaratar o traspasar los flu&os de informaci$n del #mperio, las máquinas binarias de enunciaci$n. Hemos comprendido que estos cantores de la poesía serían algo así como la @ltima defensa ante la barbarie de la comunicaci$n. #ncluso cuando identifica su posici$n con la de las literaturas menores, de eDc"ntricos, de ?locos literatos3, cuando se acorralan los idiolectos que en toda lengua traba&an para mostrar aquello que se escapa del c$digo, para que implosione la idea misma de comprensi$n, para eDponer el malentendido fundamental que echa por tierra la tiranía de la informaci$n, el autor que, además, se sabe actuado, hablado, atravesado por intensidades, no de&a por ello de estar menos animado ante su página en blanco por una concepci$n prof"tica del enunciado. Para el ?receptor3 que soy, los efectos de sideraci$n que ciertas escrituras se han puesto a buscar conscientemente a partir de los a8os +H no son a este respecto menos parali-antes que lo era la vie&a teoría crítica categ$rica y sentenciosa. /er desde mi silla a :uyotat o :uattari go-ando cada línea, retorci"ndose, eructando, pey"ndose y vomitando su devenir<delirio, no es algo que me haga correrme, empalmarme, o refunfu8ar más que raramente, es decir, solamente cuando cierto deseo me lleva hasta las riberas del voyeurismo. Performances, es seguro, 4pero performances de qu"5 Performances de una alquimia de internado donde la piedra filosofal es acorralada a golpe de tinta y de &odienda me-cladas. 7a intensidad proclamada no es suficiente para engendrar el paso de intensidad. En cuanto a la teoría y la crítica, "stas permanecen enclaustradas en una policía del enunciado claro y distinto, tan transparente como debiera serlo el pasa&e de la ?falsa consciencia3 a la conciencia ilustrada. 7e&os de ceder a cualquier mitología del /erbo o a una esenciali-aci$n del sentido, >urroughs propone en Revolución electrónica ciertas formas de lucha contra la circulaci$n controlada de enunciados, ciertas estrategias ofensivas de enunciaci$n que resalten esas operaciones de ?manipulaci$n mental3 que le inspiran sus eDperiencias de ?cut<up3, una combinatoria de enunciados fundada sobre el a-ar. Proponiendo hacer de la ?interferencia3 un arma revolucionaria, consigue innegablemente sofisticar las anteriores b@squedas de un lengua&e ofensivo. Pero al igual que la práctica situacionista del ?desvío3, que nada en su modus operandi permite distinguir de la ?recuperaci$n3 lo cual eDplica su espectacular fortuna , dicha ?interferencia3 no es más que una operaci$n reactiva. 7o mismo ocurre en esas formas de lucha contemporáneas en #nternet que se inspiran en estas instrucciones de >urroughs: pirateo, propagaci$n de virus, spamming, no pueden servir in fine más que para desestabili-ar temporalmente el funcionamiento de la red de comunicaci$n. Pero en lo que nos ocupa aquí y ahora, >urroughs está obligado a admitirlo en t"rminos desde luego heredados de las teorías de la comunicaci$n, que hipostasían el vínculo emisor<receptor: ?(ería más @til descubrir c$mo podrían ser alterados los modelos de eDploraci$n a fin de permitir al su&eto liberar sus propios modelos espontáneos3. El envite de toda enunciaci$n no es la recepci$n sino más bien el contagio. Benomino insinuación el illapsus de la filosofía medieval a la estrategia que consistirá en seguir la sinuosidad del pensamiento, las palabras errantes que se apoderan de mí constituyendo al mismo tiempo el terreno vago donde vendrá a establecerse su recepci$n. Wugando con el vínculo entre el signo y sus referentes, usando clich"s contraindicados, como en la caricatura, de&ando que el lector se aproDime, la insinuaci$n hace posible un encuentro, una presencia íntima, entre el su&eto de enunciaci$n y aquellos que se conectan al enunciado. ?>a&o las consignas hay contrase8as <escriben Beleu-e y :uattari<. Palabras que estarían como de paso, componentes de paso, mientras que las consignas marcan paradas, composiciones estratificadas, organi-adas3. 7a insinuaci$n es la bruma de la teoría y conviene a un discurso cuyo ob&etivo es el permitir las luchas contra el culto a la transparencia que, desde el origen, está asociado a la hip$tesis cibern"tica. 6ue la visi$n cibern"tica del mundo sea una máquina abstracta, una fábula mística, una fría elocuencia a la que continuamente se le escapan m@ltiples cuerpos, gestos, palabras, no basta como para concluir que ha fracasado ineluctablemente. (i a este respecto hay algo que le falta a la cibern"tica, es precisamente aquello mismo que la sustenta: el placer de la racionali-aci$n eDcesiva, el ardor que provoca el ?tautismo3, la pasi$n de la reducci$n, el goce del aplanamiento binario. Ir en cierto modo contra la hipótesis cibernética, es preciso repetirlo, no es criticarla y oponerle una visi ón concurrente del mundo social, sino experimentar a su lado, efectuar otros protocolos, crearlos de una pieza y gozar de ellos. A partir de los a8os QH, la hip$tesis cibern"tica ha e&ercido una fascinaci$n inconfesada en toda una generaci$n ?crítica3, de los situacionistas a Castoriadis, de 7yotard a Ioucault, Beleu-e y :uattari. (e podrían cartografiar sus respuestas como sigue: los primeros se han opuesto desarrollando un pensamiento desde fuera, que se descuelga! los segundos han usado un pensamiento del medio, por un lado ?un tipo metafísico de diferendo con el mundo, que apunta hacia los mundos supraterrenos trascendentes o hacia los contramundos ut$picos3, por otro lado ?un tipo poi"tico de diferendo con el mundo que ve en lo real mismo la pista que conduce a la libertad3, como lo resume Peter (loterdi&K. El "Dito de toda eDperimentaci$n revolucionaria futura se medirá esencialmente por su capacidad en convertir en caduca esta oposici$n. Esto comien-a cuando los cuerpos cambian de escala, se sienten espesar, son atravesados por fen$menos moleculares que escapan a los puntos de vista sist"micos, a las representaciones molares, haciendo de cada uno de sus poros una máquina de visi$n enganchada a los devenires más que una cámara fotográfica que enmarque, delimite o asigne a los seres. En las líneas que siguen insin@o un protocolo de eDperimentaci$n destinado a deshacer la hip$tesis cibern"tica y el mundo que ella construye con perseverancia. Pero como en otros artes er$ticos o estrat"gicos, su uso ni se decide ni se impone. ($lo puede provenir del más puro involuntarismo, lo cual implica claramente una cierta desenvoltura. “Echamos también de menos esta generosidad, esta indiferencia a la suerte que da a falta de una gran alegría la familiaridad de los peores lapsos y que el mundo que viene nos aportará.” VIII Roger Callois “Constantemente lo ficticio paga más caro su fuerza, cuando más allá de su pantalla refleje lo real posible. No hay duda de que hoy en día el dominio de la ficción se ha hecho totalitario. Pero es justamente éste su límite dialéctico y ‘natural’. O bien en la última hoguera arrojamos el deseo y con él su sujeto, la corporeidad en devenir de la Gemeinwesen latente, o bien todo simulacro es disipado: la lucha extrema de la especie se desencadena contra los gestores de la alienación y, en el decline sangriento de todos los ‘soles del porvenir’, comienza por fin un porvenir posible. No queda otra alternativa a los hombres, para ser, que separarse definitivamente de cualquier ‘utopía concreta’.” Giorgio Cesarano, Manual de supervivencia, 1975 No todos los individuos, los grupos, todas las formas-de-vida pueden ser montadas en bucle de retroacción. Las hay demasiado frágiles, que amenazan con romperse. También demasiado fuertes, que amenazan con romper. Estos devenires, a modo de separación, suponen que en un momento de la experiencia vivida los cuerpos pasen por el agudo sentimiento de que todo esto se puede acabar abruptamente, en uno u otro momento, que la nada, que el silencio, que la muerte están al alcance de cuerpo y de gesto. Esto puede acabar. La amenaza. Hacer que fracase el proceso de ciberneti-aci$n, hacer bascular al #mperio pasará por una apertura al pánico. 7a caída del #mperio será siempre percibida por sus agentes y sus aparatos de control como el más irracional de los fen$menos, puesto que el #mperio es un con&unto de dispositivos que apuntan a con&urar el acontecimiento, en un proceso de control y de racionali-aci$n. 7as líneas que siguen echan un vista-o hacia lo que podría ser un tal punto de vista cibern"tico sobre el pánico, e indican bastante bien, a contrario, su potencia efectiva: ?El pánico es por tanto un comportamiento colectivo ineficaz, puesto que no está adaptado al peligro Nreal o supuestoO! se caracteri-a por la regresi$n de las mentalidades hacia un nivel arcaico y gregario, y conduce a apasionadas y primitivas reacciones de fuga, agitaci$n desordenada, violencias físicas y, de modo general, a actos de auto< o heteroagresividad! las reacciones de pánico derivan de las características del alma colectiva: alteraci$n de las perpepciones y del &uicio, alineaci$n respecto a los comportamientos más frustrados, sugestionabilidad, participaci$n en la violencia sin noci$n de responsabilidad individual.3 El pánico es lo que aterrori-a a los cibern"ticos. ;epresenta el riesgo absoluto, la amena-a potencial permanente que ofrece la intensificaci$n de los vínculos entre formas<de<vida. Por ello, es preciso hacer que se torne algo espantoso, tal y como para ello se esfuer-a el mismo agu-ado cibern"tico: ?El pánico es peligroso para la poblaci$n a la que afecta! aumenta el n@mero de víctimas que resultan de un accidente debido a reacciones inapropiadas de fuga, puede incluso ser el @nico responsable de muertes y heridos! siempre se repiten los mismos escenarios: actos de furor ciego, pisoteo, aplastamiento23 7a mentira de una tal descripci$n consiste en imaginar los fen$menos de pánico como siendo algo eDclusivo de un medio cerrado: en tanto que liberaci$n de los cuerpos, el pánico se autodestruye, puesto que todo el mundo busca la huida por una salida demasiado estrecha. Pero es posible considerar, como en :"nova en el a8o MHH), que un pánico a la escala suficiente como para desbaratar las programaciones cibern"ticas y atravesar varios medios, sobrepase el estado de abatimiento, como lo sugiere Canetti en Masa y poder: ?(i no se estuviera en un teatro, se podría huir con&untamente, como una tropa de bestias en peligro, y aumentar la energía de la huida mediante movimientos aunados en la misma direcci$n. Tn miedo de masa de esta especie, activo, es ese gran acontecimiento colectivo que eDperimentan todos los animales que viven en manada, y que se salvan &untos, puesto que son buenos corredores.3 A este respecto creo que es un hecho político de la mayor importancia el pánico que provoc$ Crson Uelles en más de un mill$n de personas en octubre de )*R,, anunciando en las ondas la llegada inminente de los marcianos a 'ueva Wersey, en una "poca en que la radiofonía estaba lo suficientemente virgen como para poder atribuir todavía a las emisiones un cierto valor de verdad. Bebido a que ?cuanto más se lucha por la propia vida, más se torna evidente que se lucha contra los demás, y que entonces "stos os estorbarán desde todos lados3, el pánico revela tambi"n, aparte de un gasto inaudito e incontrolable, la guerra civil en su estado nudo: es ?una desintegraci$n de la masa en la masa3. En situaci$n de pánico, las comunidades se desprenden del cuerpo social concebido como totalidad y quieren escapar de "l. Pero como están a@n cautivas de dicho cuerpo social, física y socialmente, están obligadas a atacarlo. El pánico manifiesta, más que cualquier otro fen$meno, el cuerpo plural e inorgánico de la especie. (loterdi&K, este @ltimo hombre de la filosofía, prolonga esta concepci$n positiva del pánico: ?En una perspectiva hist$rica, los alternativos son probablemente los primeros hombres en desarrollar un vínculo no histérico con el posible apocalipsis. X2Y 7a conciencia alternativa actual se caracteri-a por algo que se podría calificar de vínculo pragmático con la catástrofe3. A la cuesti$n de que, tal y como implica la hip$tesis cibern"tica, ?la civili-aci$n, en la medida en que debe edificarse sobre esperan-as, repeticiones, seguridades e instituciones, tiene como condici$n la ausencia, incluso la eDclusi$n del elemento pánico3, (loterdi&K opone que ?solamente son posibles las civili-aciones vivas gracias a la proDimidad para con eDperiencias pánicas3, que así con&uran las potencialidades catastr$ficas de la "poca reencontrando su familiaridad originaria. Cfrecen la posibilidad de convertir estas energías en ?un éxtasis racional por el cual el individuo se abre a la intuici$n: Zyo soy el mundo[3. 7o que en el pánico rompe las barreras y se transforma en carga potencial positiva, en intuici$n confusa Nen la con<fusi$nO de su sobrepasamiento, es que cada uno es en él algo así como la fundación viviente de su propia crisis, en ve- de sufrirla en tanto que fatalidad eDterior. 7a b@squeda del pánico activo ?7a eDperiencia pánica del mundo3 es por tanto una t"cnica de asunci$n de ese riesgo de desintegraci$n que cada cual representa para la sociedad en tanto que dividuos de riesgos. 7o que aquí cobra forma es el fin de la esperan-a y de toda utopía concreta, y la cobra en tanto un cierto tender puentes hacia el hecho de no esperar ya nada, de no tener nada que perder. 1 es una forma de volver a introducir, mediante una sensibilidad particular hacia los posibles de las situaciones vividas, para con sus posibilidades de hundimiento, para con la eDtrema fragilidad de su programaci$n, un vínculo sereno con el movimiento de fuga que va delante del capitalismo cibern"tico. En el crep@sculo del nihilismo, se trata de hacer del miedo algo tan extravagante como la esperan-a. En el marco de la hip$tesis cibern"tica, el pánico se comprende como un cambio de estado del sistema autorregulado. Para un cibern"tico, todo desorden no puede partir más que de las variaciones entre comportamientos medidos y comportamientos efectivos en los elementos del sistema. (e denomina ?ruido3 a un comportamiento que escape del control, manteni"ndose indiferente al sistema, y que, por consiguiente, no puede ser tratado por una máquina binaria, reducido a un H o a un ). Estos ruidos son las líneas de fuga, la errancias de los deseos que no han entrado todavía en el circuito de valori-aci$n, lo no<inscrito. Hemos denominado Partido #maginario al con&unto heterogéneo de tales ruidos que proliferan bajo el #mperio sin por ello invertir su equilibrio inestable, sin modificar su estado, siendo por e&emplo la soledad la forma más eDtendida de estos pasa&es hacia el Partido #maginario. Uiener, cuando funda la hip$tesis cibern"tica, imagina la eDistencia de sistemas denominados ?circuitos cerrados reverberantes3 donde proliferarían los desvíos entre comportamientos deseados por el con&unto y comportamientos efectivos de tales elementos. Considera entonces que estos ruidos podrían acrecentarse brutalmente y en serie, como cuando las reacciones de un piloto hacen que se rompa su vehículo tras haberse metido por una vía congelada, o tras haber golpeado una barrera de seguridad de una autopista. Al ser por tanto una cierta sobreproducci$n de malos feedbacKs, que distorsionan lo que se debería se8alar, que amplifican lo que se debería contener, todas estas situaciones se8alan la vía de una pura potencia reverberante. 7a práctica actual de bombardeo de informaciones sobre ciertos puntos nodales de la red #nternet el spamming apunta a producir tales situaciones. Joda revuelta ba&o y contra el #mperio s$lo puede concebirse a partir de una amplificaci$n de tales ?ruidos3 capaces de constituir lo que Prigogine y (tengers que invitan a una analogía entre mundo físico y mundo social han denominado ?puntos de bifurcaci$n3, umbrales críticos a partir de los cuales deviene posible un nuevo estado del sistema. El error com@n de 9arD y >ataille, con sus categorías de ?fuer-a de traba&o3 o de ?gasto3, habría sido el haber situado la potencia de inversi$n del sistema fuera de la circulación de los flujos mercantiles, en una eDterioridad pre<sist"mica, antes y despu"s del capitalismo, estando tal potencia para uno en la naturale-a, y para el otro encontrándose en un sacrificio fundador! unas potencias que deberían ser la palanca a partir de la cual pensar la metamorfosis sin fin del sistema capitalista. En el primer n@mero de Grand Jeu, el problema de la ruptura del equilibrio es planteado en t"rminos del todo inmanentes, aunque a@n un poco ambiguos: ?Esta fuer-a que es, no puede quedarse sin empleo en un cosmos lleno como un huevo, y en el seno del cual todo act@a y todo reacciona sobre todo. (olamente entonces, un chasquido, una palanca desconocida, debe hacer que de repente esta corriente de violencia se desvíe en otro sentido. C más bien, en un sentido paralelo, pero gracias a un desa&uste s@bito, en otro plano. (u revuelta debe devenir la ;evuelta invisible3. 'o se trata simplemente de la ?insurrecci$n invisible de un mill$n de espíritus3, como lo pensaba el celestial Jrocchi. 7a fuer-a de eso que denominamos política extática no viene de un afuera sustancial sino del desvío, de la peque8a variaci$n, de los remolinos que, partiendo del interior del sistema, lo empu&an localmente hacia su punto de ruptura y por tanto hacia las intensidades que todavía se dan entre formas<de<vida, a pesar de la atenuaci$n de las intensidades que se alimentan. 9ás precisamente, viene del deseo que eDcede el flu&o en tanto que lo nutre sin ser ahí tra-able, en tanto que pasa bajo su trazado y que a veces se fi&a, se e&emplifica entre formas<de<vida que tienen, en situaci$n, el papel de atractores. Está, como se sabe, en la naturale-a del deseo, no de&ar tra-as allí por donde pase. /olvamos a ese instante en el que el sistema en equilibrio puede bascular: ?Cerca de los puntos de bifurcaci$n, escriben Prigogine y (tengers, allí donde el sistema puede Zelegir[ entre dos regímenes de funcionamiento, y donde no está, propiamente hablando, ni en uno ni en el otro, el desvío respecto a la ley general es total: las fluctuaciones pueden alcan-ar el mismo orden de magnitud que los valores macrosc$picos medios. X2Y ;egiones separadas por distancias macrosc$picas están correlacionadas: las velocidades de las reacciones que se producen ahí se regulan una sobre la otra, los acontecimientos locales repercuten por tanto a trav"s de todo el sistema. (e trata aquí de un estado verdaderamente parad$&ico, que desafía todas nuestras Zintuiciones[ en lo que respecta al comportamiento de las poblaciones, un estado en el que las peque8as diferencias, le&os de anularse, se suceden y se propagan sin respiro. El caos indiferente del equilibrio de&a el paso a un caos creador, tal y como lo evocaron los antiguos, un caos fecundo de donde puedan salir estructuras diferentes.3 (ería ingenuo deducir directamente un nuevo arte político a partir de esta descripci$n científica de los potenciales de desorden. El error de los fil$sofos y de todo pensamiento que se despliegue sin reconocer en "l, en su propia enunciaci$n, aquello que debe al deseo, es el de situarse artificialmente por encima de los procesos que ob&etiva, incluso desde una eDperiencia! de lo cual por otra parte no se libran (tengers y Prigogine. 7a eDperimentaci$n, que no es la eDperiencia acabada sino su proceso de cumplimiento, se sit@a en la fluctuaci$n, en medio de los ruidos, al acecho de la bifurcaci$n. 7os acontecimientos que se verifican en lo social en un nivel lo bastante significativo como para influir en los destinos generales, no constituyen la simple suma de los comportamientos generales. #nversamente, los comportamientos individuales no influyen por sí mismos sobre los destinos generales. 6uedan no obstante tres etapas que no hacen más que una, y que a falta de ser representadas se eDperimentarán directamente sobre los cuerpos como problemas inmediatamente políticos: quiero hablar aquí de la amplificaci$n de comportamientos no conformes! de la intensificaci$n de los deseos y de su acuerdo rítmico! del agenciamiento de un territorio, suponiendo que ?la fluctuaci$n no puede penetrar de un solo golpe el sistema entero. Be entrada debe establecerse en una regi$n. (eg@n que esta regi$n inicial sea más o menos peque8a que una dimensi$n crítica, la fluctuaci$n eDperimentará una regresi$n o bien penetrará todo el sistema3. (on tres problemas, por tanto, que demandan e&ercicios en vistas de una ofensiva antiimperial: problema de fuerza, problema de ritmo, problema de impulso. Estas cuestiones, que han sido consideradas desde el punto de vista neutrali-ado y neutrali-ante del observador de laboratorio o de sal$n, es preciso retomarlas a partir de sí mismo, hacer de ellas la prueba. 46u" significa amplificar las fluctuaciones para mí5 4C$mo pueden las desviaciones, las mías por e&emplo, provocar el desorden5 4Como pasar de las fluctuaciones dispersas y singulares, de los desvíos de cada cual respecto a la norma y los dispositivos, hacia devenires, hacia destinos5 4Como aquello que huye en el capitalismo y que escapa a la valori-aci$n puede hacer fuer-a y tornarse contra "l5 Este problema lo ha resuelto la política clásica mediante la movili-aci$n. 9ovili-ar quería decir adicionar, agregar, reunir, sinteti-ar! unificar las peque8as diferencias, las fluctuaciones, haci"ndolas pasar por un gran fallo, una in&usticia irreparable y como algo que queda por reparar. 7as singularidades estarían ya ahí! bastaría subsumirlas ba&o un @nico predicado. 7a energía tambi"n estaría siempre ya ahí! bastaría con organi-arla. 1o sería la cabe-a, ellos el cuerpo. Así, el te$rico, el vanguardista, el partido, han hecho que la fuer-a funcione del mismo modo que el capitalismo, a golpe de puesta en circulaci$n y de control con las miras puestas en asir el cora-$n del enemigo, como en la guerra clásica, y de tomar el poder tomando su cabe-a. 7a revuelta invisible, el ?golpe<del<mundo3 del que hablaba Jrocchi, &uega por el contrario con la potencia. Es invisible puesto que es imprevisible a o&os del sistema imperial. Amplificadas, las fluctuaciones con respecto a los dispositivos imperiales nunca se agregan. (on tan heterogéneas como lo puedan ser los deseos, y nunca podrán formar una totalidad cerrada, y menos una multitud, cuyo nombre no es más que un se8uelo a no ser que signifique multiplicidad irreconciliable de las formas<de<vida. 7os deseos huyen, haciendo o no haciendo clinamen, produciendo o sin producir intensidades, y, más allá de la fuga, contin@an huyendo. Permanecen rebeldes a toda forma de representaci$n, sea en forma de cuerpo, clase o partido. Es necesario por tanto deducir de esto que toda propagaci$n de fluctuaciones será tambi"n propagaci$n de la guerra civil. 7a guerrilla difusa es la forma de lucha que debe producir una tal invisibilidad a o&os del enemigo. El que una fracci$n de la Autonomía en la #talia de los GH recurriera a la guerrilla difusa se eDplica precisamente en virtud del carácter cibern"tico avan-ado del gobierno italiano. Esos a8os eran los del desarrollo del ?consociativismo3, que anunciaba el actual ciudadanismo: la asociaci$n de partidos, sindicatos y asociaciones para el reparto y la cogesti$n del poder. Pero lo más importante aquí no es la repartici$n sino la gesti$n y el control. Este modo de gobierno va bastante más allá del Estado<providencia creando cadenas de interdependencia más largas entre ciudadanos y dispositivos, eDtendiendo así los principios de control y de gesti$n de la burocracia administrativa. IX “Tenemos que los programas generalizados se afilan los dientes. Sobre los pequeños grupos del mundo, sobre los pequeños grupos de los hombres que no quieren programas.” Philippe Carles, Jean-Louis Comolli, Free Jazz/Poder Negro, 2000 “Los pocos rebeldes activos deben poseer las cualidades de resistencia, velocidad y ubicuidad, y contar con arterias de abastecimiento independientes.” T. E. Lawrence, “Guerrilla”,Encyclopædia Britannica, tomo X, 1926 Bebemos a J. E. 7aErence la elaboraci$n de los principios de la guerrilla a partir de su eDperiencia en el combate al lado de los _rabes contra los Jurcos, en )*)+. 46u" dice 7aErence5 6ue la batalla no es el @nico desarrollo dentro de la guerra, así como que la destrucci$n del cora-$n del enemigo no es su ob&etivo central, a fortiori` si este enemigo no tiene rostro, como sucede frente al poder impersonal que materiali-an los dispositivos cibern"ticos del #mperio: ?7a mayoría de las guerras son guerras de contacto, ambas fuer-as pugnan por seguir en contacto para evitar dar lugar a la sorpresa táctica. Pero la guerra árabe debía ser una guerra de separaci$n: contener al enemigo mediante la amena-a silenciosa de un vasto desierto desconocido, sin revelarse hasta el momento preciso del ataque.3 Beleu-e, incluso si opone demasiado rígidamente la guerrilla, que plantea el problema de la individualidad, a la guerra, que plantea el de la organi-aci$n ` A fortiori: Con mayor motivo. colectiva, precisa que se trata de abrir lo más posible el espacio, y profeti-ar, o, me&or a@n, de ?fabricar lo real, no de responderle3. 7a revuelta invisible, la guerrilla difusa, no sancionan una in&usticia, crean un mundo posible. En el lengua&e de la hip$tesis cibern"tica, la revuelta invisible, la guerrilla difusa, en el nivel molecular, la sabría crear de dos maneras. Primer gesto, fabrico lo real, trastorno y me trastorno trastornando. Jodos los sabota&es tienen ahí su fuente. 7o que representa mi comportamiento en este momento no eDiste para el dispositivo que se trastorna conmigo. 'i H ni ), soy el tercero absoluto. 9i goce eDcede el dispositivo. (egundo gesto, no respondo a los bucles retroactivos humanos o maquínicos que intentan acotarme, tal y como >artleby con su ?preferiría no hacerlo3, me mantengo en el desvío, no entro en el espacio de los flu&os, no me conecto, me quedo. Hago uso de mi pasividad en tanto que potencia contra los dispositivos. 'i H ni ), soy la nada absoluta. Primer tiempo: go-o perversamente. (egundo tiempo: me reservo. 9ás allá. Por deba&o. Cortocircuito y desconexión. En ambos casos, el feedbacK no ha lugar, eDistiendo la alimentaci$n del inicio de una línea de fuga, una línea de fuga que es por un lado eDterior, y que parece surgir de mí, y que, por otro lado, es interior, y me vuelve a llevar hacia mí. Jodas las formas de interferencia parten de estos dos gestos, líneas de fuga eDteriores e interiores, sabota&es y repliegues, b@squeda de formas de lucha y asunci$n de formas<de<vida. En adelante, el problema revolucionario consiste en con&ugar ambos momentos. 7aErence cuenta que "sta fue tambi"n la cuesti$n que debieron resolver los _rabes entre los cuales se alist$ contra los turcos. En efecto, su táctica consistía ?en golpear y correr! no en presionar sino en impactar. El e&"rcito árabe no trat$ nunca de mantener o me&orar una venta&a, sino que retrocedía y volvía a golpear en alg@n otro lugar. Tsaba la menor fuer-a en el menor tiempo y en el lugar más ale&ado.3 (e privilegian los ataques contra lo material, y especialmente contra los canales de comunicaci$n más que contra las instituciones mismas, como privar a un tramo de vías f"rreas de sus raíles. 7a revuelta s$lo deviene invisible cuando alcan-a su ob&etivo, que es el de ?privar al adversario de cualquier ob&etivo3, de no proveer de blancos al enemigo. En tal caso impone al enemigo una ?defensa pasiva3 muy costosa en t"rminos de material y de hombres, en energías, eDtendiendo al mismo tiempo su propio frente religando entre sí los focos de ataque. Por tanto, desde su invenci$n, la guerrilla tiende a la guerrilla difusa. Por a8adidura, este tipo de lucha produce vínculos nuevos muy distintos a los que están en curso en los e&"rcitos tradicionales: ?7a máDima irregularidad y articulaci$n eran las metas. 7a diversidad echaba a la cuneta la inteligencia del enemigo. X2Y Cualquiera de los árabes podía irse a casa cuando la convicci$n le fallara. (u @nico contrato era el honor. Consecuentemente, el e&"rcito árabe carecía de disciplina, en la medida en que "sta restringe y asfiDia la individualidad para obtener el mínimo com@n denominador de los hombres.3 Por tanto 7aErence no ideali-a el espíritu libertario de sus tropas, tal y como sí intentan hacer en general los espontaneístas. 7o más importante es poder contar con una poblaci$n simpati-ante, que tiene el papel de lugar de reclutamiento potencial a la ve- que de difusi$n de la lucha. ?7as rebeliones pueden hacerse con un dos por ciento de la fuer-a en activo, siempre que el noventa y ocho por ciento pasivo simpatice con la causa3, pero esto necesita tiempo y operaciones de propaganda. ;ecíprocamente, todas las ofensivas de interferencia de las líneas adversas conllevan un servicio de informaci$n perfecto ?que debe permitir elaborar planes con una certidumbre absoluta3 a fin de &amás proveer de ob&etivos al enemigo. =ste es precisamente el papel que en adelante podría tener una organi-aci$n, en el sentido que este t"rmino tenía en la política clásica, de tal funci$n de informaci$n y transmisi$n de saberes< poderes acumulados. Así, la espontaneidad de los guerrilleros no será necesariamente algo que se oponga a una cierta organi-aci$n, en tanto que reservorio de informaciones estrat"gicas. Pero lo importante es que la práctica de la interferencia, tal y como la concibe >urroughs, y seg@n los hacKers, es vana si no se ve acompa8ada por una práctica organi-ada de informaciones acerca de la dominaci$n. Esta necesidad se refuer-a por el hecho de que el espacio en el cual podría tener la revuelta no es el desierto del que habla 7aErence. El espacio electr$nico de #nternet no es tampoco ese espacio liso y neutro del que hablan los ide$logos de la era de la informaci$n. 7os estudios más recientes confirman por otra parte que #nternet está a merced de un ataque dirigido y coordinado. El mallado ha sido concebido de tal manera que la red todavía podría funcionar tras una p"rdida del **a de los )H millones de ?enrutadores3 los ?nodos3 de la red de comunicaci$n donde se concentra la informaci$n , destruidos de forma aleatoria, lo cual es algo conforme a lo que inicialmente habían querido los militares estadounidenses. Por contra, un ataque selectivo, concebido a partir de informaciones precisas sobre el tráfico bastaría para provocar un hundimiento del sistema con tal que apuntara al Qa de los nodos más estrat"gicos los nodos de las redes de flu&o<alto, en las grandes operadoras, los puntos de entrada de las líneas transatlánticas. (ean virtuales o reales, los espacios del #mperio están estructurados en territorios, están estriados por cascadas de dispositivos que tra-an fronteras que luego borran cuando devienen in@tiles, y todo en un constante barrido, que es el motor mismo de los flu&os de circulaci$n. 1 en un tal espacio estructurado, territoriali-ado y desterritoriali-ado, la línea del frente con el enemigo no puede ser tan clara como en el desierto de 7aErence. Janto el carácter flotante del poder como la dimensi$n n$mada de la dominaci$n eDigen por consiguiente un acrecentamiento de la actividad de informaci$n, lo cual significa una organi-aci$n de la circulaci$n de los saberes<poderes. =se debería ser el papel de la (ociedad para el Avance de la Ciencia Criminal N(A(CO. En Cibernética y sociedad, Uiener, aunque presintiendo demasiado tardíamente que el uso político de la cibern"tica tiende a refor-ar el e&ercicio de la dominaci$n, se plantea una cuesti$n similar, previamente a la crisis mística en la cual acabará su vida: ?Joda la t"cnica del secreto, de la interferencia y del bluff consiste en asegurar que el propio campo puede hacer un uso más efica- de las fuer-as y operaciones de comunicaci$n que el otro campo. En este uso combativo de la informaci$n, es tan importante dejar abiertos los propios canales de información como destruir los canales de los que dispone el adversario . Tna política global en materia de secreto casi siempre conlleva la consideraci$n de bastantes más cosas que el secreto mismo.3 El problema de la fuer-a, reformulado en problema de la invisibilidad, deviene por tanto un problema de modulación de la apertura y el cerramiento. ;equiere a la ve- organi-aci$n y espontaneidad. C por decirlo de otra manera, la guerrilla difusa requiere hoy de la constituci$n de dos planos de consistencia distintos, aunque entreme-clados, uno donde se organice la apertura, la transformaci$n del &uego de formas<de<vida en informaci$n, otro donde se organice el cerramiento, la resistencia de las formas< de<vida a su puesta en informaci$n. Curcio: ?El partido<guerrilla es el máDimo agente de la invisibilidad y de la eDteriori-aci$n del saber<poder del proletariado, en "l cohabitan y en el más alto nivel de síntesis invisibilidad con respecto al enemigo y eDteriori-aci$n hacia el enemigo.3 (e ob&etará que despu"s de todo no se trata más que de una forma de máquina binaria, ni me&or ni peor que las que lleva a cabo la cibern"tica. Así, se estará equivocado, puesto que con eso no se está viendo que al principio de estos dos gestos encontramos una distancia fundamental con respecto a los flu&os regulados, una distancia que es la condici$n misma de la eDperiencia en el seno de un mundo de dispositivos, una distancia que es una potencia que puedo convertir en espesor y en devenir. Pero sobre todo, se estará equivocado porque pensar así conlleva no comprender que la alternancia entre soberanía e impoder no es algo que se programe, de que el curso que dibu&a estas posturas es del orden de la errancia, que los lugares en "l elegidos son imprevisibles en el cuerpo, en la fábrica, en los no<lugares urbanos y periurbanos2 “La revolución es el movimiento, pero el movimiento no es la revolución.” X Paul Virilio, Velocidad y política, 1977 “En un mundo de escenarios bien arreglados, de programas minuciosamente calculados, de partituras impecables, de opciones y acciones bien colocadas, ¿qué es lo que pone todos los obstáculos, qué es lo que queda atrás, qué se tambalea? El tambaleo indica el cuerpo. Del cuerpo. El tambaleo indica un hombre de talón débil. Un Dios se agarró de él allá. Él fue Dios por el talón. Los Dioses se tambalean cuando no son jorobados. La disfunción es el cuerpo. Lo que se tambalea, duele, apenas se sostiene, el agotamiento de la respiración y el milagro del equilibrio. Y la música no se sostiene más que un hombre. Los cuerpos aún no han sido debidamente regulados por la ley de la mercancía. Ellos no trabajan. Ellos sufren. Ellos se desgastan. Ellos se equivocan. Ellos se escapan. Demasiado caliente, demasiado frío, demasiado cerca, demasiado lejos, demasiado rápido, demasiado lento.” Philippe Carles, Jean-Louis Comolli, Free Jazz/Poder Negro, 2000 (e ha insistido a menudo y J. E. 7aErence no es una eDcepci$n en la dimensi$n cin"tica de la política y de la guerra, en tanto que contrapunto estrat"gico a una concepci$n cuantitativa de las relaciones de fuer-a. =sta es la perspectiva típica de la guerrilla, por oposici$n a la guerra tradicional. (e ha dicho que, a falta de ser masivo, un movimiento debería ser rápido, más rápido que la dominaci$n. Es así por e&emplo como la #nternacional (ituacionista formula su programa en )*QG: ?Es preciso tener en cuenta que vamos a asistir y participar en una carrera de velocidad entre los artistas libres y la polic ía por experimentar y desarrollar las nuevas formas de condicionamiento. En esta carrera, la policía lleva ya una venta&a considerable. Be su resultado depende la aparici$n de entornos apasionantes y #iberadores o el refuer-o b científicamente controlable y sin csuras b del entorno del vie&o mundo de opresi$n y de horror. X2Y (i el control de estos nuevos medios no es totalmente revolucionario, podemos vernos arrastrados al ideal policial de una colmena de abe&as.3 Irente a esta @ltima imagen, evocaci$n eDplícita pero estática de la cibern"tica consumada, tal y como el #mperio le da figura, la revoluci$n debiera consistir en una reapropiaci$n de las herramientas tecnol$gicas más modernas, reapropiaci$n que debiera permitir contestar a la policía en su mismo terreno, creando un contramundo con los mismos medios que ella emplea. (e concibe aquí la velocidad como una de las cualidades más importantes para el arte político revolucionario. Pero esta estrategia implica atacar fuer-as sedentarias. Ahora bien, ba&o el #mperio, "stas tienden a pulveri-arse mientras que el poder impersonal de los dispositivos deviene n$mada y atraviesa todas las instituciones haci"ndolas implosionar. #nversamente, la lentitud es quien ha informado otra cara de las luchas contra el Capital. El sabota&e ludista no debe ser interpretado ba&o una perspectiva marDista tradicional, como una simple rebeli$n primitiva con respecto al proletariado organi-ado, como una protesta del artesanado reaccionario contra la eDpropiaci$n progresiva de los medios de producci$n provocada por la industriali-aci$n. (e trata de un acto deliberado de lentificado de los flu&os de mercancías y personas, que anticipa la característica central del capitalismo cibern"tico en tanto que es movimiento hacia el movimiento, voluntad de potencia, aceleraci$n generali-ada. Jaylor por otra parte concibe la Crgani-aci$n Científica del Jraba&o como una t"cnica de combate contra el ?frenado3 obrero que representa un obstáculo efectivo a la producci$n. En el orden físico, las mutaciones del sistema dependen tambi"n de una cierta lentitud, como indican Prigogine y (tengers: ?Cuanto más rápida sea la comunicaci$n en el sistema, mayor será la proporci$n de fluctuaciones insignificantes, incapaces de transformar el estado del sistema, luego más estable será dicho estado.3 7as tácticas de lentificaci$n son portadoras por tanto de una potencia suplementaria en la lucha contra el capitalismo cibern"tico, puesto que no lo atacan solamente en su ser, sino tambi"n en su proceso. Pero hay más: la lentitud tambi"n es necesaria para vincular entre sí formas<de<vida de una forma que no sea reducible a un intercambio de informaciones. EDpresa la resistencia de la relaci$n a la interacci$n. 9ás acá o más allá de la velocidad y de la lentitud de la comunicaci$n, eDiste el espacio del encuentro, que permite tra-ar un límite absoluto a la analogía entre el mundo social y el mundo físico. 7os fen$menos de ruptura no pueden ser deducidos en el laboratorio, ya que en efecto dos partículas nunca se encontrarán. El encuentro es ese instante duradero en que se manifiestan intensidades entre las formas<de<vida presentes en cada individuo. Es, más acá de lo social y la comunicaci$n, el territorio que actuali-a las potencias de los cuerpos y que se actuali-a en las diferencias de intensidad que ellos desprenden, que ellos son. El encuentro se sit@a más acá del lengua&e, sin palabras, en las tierras vírgenes de lo no<dicho, en el nivel de una puesta en suspenso, de esta potencia del mundo que es tambi"n su negaci$n, su ?poder<no<ser3. 46u" es el otro5 ?Ctro mundo posible3, responde Beleu-e. El otro encarna esa posibilidad que tiene el mundo, la de no ser o la de ser otro. Por ello es por lo que en las sociedades llamadas ?primitivas3 la guerra tiene la primordial importancia de aniquilar cualquier otro mundo posible. (in embargo no sirve para nada pensar el conflicto sin pensar el go-o, pensar la guerra sin pensar el amor. En cada tumultuoso nacimiento del amor, renace el fundamental deseo de transformarse transformando el mundo. El odio y la sospecha que los amantes suscitan en torno a ellos son la respuesta automática y defensiva con respecto a la guerra que "stos, por el solo hecho de amarse, mantienen contra un mundo en el que toda pasi$n debe autodespreciarse o morir. 7a violencia es &usto la primera regla de &uego del encuentro. 1 es ella quien polari-a las diversas errancias del deseo cuya libertad soberana invoca 7yotard en su Economía libidinal. Pero precisamente porque se niega a ver que los goces se acuerdan entre sí sobre un territorio que los precede, y donde se encuentran tambi"n las formas<de<vida! precisamente porque se niega tambi"n a comprender que la neutrali-aci$n de toda intensidad es ella misma una intensificaci$n, nada menos que la del #mperio! porque no puede deducir de ello que, siendo inseparables, pulsiones de muerte y pulsiones de vida no son neutras de cara a un otro singular2, 7yotard no puede finalmente de&ar atrás el hedonismo más compatible con la ciberneti-aci$n: .desresponsabili-aos, abandonaos, de&ad que os atrapen los deseos0 .:o-ad, go-ad, siempre quedará algo0 'o cabe duda de que la conducci$n, el abandono, o la movilidad en general, son cosas que pudieran acrecentar la amplificaci$n de los desvíos con respecto a la norma, a condici$n de reconocer qu" es lo que interrumpe los flu&os en el seno mismo de la circulaci$n. Irente a la aceleraci$n que provoca la cibern"tica, la velocidad, el nomadismo, s$lo pueden representar elaboraciones secundarias vis<a<vis con las políticas de lentificación. 7a velocidad hace que las instituciones se revuelvan. 7a lentitud corta los flu&os. El problema propiamente cin"tico de la política no es por tanto el de elegir entre dos tipos de revuelta sino el de abandonarse a una pulsación, el de eDplorar otras intensificaciones que no sean las controladas por la temporalidad de la urgencia. El poder de los cibern"ticos ha consistido en dar un ritmo al cuerpo social que impide tendencialmente cualquier respiraci$n. El ritmo, tal y como Canetti propone para su g"nesis antropol$gica, viene precisamente asociado con la andadura: ?El ritmo en su origen es un ritmo de los pies. Bebido a que camina sobre dos piernas y a que alternativamente golpea el suelo con sus pies, toda persona que anda produce, con o sin intenci$n, un ruido rítmico, ya que para avan-ar debe hacer siempre el mismo movimiento de pies.3 Pero esta andadura no es previsible, como sí sería la de un robot: ?'unca se posan ambos pies con la misma fuer-a. 7as diferencias entre ambos pueden ser mayores o menores, seg@n las disposiciones y el humor personales. Pero tambi"n se puede marchar más rápido o más lento, se puede correr, pararse s@bitamente, saltar.3 Esto quiere decir que el ritmo es lo contrario de un programa, que depende de las formas<de<vida, y que los problemas de velocidad pueden ser reducidos a cuestiones de ritmo. Jodo cuerpo, en tanto que cojo, porta consigo un ritmo que manifiesta que está en su naturale-a el sostener posiciones insostenibles. Acerca de este ritmo, que viene de los co&eos del cuerpo, del movimiento de los pies, Canetti a8ade que se encuentra en los orígenes de la escritura, es decir, de la Historia, en tanto que huellas de la marcha de los animales. El acontecimiento no es otra cosa que la aparici$n de tales huellas, y hacer la Historia es por tanto improvisar a la b@squeda de un ritmo. Cualquiera que sea el cr"dito que se otorgue a las demostraciones de Canetti, indican, como hacen las ficciones verdaderas, que la cin"tica política se comprendería me&or en tanto que política del ritmo. Esto significa, a minima, que al ritmo binario y tecno impuesto por la cibern"tica deben opon"rsele otros ritmos. Pero esto tambi"n significa que dichos otros ritmos, en tanto que manifestaciones de una co&era ontol$gica, siempre han tenido una funci$n política creadora. Canetti, tambi"n "l, cuenta que por un lado ?la repetici$n rápida por la cual los pasos se suman a los pasos da la ilusi$n de un n@mero mayor de seres. 'o se mueven del mismo lugar, prosiguen la dan-a siempre en el mismo. El ruido de sus pasos no muere, se repiten y conservan por mucho tiempo siempre la misma sonoridad y vivacidad. Por su intensidad reemplazan el número que les falta3. Por otro lado ?cuando su pataleo se refuer-a, es como si pidieran un refuer-o. E&ercen, sobre los hombres que se encuentran cerca, una fuer-a de atracci$n que no se debilita a no ser que se abandone la dan-a3. Por tanto, buscar el buen ritmo abre tanto a una intensificaci$n de la eDperiencia tanto como a un incremento num"rico. Es tanto un instrumento de agregaci$n como una acci$n e&emplar a imitar. Janto a escala del individuo como a la de la sociedad, los propios cuerpos pierden su sentimiento de unidad para desmultiplicarse en tanto que armas potenciales: ?7a equivalencia de los participantes se ramifica en la equivalencia de sus miembros. Jodo aquello que un cuerpo humano puede tener de m$vil adquiere una vida propia, cada pierna, cada bra-o, viven como por sí solos.3 7a política del ritmo es por tanto la b@squeda de una reverberaci$n, de otro estado, comparable a un trance del cuerpo social, mediante la ramificaci$n de cada cuerpo. 1 es que eDisten dos regímenes posibles del ritmo en el #mperio ciberneti-ado. El primero, al que se refiere (imondon, es el del hombre t"cnico, que ?asegura la funci$n de integraci$n y prolonga la autoregulaci$n hacia fuera de cada m$nada de automatismo3, hombres t"cnicos cuya ?vida está compuesta por el ritmo de las máquinas que los rodean, y que liga "stas a aqu"llos3. El segundo ritmo apunta a minar dicha funci$n de interconeDi$n: es profundamente desintegrador sin ser simplemente ruidista. Es un ritmo de la desconexión. 7a conquista colectiva de este tempo exacto disonante pasa por un previo abandono a la improvisación. “Levantado el telón de las palabras, la improvisación deviene gesto, acto aún no declarado, forma aún no-nombrada, no-normada, no-honrada. Abandonarse a la improvisación para liberarse ya —por bellos que sean— de los relatos ya ahí, musicales, del mundo. Ya ahí, ya bellos, ya relatos, ya mundo. Deshacer, oh Penélope, las fajitas musicales que conforman nuestro capullo sonoro, que no es el mundo, sino el hábito ritual de mundo. Abandonada, ella se ofrece a lo que flota en torno al sentido, en torno a las palabras, en torno a las codificaciones, se ofrece a las intensidades, a los retenidos, a los impulsos, a las energías, en suma, a lo escasamente nombrable. […] La improvisación acoge la amenaza y va más allá de ella, la desposee de sí misma, la registra, potencia y riesgo.” XI “La niebla, la niebla solar es lo que va a llenar el espacio. La rebelión misma es un gas, un vapor. La niebla es el primer estado de la percepción naciente, y forma el espejismo en el que las cosas suben y bajan, como bajo la acción de un pistón, y los hombres levitan, suspendidos de una cuerda. Ver neblinoso, ver turbio: un esbozo de percepción alucinatoria, un gris cósmico. ¿Se trata del gris que se parte en dos, y que da el negro cuando la sombra gana o cuando la luz desaparece, pero asimismo del blanco cuando lo luminoso se vuelve a su vez opaco?” Gilles Deleuze, “La vergüenza y la gloria: T. E. Lawrence”, Crítica y clínica, 1993 “Nada ni nadie ofrece como regalo una aventura alternativa: no hay otra aventura posible que conquistar un destino. No puedes conseguir esta conquista sin haber partido del sitio espacio-temporal donde ‘tus’ cosas te imprimen como uno de los suyos.” Giorgio Cesarano, Manual de supervivencia, 1975 En la perspectiva cibern"tica, la amena-a no puede ser acogida y a fortiori menos a@n superada. Es preciso que sea absorbida, eliminada. 1a he dicho que la certe-a definitiva sobre la cual pueden fundamentarse prácticas de oposici$n a este mundo gobernado por dispositivos, es la imposibilidad, infinitamente prorrogada, de la destrucci$n del acontecimiento. 7a amena-a, y su generali-aci$n ba&o la forma de pánico, plantea problemas energ"ticos irresolubles a quienes sostienen la hip$tesis cibern"tica. (imondon eDplica, así, que las máquinas que tienen un alto rendimiento en informaci$n, que controlan con precisi$n su ambiente, tienen un rendimiento energ"tico d"bil. #nversamente, las máquinas que demandan poca energía para poder llevar a cabo su misi$n cibern"tica, producen un mal refle&o de la realidad. 7a transformaci$n de formas en informaciones contiene en efecto dos imperativos opuestos: ?7a informaci$n es, en un sentido, aquello que aporta una serie de estados imprevisibles, nuevos, no formando parte de ninguna sucesi$n definida por anticipado! es por tanto lo que eDige, del canal de informaci$n, una disponibilidad absoluta para con respecto a todos los aspectos de la modulaci$n que ella remite! el canal de información no debe aportar por sí mismo ninguna forma predeterminada, no debe ser selectivo . X2Y En un sentido opuesto, la informaci$n se distingue del ruido porque se le puede asignar un cierto c$digo, una relativa uniformi-aci$n! en todos los casos en que no se pueda hacer descender el nivel de ruido por deba&o de uno determinado, se lleva a cabo una reducción del margen de indeterminación y de imprevisión de las se8ales.3 Bicho de otro modo, para que un sistema físico, biol$gico o social tenga la suficiente energía como para poder asegurar su reproducci$n, es preciso que sus dispositivos de control recorten de entre la masa de lo desconocido, diferencien de entre el con&unto de los posibles, aquello que se deriva del azar puro y que se eDcluye del control por vocaci$n, de lo que se encuentra en tanto que riesgos de azar, y que es por consiguiente susceptible de entrar en un cálculo de probabilidades. (e sigue que, para todo dispositivo, como en el caso específico de los aparatos de registro sonoro, ?se debe adoptar un compromiso que conserve el suficiente aporte de informaci$n para cubrir las necesidades prácticas y un rendimiento energ"tico lo suficientemente elevado como para mantener el ruido de fondo a un nivel que no entorpe-ca el nivel de la se8al3. Por e&emplo, en el caso de la policía, se tratará de hallar el punto de equilibrio que eDiste entre la represi$n que tiene como cometido disminuir el ruido de fondo social y la inteligencia que informa sobre el estado y los movimientos de lo social a partir de las se8ales que "ste emite. Provocar el pánico querrá por tanto decir de entrada extender la niebla de fondo, tal que se sobre<imponga al activado de los bucles retroactivos y que dificulte, a los aparatos cibern"ticos, el registro de los desvíos de comportamiento. El pensamiento estrat"gico ha comprendido tempranamente el alcance ofensivo de esta niebla. Cuando ClauseEit- se percata por e&emplo de que la ?resistencia popular evidentemente no es apta para proporcionar grandes golpes3, sino que, ?en tanto que algo vaporoso y fluido, no debe condensarse en ninguna parte3. C cuando 7aErence opone a los e&"rcitos profesionales que ?se aseme&an a plantas inm$viles3, a la guerrilla, comparable a una ?influencia, una idea, una especie de entidad intangible, invulnerable, sin frente ni retaguardia, y que se eDpande por doquier a la manera de un gas3. La niebla es el vector privilegiado de la revuelta . Jransplantada al mundo cibern"tico, la metáfora hace referencia entonces a la resistencia con respecto a esa tiranía de la transparencia que viene impuesta por el control. 7a bruma altera todas las coordenadas habituales de la percepci$n. Provoca la indiscernibilidad de lo visible y lo invisible, de la informaci$n y del acontecimiento. Por ello es por lo que representa una condici$n de posibilidad de este @ltimo. La niebla hace posible la revuelta. En un relato breve titulado ?El amor es ciego3, >oris /ian imagina lo que constituirían los efectos de una niebla bien real sobre los vínculos eDistentes. 7os habitantes de una ciudad se levantan una ma8ana invadidos por una ?avalancha opaca3 que progresivamente modifica todos los comportamientos. 7as necesidades que imponen las apariencias devienen rápidamente caducas y la ciudad de&a que se eDtienda una eDperimentaci$n colectiva. 7os amores devienen libres, facilitados por la desnude- permanente de todos los cuerpos. 7as orgías se eDtienden. 7a piel, las manos, las carnes, recobran sus prerrogativas puesto que ?el dominio de lo posible se eDtiende cuando no se tiene miedo de que la lu- se encienda3. #ncapaces de hacer que dure una niebla que no han contribuido a formar, los habitantes se ven entonces desamparados cuando ?la radio informa de que los científicos notan una regresi$n regular del fen$meno3. /isto lo cual, todos deciden reventarse los o&os con el fin de que la vida contin@e feli-. El pasa&e al destino: la niebla de la que habla /ian se conquista. (e conquista por una reapropiaci$n de la violencia, una reapropiaci$n que puede llegar hasta la mutilaci$n. Esta violencia que no quiere educar nada, que no quiere construir nada, no es ese terror político ob&eto de tantas glosas de almas buenas. Esta violencia consiste por entero en el desmonte de las defensas, en la apertura de recorridos, de los sentidos, de los espíritus. ?4Es siempre pura53, pregunta 7yotard. ?4Tna danza es verdadera5 (e podría decir eso, siempre. Pero allí no está su potencia.3 Becir que la revuelta debe devenir niebla significa que debe ser a la ve- diseminaci$n y disimulo. Así como la ofensiva debe hacerse opaca para tener "Dito, así la opacidad debe hacerse ofensiva para durar: así es la cifra de la revuelta invisible. Pero esto tambi"n indica que su primer ob&etivo será el resistir a toda tentativa de reducci$n por eDigencia de representaci$n. 7a niebla es una respuesta vital frente al imperativo de claridad, de transparencia, que es la primera huella del poder imperial sobre los cuerpos. Bevenir niebla quiere decir que asumo en fin la parte de sombra que me dirige y me impide creer en todas las ficciones de la democracia directa en tanto que "stas querrían rituali-ar una transparencia de cada uno con respecto a sus intereses y de todos con respecto a los intereses de todos. Bevenir opaco, como la niebla, es reconocer que uno no representa nada, que no se es identificable, es asumir el carácter no totali-able del cuerpo físico tanto como del político, es abrirse a posibles a@n no conocidos. Es resistir con todas las fuer-as a toda lucha por el reconocimiento. 7yotard: ?7o que nos pedís, te$ricos, es que nos constituyamos en identidades, en responsables. Ahora bien, si de algo estamos seguros es de que esta operaci$n Nde eDclusi$nO es una farsa, que las incandescencias no son lo propio de nadie y no pertenecen a nadie.3 'o se tratará por tanto de volver a formar sociedades secretas o conspiraciones triunfadoras como fue el caso de la francmasonería o la carbonería, o como lo que a@n fantaseaban las vanguardias del @ltimo siglo pienso especialmente en el Collège de Sociologie. Constituir una zona de opacidad o circular y eDperimentar libremente sin conducir los flu&os de informaci$n del #mperio es producir ?singularidades an$nimas3, recrear las condiciones de una eDperiencia posible, de una eDperiencia que no sea inmediatamente aplanada por una máquina binaria que le asigne un sentido, de una eDperiencia densa que transforme los deseos y su instanciaci$n en un más allá de los deseos, en un relato, en un cuerpo ensanchado. Así, cuando Joni 'egri interroga a Beleu-e sobre el comunismo, "ste se guarda bien de asimilarlo a una comunicaci$n conseguida y transparente: ?Preguntas si las sociedades de control o de comunicaci$n no suscitarán formas de resistencia capaces de hacer posible cierto comunismo concebido como Zorgani-aci$n transversal de individuos libres[. 1o no s", qui-á. Pero no en la medida en que las minorías puedan tomar la palabra. Jal ve- la palabra, la comunicaci$n, están podridas. Están penetradas completamente por el dinero, y no por accidente, sino por naturale-a. Es necesaria una desviaci$n de la palabra. Crear siempre ha sido una cosa distinta que comunicar. Lo importante será tal vez crear vacuolas de nocomunicación, interruptores, para escapar del control.3 En efecto, lo importante para nosotros son esas -onas de opacidad, la apertura de cavidades, de intervalos vacíos, de bloques negros en el enmallado cibern"tico del poder. 7a guerra irregular con el #mperio, a la escala de un lugar, de una lucha, de un motín, comien-a desde ese momento por la construcci$n de -onas opacas y ofensivas. Cada una de estas -onas será a la ve- núcleo a partir del cual eDperimentar sin ser aprehensible, y nube propagadora del pánico en el con&unto del sistema imperial, máquina de guerra coordinada y subversi$n espontánea a todos los niveles. 7a proliferaci$n de estas -onas de opacidad ofensiva N^CCO, la intensificaci$n de sus relaciones, provocará un desequilibrio irreversible. A fin de indicar ba&o qu" condiciones se puede ?crear opacidad3, como arma y como interruptora de los flu&os, conviene tornarse una ve- más hacia la crítica interna del paradigma cibern"tico. Provocar el cambio de estado en un sistema físico o social necesita que el desorden, los desvíos respecto a la norma, se concentren en un espacio, real o virtual. Para que las fluctuaciones del comportamiento se contagien es preciso en efecto que primero alcancen un ?tama8o crítico3, cuya naturale-a precisan Prigogine y (tengers: ?;esulta del hecho de que el mundo eDterior, el medio ambiente de la regi$n fluctuante, tiende siempre a amortiguar la fluctuaci$n. El tama8o crítico mide la relaci$n entre el volumen, donde tiene lugar las reacciones, y la superficie de contacto, lugar del acoplamiento. El tama8o crítico está determinado entonces por una competici$n entre el Zpoder de integraci$n[ del sistema y los mecanismos químicos que amplifican la fluctuaci$n en el interior de la subregi$n fluctuante.3 Esto quiere decir que todo despliegue de fluctuaciones en un sistema está abocado al fracaso si no dispone previamente de un ancla&e local, de un lugar a partir del cual, las fluctuaciones que ahí se revelen, puedan contaminar al con&unto del sistema. 7aErence lo confirma, una ve- más: ?7a rebeli$n ha de tener una base intocable, protegida no meramente del ataque sino del miedo al ataque.3 Para que eDista tal lugar precisa de ?arterias de abastecimiento independientes3, sin la cual ninguna guerra es factible. (i la cuesti$n de la base es central en toda revuelta, es tambi"n en ra-$n de los principios mismos del equilibrado de sistemas. Para la cibern"tica, la posibilidad de un contagio que hiciera bascular el sistema debe ser amortiguada por el medio ambiente más inmediato a la -ona de autonomía donde tienen lugar las fluctuaciones. Esto significa que los efectos de control son más potentes en la periferia más pr$Dima a la -ona de opacidad ofensiva que se crea, en torno a la regi$n fluctuante. Por consiguiente, el tama8o de la base deberá ser tanto más grande cuanto más insistente sea el control de proDimidad. Estas bases deben estar inscritas tanto en el espacio como en las cabe-as: ?7a revuelta árabe, eDplica 7aErence, eDistía en los puertos del mar ;o&o, en el desierto o en las mentes de los hombres convertidos a su credo.3 (on territorios tanto como mentalidades. Benomin"moslos planos de consistencia. Para que se formen y se refuercen -onas de opacidad ofensiva es preciso de entrada que tales planos eDistan, que conecten los intervalos entre ellos, que hagan palanca, que lleven a cabo la inversi$n del miedo. 7a Autonomía hist$rica por e&emplo la de la #talia de los a8os GH así como la Autonomía posible no es otra cosa que el movimiento continuo de perseverancia de los planos de consistencia que se constituyen en espacios irrepresentables, en bases de secesi$n para con la sociedad. 7a recuperaci$n, por los cibern"ticos críticos, de la categoría de autonomía con sus nociones derivadas, autoorgani-aci$n, autopoiesis, autoreferencia, autoproducci$n, autovalori-aci$n, etc. es, desde este punto de vista, la maniobra ideol$gica central de estos veinte @ltimos a8os. A trav"s del prisma cibern"tico, darse a sí mismo sus propias leyes, producir sub&etividades, no contradice para nada la producci$n del sistema y su regulaci$n. Convocando, hace die- a8os, a las -onas de autonomía temporal NJA^O, HaKim >ey permanecía víctima del idealismo de aquellos que quieren abolir lo político sin haberlo pensado previamente. (e veía obligado a separar en la JA^ el lugar de las prácticas hedonistas, de eDpresi$n ?libertaria3 de las formas<de<vida, del lugar de la resistencia política, de la forma de lucha. (i la autonomía es aquí pensada como temporal, significa que pensar su duración eDigiría pensar una lucha que se articule con la vida, considerar por e&emplo la transmisión de saberes guerreros. 7os liberales<libertarios del tipo de >ey ignoran el campo de intensidades en que su soberanía se ve llamada a desplegarse, y su proyecto de contrato social sin Estado postula en el fondo la identidad de todos los seres, ya que en definitiva de lo que se trata es de maDimi-ar sus placeres en pa-, hasta el fin de los tiempos. Por un lado los JA^ son definidos como ?enclaves libres3, lugares cuya ley es la libertad, las buenas cosas, lo 9aravilloso. Por otro, la secesi$n respecto al mundo, de la que resultan, los ?pliegues3 en los que se alo&an entre lo real y su c$digo, s$lo deberían constituirse tras una sucesi$n de ?recha-os3. Esta ?ideología californiana3, planteando a la autonomía en tanto que atributo de su&etos individuales o colectivos, confunde a prop$sito dos planos inconmensurables, la ?autoreali-aci$n3 de las personas y la ?autoorgani-aci$n3 de lo social. Bebido a que la autonomía es, en la historia de la filosofía, una noci$n ambigua, que eDpresa a la ve- la liberaci$n de toda constricci$n y la sumisi$n a leyes naturales superiores, es como ella puede servir de alimento para discursos híbridos y reestructurantes de los cyborgs ?anarcocapitalistas3. 7a autonomía de la que hablo no es temporal ni simplemente defensiva. 'o es una cualidad sustancial de los seres sino la condici$n misma de su devenir. 'o parte de la unidad supuesta del (u&eto sino que engendra multiplicidades. 'o acomete s$lo las formas sedentarias del poder, como el Estado, para seguidamente surfear sobre sus formas circulantes, ?m$viles3, ?fleDibles3. (e da los medios tanto de durar como de despla-arse, de retirarse como de atacar, de abrirse como de cerrarse, de enla-ar cuerpos mudos tanto como voces sin cuerpo. Ella piensa esta alternancia en tanto que resultado de una eDperimentaci$n sin fin. ?Autonomía3 quiere decir que hacemos crecer los mundos que somos. El #mperio, e&"rcito de la cibern"tica, reivindica para "l s$lo la autonomía en tanto que sistema unitario de la totalidad: así, se ve obligado a destruir toda autonomía en lo que le sea heterog"neo. Becimos que la autonomía es para todo el mundo, y que la lucha por la autonomía debe amplificarse. 7a forma que actualmente cobra la guerra civil es de entrada la de una lucha contra el monopolio de la autonomía. Esa eDperimentaci$n de la que hablamos aquí será el ?caos fecundo3, el comunismo, el fin de la hip$tesis cibern"tica.


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